Fabio Alberti en Montevideo: "Marcamos una manera de hacer humor y televisión en los 90"

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Fabio Alberti

ENTREVISTA

El actor argentino, creador de personajes como Peperrino Pommoro y Boluda Total, se presenta hoy a la noche en Magnolio Sala junto al músico Pablo Oliva

Fabio Alberti
Fabio Alberti. Foto: Francisco Flores

Surgido de esa usina de talentos que fue aquel Cha Cha Cha que creó con Alfredo Casero, Fabio Alberti —quien está radicado en Pueblo Edén donde tiene un emprendimiento gastronómico— está asociado a personajes eternos como Peperino Pommoro y Boluda Total. Esas y otras creaciones van a estar hoy a las 21.00 en Magnolio junto con Pablo Oliva (ex Gazpacho) quien hará un show con sus canciones.

—Todos lo conocimos por De la cabeza, Cha Cha Cha, aquellos proyectos televisivos pero ¿de dónde venía?

—Fue un recorrido lógico: estudié teatro con Ricardo Bartis, Pompeyo Audivert y Alejandro Urdapilleta, a quien veía en el Parakultural donde además daba clases a las que fui en algún momento. Esos son mis maestros y lo que aprendí fue autoproducirme. Bartis te decía “nadie va a venir a golpear la puerta para preguntarte qué te gustaría hacer, así que hacelo vos”. Así que hacía desde la idea, a escribirla a los vestuario. Después me conocí con Alfredo Casero y empezamos primero con De la cabeza, un ciclo de América Televisión donde estaban buscando gente del under que hiciera humor y con Alfredo nos vendimos como dúo. Y Cha Cha Chá fue idea nuestra: lo que cambió fue en vez de las tablas del escenario era un set de televisión, pero siempre generando nuestros proyectos.

—Y tenían unas formas totalmente disruptivas.

—Nada que ver con el conservatorio ni con otras escuelas de teatro. Urdapilleta, por ejemplo, no hacía un curso. Cobraba por clase en el Parakultural, ibas, te anotabas pagabas ese día y tomabas esa clase. La mitad de las veces no iba. Pompeyo tiene su propio sistema creativo muy poético totalmente distinto a todo y así genera sus espectáculos con sus alumnos y Bartís tenía niveles. Si vos venías de la escuela de Chávez te decía. “Bueno, entonces acá vas a Iniciación porque si hiciste cinco años con Chávez no aprendiste nada”.

—¿También transmitían una ética?

—Sí porque eran coherentes con lo que pregonaban.

—Integró una generación donde además de usted y Casero estaban Posca, Capusotto, otros. ¿Cómo ve en perspectiva el aporte de esa promoción?

—No lo pienso mucho pero marcamos, sí una manera de hacer humor y de hacer televisión en la década de 1990.

—A pesar de ser así de disruptivos consiguieron hacerse un espacio. ¿Qué cambió para que eso pasara?

—Cuando empezamos en la televisión realmente no los veía nadie. Con Alfredo nos tomamos el colectivo Alfredo le decía a la gente que ponga América la noche que teníamos un programa. Con el tiempo, otros tomaron cosas de lo que nosotros hacíamos y lo fueron haciendo más popular y entonces se fue como entendiendo un poco más el humor que nosotros hacíamos.

—Usted es un expatriado argentino en Uruguay. Los argentinos nos aman, ahora que está acá, ¿piensa que exageran?

—No sé porque ahora que vivo acá me doy cuenta que no hay que amarlos tanto a ustedes (se ríe). Los argentinos tienen como una particular visión idealizada del Uruguay será porque la ven desde afuera. Pero es un país maravilloso y la buena opinión la tiene gente de todo el mundo, así que no debe ser tan exagerado.

—¿Lo reconoce la gente por la calle en Uruguay?

—Sí más de lo que creía y eso que estoy cambiado, barbudo, más viejo y con el aire frío de la sierra. Hoy por las redes también se ve todo. Y tengo mucha prensa a partir de mi emprendimiento gastronómico (el restaurant Choto en Pueblo Edén). Entonces mucha gente me conoció a través de ahí y después vieron lo que hice en televisión. Hicieron el camino inverso.

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