ENTREVISTA
El periodista y coconductor de "Fácil desviarse" lanzó "Blitzkrieg Pop", un podcast para UyCast donde repasa la Segunda Guerra Mundial
Hay libros que se descubren en la niñez y que se desentrañan durante meses, mientras se ejercita la imaginación por primera vez para llenar de imágenes cada escena. Y cuando la lectura es una herramienta recién aprendida, el efecto es incluso más maravilloso. Aunque uno vaya expandiendo sus intereses a medida que crece, esos libros quedan marcados en la memoria con una huella indeleble.
Y eso es justamente lo que le pasó a Juanchi Hounie con La gran crónica de la Segunda Guerra Mundial, una selección de tres tomos a cargo del Reader’s Digest, que durante un cuantos años estuvo en la mesa de estar de su casa, como si fuera un mueble más. Pero, cada tanto, sus padres le leían algún capítulo y, de a poco, se empezó a interesar por esa historia. Más adelante, la curiosidad lo llevaría a sumergirse en esas páginas. “Fue un caldo de cultivo”, le comenta ahora a El País.
El interés se alimentó con la llegada del cine. Hounie se pasaba las tardes de sábado frente a la televisión, mirando las películas de guerra de Sábados de cine. Así completaría su curiosidad por ese conflicto que marcó el siglo XX, y que luego se vería reflejado en su interés por construir maquetas de aviones y tanques. Esa afición se mantiene hasta hoy: “Hace un par de años fui a un remate y compré como 20 cajas de maquetas que aún no armé, pero si algún día me jubilo, los armo”, comenta.
Pasaron los años y Juanchi entró a la radio y a la televisión e hizo de todo, menos hablar de la Segunda Guerra Mundial. Pero su interés seguía vivo. En 2016 pudo llevarlo al aire, cuando reclutó al profesor Alberto Márquez para ofrecer una serie de columnas sobre el tema para Suena Tremendo —ahora Fácil desviarse, por Del Sol FM—, el programa de radio que hace 10 años conduce junto a Diego Zas. “Ahí retomé la lectura y me metí de nuevo en ese tema que me apasiona”, asegura Hounie.
El espacio duró un año, pero él se quedó con ganas de profundizar. La nueva oportunidad llegaría en 2020, cuando los conductores de La Mesa de los Galanes le dedicaron un rato largo al conflicto bélico. Llegaron tantos mensajes de los oyentes que al productor Gastón Carbajal se le ocurrió hacer una columna. Era oyente de Suena Tremendo, así que invitó a Juanchi a conducirla.
Tras esas instancias, llegó Blitzkrieg Pop, un podcast para UyCast que estrenó en noviembre. Está disponible en Spotify y ya tiene 12 episodios que van desde los 15 hasta los 40 minutos. Ahí retoma todos esos acontecimientos que descubrió en la niñez.
Habla del origen del fascismo italiano, el ascenso de Hitler al poder y hasta se anima a una tetralogía dedicada al ataque de Alemania a la Unión Soviética. Pero también le da espacio a esas pequeñas historias que descubrió en las páginas del Reader’s Digest, en Sábados de cine y en la colección de libros que fue adquiriendo a lo largo de los años, como la de los 11 noruegos que sabotearon la bomba atómica nazi. “Quiero contar la guerra desde mi pasión, y no desde el lugar de un erudito o historiador, porque no tengo ese nivel”, aclara.
—En Blitzkrieg Pop narrás el contexto de la Segunda Guerra Mundial, pero dándole espacio a las pequeñas historias. ¿Sentís que ese enfoque puede generar un interés mayor?
—A la hora de armar el podcast me planteé dar un contexto político, social e ideológico a la Segunda Guerra Mundial porque, en definitiva, fue una consecuencia de la Primera Guerra Mundial. La época de posguerra fue muy fermental, con un cambio del paradigma político y económico: empiezan a sucumbir las democracias liberales, viene el crack de 1929 y empieza el ascenso de movimientos políticos de corte nacionalista y autoritario como la posibilidad de frenar la Revolución Rusa de 1917. Todo ese contexto es muy rico e interesante, pero a la vez me interesaba buscar las historias minúsculas, que son como aventuras o libros que puedo narrar como si fueran una ficción o una radionovela.
—Lo interesante es que se puede ver cómo el resentimiento que generaron el Tratado de Versalles y la crisis económica de 1929, alimentó a los movimientos que iniciaron la guerra.
—Sí, y lo otro que es interesante del podcast es que permite reflexionar. Una vez que empezás a repasar cómo se fueron constituyendo los movimientos fascistas de ultra derecha, es ver cómo aquello que sucedió en esa época tiene parangón con lo que el mundo está viviendo desde hace unas décadas. Es el cuestionamiento del funcionamiento de las democracias liberales para ver si han logrado darle respuestas a los grandes perdedores del intercambio global. Entonces, todas esas personas que hoy sienten que no encontraron respuestas en la democracia, ya sea liberal-centrista o socialdemócrata —tanto en Europa como Estados Unidos—, terminaron viendo con buenos ojos las respuestas más nacionalistas y xenófobas. Es por eso que en el primer mundo hay un nuevo auge de facciones de ultraderecha, nacionalistas y populistas —más allá de izquierda o de derecha— y es un contexto similar al que podés analizar en los años 20 y 30, antes de la Segunda Guerra. Es un vínculo interesante para repasar la historia de lo que pasa en este tiempo.
—Y eso queda claro en los discursos que vas citando en los episodios: el contexto y los personajes cambiaron, pero la esencia es la misma.
—Sí. Creo que hay un discurso que tiene que ver con los problemas de aquellos años que, en definitiva, no son tan diferentes a los de estos tiempos. Lo que sucedió con los nacionalismos y con los movimientos de izquierda dirigidos desde Moscú fueron un ataque al sistema heredado después de la derrota de Napoléon y de las reformas liberales del siglo XIX. Cuando ese paradigma empezó a caer, el lugar de salvadores lo ocuparon los demagogos y autocráticos que recogieron las frustraciones de los desposeídos, y eso derivó en un conflicto bélico inusual. A partir de ahí surgió el paradigma del mundo posguerra, que sirvió durante 60 años para encaminar al mundo. Ahora vuelve a estar interpelado con los populismos, los nacionalismos y la China imperial, con un capitalismo muy dirigido que busca ser la primera potencia del mundo. Es un movimiento muy interesante que puede sustentar a la democracia liberal o a interpelarla una vez más, aunque no creo que repitamos la historia. En Estados Unidos, el cambio político lo muestra, pero estamos ante un cruce de caminos.
—Con este podcast se confirma que cada vez es más difícil definirte. Pasás por el humor, hacés columnas de música, entrevistas políticas y ahora repasás la guerra. ¿Considerás que estás mostrando una nueva cara de tus intereses?
—De alguna manera, siento que soy el reflejo de mis intereses, que es un abanico bastante grande porque me interesa la música, la política, la historia y el humor. Dentro de ese conjunto de cosas, trato de buscarles un espacio para ser creativo. No soy experto, pero al tener interés y pasión trato de buscar un lugar emocional que defina mis intereses para que sean originales. Nunca voy a ser un experto, pero sí los puedo tratar con calidad, rigor y hacer que sean narrativamente interesantes.
—Lo bueno es que es difícil encasillarte. ¿Cómo podrías definir tu propuesta en los medios?
—Quedarme en un solo lugar o en un estilo que sea inequívoco no me despierta demasiado interés. Prefiero hacer todas las cosas que se me presenten como un desafío de una manera impulsiva, pero teniendo en cuenta que no me tiro a la piscina a hacer cualquier cosa. En términos de metáforas futbolísticas, un día puedo jugar de golero, otro de nueve y otro en la mitad de la cancha; probablemente no sea el mejor en ninguna de esas posiciones, pero me divierte.
—Además de tu trabajo en radio, también pasaste por Desayunos Informales y Séptimo Día, donde te dedicaste a las entrevistas políticas. ¿En algún momento te sentiste abrumado por tanta exposición?
—En Fácil desviarse siempre hacíamos entrevistas políticas, pero en la televisión había quedado muy vinculado al lado del entretenimiento. En 2019, que era año electoral, me tocó arrancar ese cambio con ambos programas. Hay momentos en los que te sentís muy desbordado, pero sarna con gusto no pica.
—Te fuiste ganando un lugar de periodista incisivo. ¿Sentís que pudiste aportar al debate en épocas de elecciones?
—Siento que sí. La entrevista en televisión tiene tiempos acotados y como los políticos son hábiles son hábiles en dominar su discurso, no te queda otra más que cortar una respuesta que te parece larga. Hay muchas maneras de entrevistar, pero en Séptimo Día, que éramos muchos, yo sabía que mi lugar era el de confrontar el discurso armado. Yo quería desarmar a los políticos para lograr algo atractivo en términos de televisión.