Entró como infiltrado argentino y se convirtió en el único mago uruguayo en presentar sus shows en Hollywood

Mayo fue su octava vez en el castillo donde han actuado los referentes de la magia del mundo. "Es jugar en ligas mayores, estar en Disney", define Daniel K, el mago uruguayo que le contó a El País su periplo para cumplir semejante sueño.

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Daniel K haciendo uno de sus trucos con cartas en el exclusivo Castillo Mágico de Hollywood.
Daniel K haciendo uno de sus trucos con cartas en el exclusivo Castillo Mágico de Hollywood.
Foto: Academy of Magical Arts | LMCaptured.

El Magic Castle (Castillo Mágico) de Hollywood es el mejor lugar del mundo para hacer magia. Es codearse con referentes y que tus shows los vean íconos. Es la vidriera ideal para lucirse, y llegar se equipara a lo que significa, para un futbolista, ser fichado por Barcelona o Real Madrid. El camino no es sencillo. Daniel K soñaba con visitar este castillo desde niño, pero poder mostrar sus trucos en el mismo lugar que sus ídolos superó todas sus expectativas: "Este lugar tiene una emoción especial porque estás actuando en donde trabajaron los mejores magos del mundo desde 1950, esos que tenías como referencia", confiesa emocionado a El País.

Es el único mago uruguayo en haber llegado a Hollywood y lo enorgullece. En cada presentación aclara de dónde viene y busca mostrar que la magia en este rincón del mundo está viva. "Lo llevo con mucha responsabilidad, me encanta, y tengo la camiseta de Uruguay súper puesta", asegura.

Logró meterse en este selecto circuito dos décadas atrás, y desde entonces ha sido convocado ocho veces. Jamás declinó una invitación. La última vez fue la semana del 20 de mayo de este año: coincidió que era su cumpleaños, hizo 29 shows en siete días y fue el mejor regalo que pudo recibir. "Cuando me hicieron la propuesta, no lo dudé. Es genial disfrutarlo ahí, es estar en Disney. Es jugar en ligas mayores y estar rodeado de los magos que admiro", expresa.

Cada viaje es un reto profesional (prepara rutinas exclusivas) y estético (el castillo exige un código de vestimenta formal y hay que estar a tono). "La gente disfruta mucho ir de gala: si vas sin corbata o saco te ofrecen en la recepción porque la idea es que adentro todo sea superelegante", cuenta. Por esa razón, corre más riesgo de pasarse en el peso del equipaje, más por la ropa que carga que por los insumos de magia.

"Cada vez es menos importante el material para el show y más importante la conexión con el público. Llevo un mazo de cartas, una pizarra, hojas, y cinco trajes para variar en la semana", asegura el que prefiere usar moñas en vez de corbatas.

Apenas pone un pie en el castillo, el usuario se topa con una biblioteca y debe decir unas palabras mágicas para que se deslice. Acto seguido, transita por un pasadizo secreto y se mete en otro mundo: suena música de la década del sesenta y un fantasma de nombre Irma toca el piano. Se le puede pedir un tema a cambio de propina. Daniel siempre elige "La Cumparsita", para sentirse más cerca de casa.

No es necesario viajar a Hollywood para ver a Daniel K en acción, aunque hay que apurarse ya que se va la última función de Otro campamento secreto. Este espectáculo para toda la familia que propone usar la magia como instrumento de conexión entre las personas estuvo en cartel en vacaciones de invierno. La cita es el sábado 27 de julio a las 16.30 en el Teatro Movie. Las entradas se compran en la web del Movie.

Cómo llegó Daniel K al "Disney" de los magos

El mago Daniel K en la biblioteca del Magic Castle de Hollywood, antes de decir las palabras mágicas y que se deslice.
El mago Daniel K en la biblioteca del Magic Castle de Hollywood, antes de decir las palabras mágicas y que se deslice.

Este año se cumplen 20 años de su primera vez en el Magic Castle y fue para él un regalo inesperado. En aquel entonces se organizaban semanas temáticas de diferentes países y Daniel K iba a viajar en calidad de acompañante de unos colegas argentinos. Su único objetivo era conocer el encantador lugar, disfrutar de los shows desde las butacas y aprender, sin ninguna pretensión de actuar.

"Iba a ir acompañar, pero ellos me plantearon la posibilidad de que ingresara: me postularon, me aceptaron y quedé. Así que ese 2004 fui como un infiltrado argentino con los que en esa época eran referentes de la magia, ahora son amigos. Iba a ir a acompañar y conocer y terminé trabajando una semana con ellos en un lugar que para todo mago es un ícono. A partir de ahí quedé, porque una vez que ven tu trabajo es más fácil que te inviten", comenta.

Las ganas de ser convocado siempre están. La ilusión y la meta se renuevan cada vez que suena el teléfono y le ofrecen ir, porque varían los referentes, el público y sus rutinas. La exigencia es muchísima y la vara se eleva en cada edición.

Los que entran al Castillo Mágico, dice, son referentes mundiales, socios o amigos de esos socios que están muy cerca y vinculados a la magia, así que no hay lugar para la improvisación ni los descuidos. Cada espectador ve cinco o seis shows de 20 minutos por noche, así que se las tiene que ingeniar para cautivar al público en ese breve lapso.

"Trato de que la mayoría de las rutinas sean mías porque es lo que la gente más valora. Trato de perfeccionar el inglés, un debe que tengo. Tenés 20 minutos para conquistar al público y la tarea es que sean memorables, que la gente los recuerde", afirma. Lo suyo se basa en conectar con a través de la interacción y diversión.

Repercusiones que no tienen precio

Daniel K en uno de los accesos del Magic Castle de Hollywood.
Daniel K en uno de los accesos del Magic Castle de Hollywood.

Hacer magia en un lugar tan importante, rodeado de capos, amantes de la magia o profesionales, puede traer aparejada la maravilla de que al finalizar el show te haga un comentario sobre tu técnica o rutina alguien a quien admirás profundamente.

"Hay un mago referente en la magia de salón (la que yo hago) que se llama Mac King y hace el show mejor conceptuado de Las Vegas. Se enteró de que yo estaba y se fue un domingo a verme. Me dijeron un rato antes de salir que estaba sentado en la platea y no podía creerlo. Tengo el recuerdo de él divertiéndose con los chistes, y cuando terminó el show vino a hablarme: se sorprendió de cómo había armado el espectáculo sin tener un buen manejo del inglés. Me comentó detallecitos en trucos que capaz que el público no los nota, pero es la afirmación de que lo que uno está haciendo está bien", expresa el mago uruguayo.

También tuvo de espectadores a Penn Jilette y Jim Anderson. Este último es el inventor del truco El diario roto y recompuesto, y Daniel K tuvo la dicha de que lo viera hacer una versión de ese clásico suyo en vivo.

¿Presión o emoción? "Mucho nervio, pero también mucha emoción de poder presentarles lo que aprendí de ellos y que vengan y me digan, 'qué buena variante' o 'qué lindo concepto'".

Dice también que procura ir un día antes y quedarse un día más, porque los espectáculos cambian todas las semanas, y eso le permite disfrutar de todos los de la semana anterior y posterior a sus presentaciones.

Suele llegar dos o tres horas antes de su show al castillo para poder caminarlo y cruzarse con otros magos a intercambiar. En esas instancias, dice, aprende más que en los shows: "Es tener una charla cortita con alguien sobre un tema específico (cuál es el espectador ideal para participar o el timing en determinado juego), o cositas chicas que a uno le quedan".

—¿Te trajiste contactos útiles o te sirvió de trampolín para conseguir algún trabajo?

—Viajé a Los Ángeles una vez para hacer magia en el bautismo de un chico: me contrató una persona exclusivamente para hacer ese show. Fue rarísimo pero superinteresante. La fiesta era una mezcla de Star Wars y magia, un derroche de todo. Tuve la suerte de hacer magia en un programa de televisión de allá, y siempre está latente que esté alguien mirando y pueda ser un ícono. Dos por tres va Fede Álvarez (director de cine), que está por allá y lo invito porque le encanta la magia. El año pasado fue Gabriela, la del dúo Horacio y Gabriela: sabía que estaba viviendo allá y la invité. Es también un momento de reencuentro con uruguayos y armenios.

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