Gabriel Rolón enfrenta su mayor desafío en su nuevo libro: explicar qué es la felicidad y dónde encontrarla

El argentino, que hoy cierra un ciclo de funciones agotadas en Montevideo acaba de lanzar "La felicidad" y en charla con El País revela algunos secretos

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Gabriel Rolón
Foto: Juan Manuel Ramos

Hoy cierra otro ciclo de funciones agotadas en Montevideo y además está sacando nuevo libro. Buenas excusas para charlar con Gabriel Rolón, psicoanalista y best seller argentino que, desde que vino por primera vez acompañando a Alejandro Dolina, no ha parado de alimentar el cariño mutuo con el público local. El espectáculo que trajo esta vez se llama Palabra plena y va de las cosas que decimos; hoy es la última presentación en el Teatro Metro y, como siempre, las entradas se fueron hace tiempo. El libro, editado por Planeta, se llama La felicidad y va precisamente de eso a partir de reflexiones, experiencias propias y citas ajenas. Sobre un tema así de grande, Rolón charló con El País.

-¿Por qué meterse con algo así como la felicidad que parece tan sencilla de explicar y sin embargo -su libro lo deja claro-, no lo es para nada?

-Es un término de definición muy compleja, sino imposible. Tenés que pelearte con tus prejuicios acerca de qué es la felicidad y analizar cómo la han pensado quienes la pensaron: desde Sócrates y Platón todos se lo cuestionaron en algún momento. No quería escribirlo pero lo hice por un desafío que me planteó un amigo. Pero es un tema difícil para un psicoanalista que está siempre rodeado de gente que sufre: nadie paga para contarte lo feliz que está. Fue una deriva extraña por distintos pensamientos y frases hechas del tipo “la felicidad está en la niñez”. El libro parte de la duda y llega a preguntas y poquitas afirmaciones.

-¿Cuáles, por ejemplo?

-Si sostenemos la idealización de la felicidad como un estado perfecto donde nada me duele, nada me hiere, todo es disfrute, placer y completud, es muy difícil de alcanzar. Si existe alguna forma de la felicidad, va a tener que abrazar de alguna manera nuestra historia, nuestras pérdidas, nuestros valores, nuestros sueños incumplidos o saber que muchos deseos se frustrarán. Y hay que salirse de conceptos engañosos y saber que la felicidad, por ejemplo, no es el éxito.

-Y están, por ejemplo, las frases hechas como “la plata no hace la felicidad”...

-Se decía eso, es verdad. No es tener todo lo que se quiere, esa posibilidad imposible. Ni Elon Musk tiene todo lo que quiere. La felicidad tampoco es el disfrute o la euforia. El libro invita a repensar y a cuestionar todos estos preconceptos que tenemos acerca de qué debería pasar para ser felices. Albert Camus decía que el ser humano muere y no es feliz y que el único tema real de la filosofía era descubrir por qué la gente no se suicidaba. La vida es tan difícil, tan llena de pérdidas, de sobresaltos, de frustraciones, de amores perdidos, de seres amados que se han ido que las pregunta son si puede ser feliz un ser humano o si existe la felicidad para alguien que sabe que muere.

-¿O sea que la felicidad son momentos?

-Lo que me gusta más que pensar un momento en que fuimos felices, es un momento en el que estamos siendo felices. No sirve de nada pensar qué feliz fui con mi mujer cuando me enamoré de ella si hoy no soy feliz con ella. Lo que sirve es que me despierto cada mañana la miro y soy feliz de saber que está allí a 20 centímetros. Esa sorpresa de que lo amado no se haya ido aún en un mundo tan cruel o, en mi caso, subir un escenario y recibir el aplauso y cariño de la gente. Pero uno puede decir “qué feliz fui en la función del viernes”, pero si no estoy siendo feliz en la del sábado, esa felicidad antigua lejos de hacerme bien, me hace mal: me ancla en algo que ya está perdido. Si la felicidad existe en algún lado es aquí y para que exista tiene que ser presente y para que sea presente, tenemos que estar en un estado de apertura y receptibilidad que permita acoger esos momentos y darnos cuenta de eso. Un error es querer eternizarla: nada es eterno en la vida, por qué iba a serlo la felicidad. Abrazar la felicidad es renunciar a quererla para siempre.

-¿Es más fácil distinguir la tristeza?

-Lord Byron dijo que el dolor es más fuerte que la felicidad por eso el recuerdo de un momento feliz es un poco doloroso y el recuerdo de un momento doloroso duele para siempre. En la tristeza, los sentidos, están tan avasallados por el dolor, por la angustia, por lo perdido que se nota mucho más fácil. La felicidad te pasa desapercibida y por ende, no la disfrutas y por ende no fuiste feliz. Te das cuenta después: tuviste la oportunidad de ser feliz y lo dejaste pasar. Y es porque en esos estados uno se relaja. Por eso creo que la felicidad es la sensación que también se experimenta cuando te das cuenta que aquí y ahora estás siendo feliz. Fue un momento feliz, pero vos no fuiste feliz. En el libro, acuño un neologismo que es el de “faltacidad”, la capacidad de ser feliz a pesar de lo que falta. Lo que debo intentar lograr es abrazar esas faltas que determinan la persona que soy para vivir un momento que, con esa faltas incluidas, sea de felicidad.

-El concepto de felicidad ha cambiado, además...

-Se lo llevó por delante el disfrute, que es más innoble. Hoy la cultura nos incita a disfrutar y por eso no hay tiempo para nada. El disfrute no es la felicidad. Hoy la cultura intenta privarnos del legítimo derecho a pelear para ser felices, por la obligación de disfrutar. La cultura que vivimos armó un mundo para que consumamos por eso necesita el disfrute porque si ya no disfrutas con algo, cambias de serie, de teléfono: consumí para disfrutar. La felicidad, en cambio, requiere de cierta preparación: es la construcción artística que un ser humano debe ser capaz de realizar para que el placer, el disfrute y estas cosas tengan un sentido totalmente diferente al que tienen hoy.

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