El 22 de setiembre no es una fecha más para Carmen Morán. Su madre le hace falta todos los días de su vida, pero a un año de la desaparición física de Cristina Morán, el corazón se le estruje un poco más. Formaban un equipo formidable: eran colegas, socias, amigas, confidentes. Carmen vive en El Pinar y cada venida a la capital tenía que ver con su mamá: para acompañarla al teatro, ir a cenar con el elenco luego una función (la mayor de las Morán no concebía encerrarse en su casa al bajarse el telón), o salir a tomar el té.

Cada rincón de la ciudad la retrotrae a su madre, y por eso le duele tanto Montevideo sin la pionera indiscutida de los medios de comunicación, y monumento de la cultura nacional.

Un par de meses atrás, cuando Carmen entró a Canal 5 para reunirse con el director de la señal estatal y se dio de frente con una gigantografía de Cristina a modo de tributo, se estremeció y pensó, 'me está dando la bienvenida'. Se dejó abrazar por tan hermosa emoción y recibió ese mágico mensaje como un regalo de su madre.

El motivo del encuentro era tirar lineas para un programa que marca su ansiada vuelta a la televisión como conductora, un rol que adora y, por distintos motivos no se le estaba dando. Así que enseguida pensó, "es una señal".

El retorno se concretará en noviembre con un late night show llamado La Morán de noche, que se verá de lunes a jueves a las 22:00 por Canal 5: "Me sedujo la oportunidad de ser yo misma y mostrarme muy natural", confiesa a El País sobre este nuevo reto.

El formato es una entrevista central fresca donde se aborda la faceta más humana y menos conocida del personaje en cuestión. Le entusiasma llevar invitados con los que se pueda divertir, ya que opina que "hace falta reírse más". Le encantaría que la visiten Fernando Cabrera, Ruben Rada, Humberto de Vagas y Blanca Rodríguez. E insta a los políticos a sumarse para mostrar su faceta más íntima, no el programa de gobierno.

En el estudio habrá un piano que tocará Martín Angiolini, y estará al servicio de la conductora que desafiará a los famosos a cantar.

Entre los debes de Carmen figura hacer radio, ese medio donde su madre marcó época con una voz inconfundible de las que no abundan. Según su hija, si le daban a elegir, optaba siempre por el dial, y confiesa que solía repetir que se habían terminado las buenas voces radiales.

Lo cierto es que tiene pensada una idea de programa con nombre incluido (no la cuenta para no quemarla), y seguro su madre estaría feliz de que la siguiera también en los pasos radiales.

Le gustaría, además, verse en la pantalla grande, y por eso, va a cuanta audición hay: "Hice un papel chiquito en la serie Ali Sócrates y castineé para ser coach de canto en Margarita pero no quedé", cuenta.

Del monólogo que prepara, la felicidad que siente por ser abuela, la eterna figura de su madre y el proyecto que tiene para homenajearla va a estar charla con El País.

Archivo El País.

Se crio entre los pasillos de Canal 10 y los camarines de los teatros a los que acompañaba a esa leyenda que tuvo como madre. Heredó de ella el amor por la comunicación y la actuación, y lo mamó en el entorno, hasta hacer del arte su vocación.

Está convencida de que fue la niña más fotografiada del país, ya que por ser hija única andaba de arriba para abajo con su madre. Entre sus paseos más entrañables rescata aquellas divertidas tardes de tertulia en la casa de Maruja Santullo y Enrique Guarnero, dos figuras de la Comedia Nacional. Y confiesa que si contara con un living amplio armaría esos enriquecedores encuentros cara a cara para filosofía, reflexionar, leer poesía y teatro, que desaparecieron.

La admiración por su madre, asegura, apareció de grande. De niña era natural verla brillar en radio o tele, pero al crecer identificó que era un ser especial, con un carisma y un don único para la palabra y la comunicación. Y sobre todo, con capacidad de llegar a la gente: "El fenómeno de la permanencia es algo que sólo te lo ganás con una manera de ser especial y con un nivel de empatía muy alto", expresa.

El pasado 17 de agosto, el día que Cristina Morán hubiese cumplido 94 años, su hija le dedicó un emotivo mensaje en redes y decidió crearle una cuenta de Instagram a modo de homenaje, para compartir material (@cristinamoranok).

Lo hizo consciente de que su madre lo hubiera aprobado, más allá de que siempre se negó a tener redes sociales y repetía que la vida estaba fuera de "ese aparatito" (por el celular). No fue un arrebato, ni un anhelo personal lo que la impulsó: su madre le hizo saber que era por ahí con un gesto inusual en una de las tantas noches de teatro compartidas.

"Un día de 2023, al cerrar una función de La pipa de la paz, le dijo al público, 'no me olviden'. No me pregunten por qué pasó esa noche, pero yo pensé, 'no te preocupes, no te van a olvidar porque yo me voy a encargar de que no pase'", asegura.

En ese afán, se puso a ordenar material de su madre y organizar su archivo fotográfico, después de una distancia necesaria para procesar. Revela que también piensa en escribir un libro y así volcar la cantidad de información que maneja y no está en su biografía.

"Cuando hice la publicación en su cumpleaños fue tan bienvenido que dije, 'estoy en el camino'. La gente es tan linda, sigue devolviéndole a través de mí todo ese amor que ella sembró, y ahora yo sigo cosechando", expresa orgullosa.

Está entusiasmada con Soledad, un monólogo inspirado en el tango de Gardel cuyos derechos compró junto al productor Juan José Zeballos, y estrenará en 2025. La obra dirigida por Lila García, aborda la fragilidad emocional de una mujer que lo perdió todo: su carrera, sus amores y su estabilidad mental.

Confiesa identificarse con el personaje por reconocer que los artistas son proclives a caer en estados "patéticos" de profunda soledad y tristeza. Y si bien nunca vivió algo semejante, trabaja para que no le suceda, ubicando los afectos y los vínculos en lo más alto: "Prefiero tener menos trabajo pero más amor", se sincera.

Está enfocada en el presente y disfruta de su hogar en El Pinar, rodeada de paz y naturaleza. No le gusta proyectar pero anhela encontrar un equilibrio entre la actividad y el ocio: “Quiero ese mix, ni 100% en mi casa, ni 100% activa”, dice sobre sus años venideros quien disfruta pasear a su perro y merendar con amigas.

Sabe que llegada la etapa del retiro, el rol de abuela cobrará mayor relevancia. Está fascinada con su nieto Feliciano, de cuatro meses, la ha hecho experimentar un profundo asombro ante el ciclo de la vida y la muerte. La reciente pérdida de su madre, seguida del nacimiento de su nieto cambiaron su perspectiva y está maravillada: “Entendí que vida y muerte son parte de lo mismo y empecé a ver todo de otra manera”, reflexiona.