ENTREVISTA
Gerardo Grieco acaba de publicar "Para los que se sueñan" donde repasa 20 años de las políticas culturales en Uruguay y lanza Voy, una plataforma que es, entre otras cosas, una agenda cultural
Uno de los grandes gestores culturales nacionales, la impronta de Gerardo Grieco aún se nota en proyectos que lideró como el Teatro Solís y el Auditorio Adela Reta. Este año publicó un libro, Para los que se sueñan sobre sus experiencias en la cultura y lanzó Voy, una plataforma cultural.
—¿Qué lo llevó a escribir Para los que se sueñan?
—En el Claeh (donde es director de la Tecnicatura en Gestión Cultural), hace muchos años contaba cosas del Teatro Solís y uno de los gurises -tendría 18 años- me preguntó dónde estaba escrito eso que estaba diciendo. ¡En ningún lado! Y a partir de ahí empecé a trabajar un libro que al principio tenía una pretensión académica que me salía horrible. Estuve dos años peleando con eso hasta que encontré una línea de navegación que me gustó: contar historias y anécdotas (de las buenas y de las malas) desde las que reflexionar. Era bastante jugado porque iba a ser en primera persona, así que le pedí a Elena Firpi que me ayudara. Estuvimos cuatro años trabajándolo.
—La Sala Zitarrosa, el Teatro Solís, el Auditorio, antes la Dirección de Cultura de la intendencia de Montevideo. ¿Le gusta empezar de cero?
—Sí, soy eso. Me gusta mucho iniciar proyectos: me motiva y me da muchas ganas. En el libro sentía la necesidad de contar cómo, cuando se abandona una institución importante a su destino, se degeneran sus prácticas y terminan en “cualquiercosismos” pero cuando tenés un sistema político que te pone rumbo, esas mismas instituciones generan cosas de valor inigualable para la sociedad. Esos 20 años que cuenta el libro (de 1990 a 2010) son una forma de mostrar todo lo que se puede hacer, lo que no se puede hacer y lo difícil que es ese camino.
—Es, por momentos, una carrera de obstáculos...
—Sí y el libro habla de cómo superarlos. Es un libro que se puede leer de forma muy liviana siguiendo nada más que las anécdotas o se puede ir capa sobre capa y mirando cómo es el sistema político; que es lo que está bueno, qué está mal; lo que lo que se puede hacer y lo que no. Nos debería preocupar mucho más qué hay dentro de las instituciones.
—El período que abarca el libro es el de los gobiernos municipales y nacionales del Frente Amplio. ¿Muchas de las cosas culturales que se hicieron se podrían haber hecho bajo otro signo político?
—Los gobiernos progresistas fueron, sí, más sensibles a la cultura pero cuando mirás todo el tema de políticas culturales, hay otro gran periodo maravilloso que es el Batllismo que tenía una visión del lugar que ocupa la cultura en la construcción de la sociedad y la democracia. Al final del partido lo que importa es que pasen las cosas.
—¿Cómo ve lo cultural, el sistema político ?
—Me da la impresión que, en términos generales, todo el sector de la cultura aún no ocupa el lugar relevante que debería ocupar en el sistema político. Desde ahí se dice valorar mucho la cultura porque sienten que importa, que hace a cómo vivimos juntos, a la posición del país en el mundo, a cosas importantes. Pero tiene el problema que no se la puede medir como al ganado o la soja. En todos los países desarrollados ocupa un lugar importante y no hay nada que no pase por ella. En términos generales, me parece que el sistema político uruguayo tiene que madurar de una vez y poner a la cultura en un lugar más relevante.
—Con eso de empezar proyectos, hoy está con Voy (voy.com.uy), un nuevo emprendimiento. ¿Qué es eso?
—Es una plataforma que pretende conectar el gran público con los artistas y con toda la oferta cultural. Es una iniciativa de Jean Paul Beer, fundador y líder del 5M Travel Group que tiene mucho expertise en venta de pasajes, hotelería y turismo, una zona que con la cultura va muy bien. Nos juntó Facundo Ponce de León y ahí se sumó Moon, una agencia digital en la que muchos de sus programadores son músicos. Y ahí llegó Wannaclap, que había hecho una plataforma y algo de tecnología para emergentes. Y junto a Tinker —la empresa que tenemos con mi socia Erika Hoffmann— los cuatro sumamos fuerza y nos mandamos a tratar de crear una solución para que la tecnología visibilice, reconozca, ponga valor y multiplique la actividad cultural y artística que hay en la ciudad. Estamos acostumbrados a decir que acá no hay nada para hacer pero eso no es así. Voy lo demuestra.
—Desde la actividad privada, ¿echa de menos trabajar desde el Estado?
—Lo que más extraño es que en Uruguay, el Estado es potente, poderoso. Y permite soñar más grande y que el impacto sea mayor. Pero igual siempre estoy haciendo cosas, proyectos.