Esta es la primera vez (y quizás la última) que escribo un texto periodístico en primera persona y absolutamente centrado en mí. Descubrir historias para contar es de las cosas que más disfruto de mi trabajo en el diario, y el lunes 13 de enero me encontré siendo la protagonista de un relato digno de ser compartido. Ese día cumplí el sueño de entrevistar a Marcelo Tinelli en su chacra en José Ignacio, pero además, y para mi sorpresa, hice que se emocionara hasta las lágrimas cuando al finalizar la nota le pedí que me firmara una foto que llevé impresa de mi yo de cuatro años posando al lado del televisor, con un joven Marcelo en la pantalla de Telefé.

Desde que me enteré que el 13 de enero a las 12:40 iba a entrar a Guanahani, la mansión del conductor argentino ubicada en José Ignacio, me volví un poco monotemática. Los que me conocen saben que me sé vida y obra de Marcelo Hugo, que me compraba todas las revistas donde aparecía, que he visto miles de entrevistas suyas, que cuando de niña alguna vez venía a Punta del Este soñaba con cruzarlo (algo imposible en tiempos donde el número uno de la televisión se dejaba ver casi nada), que mi perrito se llamaba Lorenzo en su honor, y que siempre soñé con un mano a mano y entrar en su casa.

El pasado lunes, Tinelli abrió las puertas de su hogar por primera vez para recibir a varios medios con el fin de promocionar el reality Los Tinelli, que se estrena el 17 de enero por Prime, y me tocó a mí ir en nombre de El País. Me anuncié en la puerta temblando, y esperé casi una hora para poder charlar diez minutos con él, sus hijas Micaela y Candelaria y su primo Luciano "El Tirri", y el encuentro superó todas mis expectativas.

La idea de llevar la foto no partió de mí, sino de mi tía durante una charla en el grupo familiar de Whatsapp, y debo confesar que al principio sentí que era una locura. Hablar con Tinelli ya me parecía un montón, su presencia me intimidaba, y me ponía muy nerviosa, pero perdido por perdido, decidí imprimir esa foto que tengo guardada en el carrete del teléfono, por si cuadraba hacerle el pedido.

Al finalizar mis diez minutos de charla, aproveché que era la última periodista en la fila de entrevistas, me animé y le dije a Marcelo, "tengo algo para mostrarte". Y le entregué la foto impresa. Miró asombrado y sin entender mucho, entonces le conté que la de la foto era yo y que me gustaría que me la firmara. "No puedo creer, qué hermosa foto", me dijo conmovido. Preguntó de qué año era, le contesté que yo ahí tenía cuatro y ahora tengo 37, y acto seguido, se la mostró a sus hijas.

"No puedo creer, guardaste la foto todos estos años", me dijo Cande. Entonces le conté que en realidad era una foto de una foto original guardada en un álbum en la casa de mis abuelos, donde fue capturado el momento, y que la había llevado a imprimir la tarde anterior gracias a la sugerencia de mi tía, solo para que me la firmara su papá.

Marcelo escuchó el relato y me confesó estar emocionado. Lloró conmigo mientras le contaba que mi sueño siempre había sido entrevistarlo y entrar a esa casa, que de chiquita miraba el programa con mi madre, que era una compañía cuando mis padres se separaron, que me traía muchos recuerdos de mi infancia, y que lo sigo desde que tengo uso de razón.

Se sentó con la lapicera que le había dado un minuto antes, me preguntó mi nombre y se tomó su tiempo para escribir una dedicatoria mucho más extensa, sincera y emotiva de lo que jamás hubiera esperado:

"Para Mariel, con todo mi amor. Me mataste con esta foto. Gracias por hacerme emocionar. Mi enorme cariño para vos y tu familia. Marcelo Tinelli".

(La entrevista a Marcelo Tinelli y su familia por el reality saldrá publicada entera en El País antes del estreno, en formato web y papel).