Jaime Clara: "No quiero que mi imagen televisiva contamine al personaje de la radio"

El conductor de Telenoche 4 acaba de publicar su cuarto libro de relatos, "Sin red", y charló con El País de cómo conviven en él, el periodista y el escritor

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Jaime Clara

Jaime Clara está en la ventana de un café céntrico leyendo un libro de Milton Fornaro. Lo marca y lo subraya porque está preparando la entrevista que le va a hacer en Sábado Sarandí, el programa que produce y conduce todos los sábados hace 22 años. La excusa de un café con El País es que el conductor de un informativo acaba de editar su cuarto libro de relatos en ocho años. Se llama Sin red (Seix Barral, 690 pesos) y reúne 12 cuentos en los que “con un estilo directo, lenguaje sobrio y deliberadamente sencillo”, de acuerdo a la nota de contratapa de Mercedes Rosende, cuenta aventuras cotidianas donde siempre ronda lo personal, en las que se cuela el periodista y a las que se atreve a introducir elementos fantásticos. Así, en general en primera persona, Clara rescata el texto que un hijo encuentra de su padre, una anécdota que involucra a su hermana, Mercedes, una sala de emergencias con apariciones inesperadas o un viaje en el tiempo a la fiebre amarilla en Buenos Aires con aparición especial de Juan Manuel Blanes incluida.

Como más o menos reconoce en la entrevista, hay algo de narrador oral en su estilo. Y de un periodista que vive en tensión, dice, con su oficio de escritor.

Clara, además del clásico Sábado Sarandí, es desde febrero el conductor de la edición central de Telenoche 4, un desafío del que, dice, sigue aprendiendo. Escribe para el blog Delicatessen (dedicado a gastronomía, viajes, cultura “y otras debilidades”), dibuja, edita libros de poesía y es una figura recurrente en presentaciones y actos culturales. Y se levanta todas las mañanas a las tres para conducir Es noticia (que empieza a las seis, también en Sarandí). Es un montón, pero todo es motivo de entusiasmo para este maragato nacido 1965. Sobre algunas de esas cosas, Clara charló con El País y este es un resumen de ese diálogo.

-Empecemos hablando de su libro, que es la excusa para volver a vernos. Me preguntaba si ese Sin red es un concepto que lo define.

-En la presentación, Jorge Bafico me echó en cara que en una entrevista yo había dicho que no me consideraba un escritor sino un periodista contador de historias. Como que me cuesta asumir el mote de escritor y por eso creo que el libr o es, sí, tirarse sin redes. Es hacer otra cosa con la que no estoy habituado, que te lea gente con otros códigos que no son los del periodismo, los de la televisión o de la radio. Eso es un salto al vacío, lo que no es algo negativo sino un desafío cotidiano que tenemos los periodistas. Y en mi situación profesional más, porque allí rindo otros exámenes diferentes a los que doy día a día por estar en los medios.

-¿Cómo prepara un libro?

-No soy un escritor que esté permanentemente generando material porque escribo otras cosas, estoy en la radio, en la televisión, así que no tengo tiempo de ir armando un libro. Anoto ideas en el teléfono pero no las aterrizo. Pero cuando la editorial me apura, me dedico en cuerpo y alma a escribir. Soy un autor espasmódico.

-Eso de trabajar con plazos debe venir del periodismo...

-Tiene que ver con eso. Lo pensaría hasta del punto de vista creativo: no sé si me sentara a escribir sin plazo podría llegar a estar cómodo. Tengo que tener un objetivo y un cierre concretos.

-¿Qué une a todas las historias de Sin red?

-Quise no repetirme así que busqué ingresar en algo más fantástico: hay un viaje en el tiempo, por ejemplo. Buscar elementos de la vida real y ficcionarlos siempre me entusiasma.

-¿De dónde viene eso?

-Hay un concepto que le escuché a Luis Landriscina y me marcó: decía que contaba cosas sobre lugares donde aparentemente no pasaba nada. Y me pareció interesante porque también los periodistas buscamos historias donde aparentemente no las hay. Ahora que veo el desafío de mis compañeros y de todo un equipo para llenar un informativo de dos horas y media con noticias nuevas, originales y lo consiguen, me doy cuenta que el mundo está lleno de historias en lugares donde nunca pasa nada. Buscar esas historias mínimas -en mi vida o en vidas ajenas- o inventarlas, es algo que me gusta mucho hacer.

-Algunos cuentos son en primera persona o tienen datos y señas que le pican cerca. ¿Cuál es su papel en su literatura?

-No necesariamente soy yo. Me gusta la ambigüedad.

-Bueno, pero el que se levanta todos los días a las tres de la mañana para ir a trabajar es usted y Mercedes, su hermana, estuvo vinculada a la obra del Padre Cacho y es el centro de uno de los relatos...

-No es autoficción y aunque no sabría escribirla, capaz que quise jugar con eso. Pero, por ejemplo, nunca fui periodista de diario y en mis libros siempre hay un cuento con un periodista. Soy el narrador, sí, pero no necesariamente estoy metido en el relato.

-¿Cómo conviven el periodista y el escritor?

-Están en tensión permanentemente. Soy un periodista que escribe y por eso, quizás, me cueste mucho la ficción pura y dura. Ese es el paso que siento me falta dar.

-Rosende define su obra, como “un estilo directo, lenguaje sobrio y deliberadamente sencillo”. ¿Cómo llega a eso?

-Eso viene de Homero Alsina Thevenet y aquello de “una línea, un dato; un párrafo, un concepto”. Esa es mi aspiración.

-¿Hay algo de narrador oral, también?

-De chicos, mi tía Emma nos contaba a mí y mis hermanas todas las noches, historias de las que se inventaba los personajes y que transcurrían en San José. Así que, en una de esas, uno antes que lector fue oyente de cuentos. Y eso puede estar, claro.

-Aunque ya estaba en la tele, ¿cómo lo cambió ser el conductor de Telenoche?

-Estoy aprendiendo todos los días a lidiar con eso. Cuando empecé en Con amor al arte por Nuevo Siglo o ahora en este desafío, siempre hay una suerte de conflicto porque soy de los que hago una cruzada en contra de las cámaras adentro de los estudios de radio porque le quitan la magia. Y no quiero que mi imagen televisiva contamine al personaje o al periodista de la radio que ya tiene su tono propio. Pero sé que me convocan a la televisión por el personaje radial que generé y trato de que las dos cosas convivan armónicamente.

-Pero ahora lo conoce mucho más gente...

-Muchos de los que me reconocen en la calle y me saludan no tienen la menor idea que tengo un programa de radio cultural. Y también me ha pasado, y es muy divertido, que mucha gente elige Telenoche porque son muy fieles y muy generosos conmigo.

-¿Y lo paran mucho por la calle?

-Ese recato que se suele adjudicarse a los uruguayos de no cholulez, de respetar los espacios del otro, se mantiene...

-Dígame que por lo menos se siente más observado que antes.

-Sí, aunque no soy tan estridente, ni salgo mucho. Lidiar con la exposición es un desafío que hay que irlo cuidando.

-Y más teniendo en cuenta lo que decía recién que usted ha construido una personalidad a través de algo tan íntimo como la radio...

-Sábado Sarandí -el programa al que le dedico alma y cuerpo hace 22 años- es absolutamente solitario. Hipergozoso, sí, pero muy solitario. Así que ahora también tengo que aprender lo colectivo.

-¿Qué es lo que más le está costando? ¿Con qué aún se siente incómodo de ese nuevo rol?

-Diría que con la presión del día a día porque un informativo es el programa más competitivo de la televisión. En eso estoy súper conforme porque Telenoche está dando pelea todos los días y estamos muy satisfechos con lo competitivos que estamos siendo. Hay una elección de la gente por el informativo.

-Venimos generacionalmente de un periodismo analógico. ¿Cómo recibe toda la nueva tecnología?

-También es un aprendizaje. Hace unos días di una charla para el Rotary y hablé de la inevitabilidad de los cambios y lo fundamental que es la capacidad de adaptación. A muchos nos cuesta más, a otros menos, pero tenemos que asumir esas cosas. Pero hay temas que no cambian: la forma de informar, determinados valores, determinado rigor, determinado tipo de información, la verificación y la contextualización de noticias. Son las mismas de las generaciones anteriores (la de Alsina Thevenet que hablábamos), la anterior a la nuestra, la nuestra y las que vienen después. Y es nuestro deber preservar esos valores. Ese es nuestro mandato en Telenoche.

-Conduce un informativo, tiene un blog, edita libros, es dibujante, tiene un programa cultural en radio en una combinación de tareas que uno podría llamar exótica. ¿Se siente un raro?

-Soy raro, en todo caso, porque, en los tiempos que corren, mi interés principal es el periodismo cultural. Que me guste la música francesa o Leo Masliah me hace raro. Que haga un portal como el que hago (Delicatessen) también es algo raro. Pero no diría que soy raro. Sí, un tipo particular.

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