La inspectora Murillo de "La casa de papel" ahora vive y trabaja en Buenos Aires

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Itziar Ituño

ENTREVISTA

La actriz Itziar Ituño habla del final de la serie de Netflix y su vida en Argentina donde está filmando una película

Entre sonrisas y una decepción, Itziar Ituño habla con La Nación. Está sentada en la Green Room del Comic-Con 2022, y en menos de dos horas se va a presentar en el panel del Main Stage: es una de las invitadas internacionales de esta edición de la convención que reúne a los fans de los cómics, las series y las películas.

A poco del final de La casa de papel, la ficción de Netflix que le dio impacto internacional, la actriz vasca se maravilla con las zonas verdes de Buenos Aires, con el teatro off y el cine independiente, que la encuentra instalada en Argentina. Es que Ituño está rodando Pensamiento lateral, película que la tendrá en la vecina orilla hasta enero de 2023. Su decepción, justamente, tiene que ver con la poca prensa que hubo en la rueda de prensa que se hizo la semana pasada sobre el film que también protagonizan Alberto Amman de la serie Narcos; Mauricio Paniagua, de Monzón, y César Bordón, de Luis Miguel. En esta nota habla de eso y de su papel clave.

—¿Qué representa para vos La casa de papel?

La casa de papel me ha cambiado la vida. Nos ha cambiado la vida a todos, por este fenómeno social en el que se ha convertido. Ahora tenemos muchas más posibilidades de trabajo y yo estoy agradecida con el proyecto, por eso, y también con mi personaje Raquel Murillo, que luego es Lisboa. Lo bonito es que recorre todos los escenarios.

—¿Cómo fue ese salto, de ser conocida en tu pueblo a pasar a ser conocida a nivel mundial?

—Con el barbijo me protejo bastante, paso bastante desapercibida y como me han oscurecido el pelo para hacer de Julia (su papel en Pensamiento lateral), ando más tranquila. Pero es verdad que la cosa es muy loca, en cualquier rincón del mundo, en cualquier aeropuerto... La gente te reconoce y te quedas raro. A mí no me había pasado nunca esto y uno lo surfea como puede. Tiene su parte bonita de reconocimiento y la parte más feíta que es que pierdes tu privacidad y tu libertad de ser una persona desconocida, que es algo maravilloso. La fama no es tan linda.

—¿No te sentís tan cómoda con la popularidad?

—Me siento más cómoda con mi vida tranquila, que nadie te mire raro; no somos nada del otro mundo los actores, actrices. Es un oficio que lo puedes hacer mejor o peor como cualquiera en su trabajo, pero de pronto el audiovisual lo que hace es como ponerte una lupa y parece que eres gran cosa. Y no, eres gente igual que todo el mundo, y que admiren o reconozcan tu trabajo es algo bonito. Pero que te ensalcen o endiosen como persona es una falacia. Aquí cada quien es protagonista de su vida y cada quien es importante en su vida y cada quien tiene que vivir su propia peli. Eso es lo importante de vivir y considerar a la gente como es, somos todos iguales, nadie porque tenga más dinero es más que nadie. Para mí es esa la base, entonces me siento incómoda cuando me miran un poco en vertical... ¡A mí, en horizontal, por favor!

—No habías estado en Argentina. ¿Hace cuánto llegaste?

—Llevo casi tres semanas acá; se me ha pasado volando. Estamos más o menos en el Ecuador de la filmación y llegué una semana antes para los ensayos y eso. Terminaremos la filmación sobre el 10 de enero. En los tiempitos que me quedan, entre el rodaje, recorro un poco. Estuve en La Boca, en San Telmo. Ahí voy poquito a poco descubriendo los rincones.

—¿Qué viste en teatro?

—He visto dos obras, la primera que vi es La vida extraordinaria, en Timbre 4. Es una obra que te golpea el alma, te sacude... Se la recomiendo a todo el mundo. Después vi Pequeña Pamela, una propuesta interesante que mezcla lo mitológico y lo moderno.

—Todo del under.

—Es lo que me interesa a mí. Las propuestas independientes me parece que son más libres y toman más riesgos, me veo más ahí. El teatro comercial no me interesa tanto.

—Después de La casa de papel es difícil imaginarte ahí...

—Sí, pero para mí las grandes producciones no son las que tienen más dinero. Hay grandes historias que pueden tener un presupuesto muy chiquito y que no dejan de ser grandes, y que el ingenio y la manera de contarlas las hace gigantes. Si estuve en La casa de papel fue porque antes estuve en un proyecto vasco que se llama Loreak, que es una película de poquito presupuesto, que de pronto le dio un vuelco a mi vida. Fue a los Goya, la mandaron a los Oscar. Una película hecha en euskera, que es mi lengua, y de pronto gracias a esta película termino en La casa de papel. Me ofrecen el casting pero no me conocían hasta ese entonces: yo había trabajado solamente en mi tierra, en el País Vasco, y eso es lo que te abre las puertas al mundo en realidad. La casa de papel lo hace a nivel internacional.

—Antes de La casa de papel, de hecho, fuiste parte de la televisión vasca por casi 15 años.

—Estuve como 13 años en Groenkale, en euskera. Me permitía, como rodábamos a la mañana, hacer teatro. Hay muchos actores que han hecho mucho cine y tele y que no han pasado por el teatro, creo que les falta una parte grande del aprendizaje de lo que es este oficio. Para mí es mi base: empecé en el teatro, después fui a la tele, que quizá es el que menos ilusión me hace. Para mí el teatro y el cine son wow.

—¿Qué podés contar de la película Pensamiento lateral?

—Se hizo una rueda de prensa. No fue mucha gente, me dijeron que nos iban a encontrar acá, pero fue una pena porque estaba todo el elenco: Alberto Amman, Mauricio Paniagua, César Bordón... Es de cine independiente argentino. Quiero apoyarlo, porque se desviven por sacar una película adelante, con todo lo que cuesta, y además los guiones son... Toman muchísimos más riesgos, no se quedan solo en lo comercial. Que me hayan invitado a formar parte de una película de cine independiente made in Argentina me parece que es el mejor regalo que me podían hacer. He visto mucho cine argentino y me gusta muchísimo.

—¿Qué películas te gustaron?

—El secreto de tus ojos, Relatos Salvajes... La odisea de los giles, en Netflix, y ahí voy siguiendo un poco también lo que aparezca de Latinoamérica. Trato de verlo todo porque trae un aire distinto.

—Veía que los papeles que te interesan, o las canciones en las que participás, como “No es no”, tienen una impronta feminista...

—¡Es que soy feminista! Necesitamos un cambio urgente. Necesitamos darnos la mano entre todas y cambiar la mierda de sistema que nos trata como gente de segunda. Somos más de la mitad del mundo. No hay derecho. Me gusta este despertar que estamos teniendo, nos estamos hermanando porque hasta ahora nos han enseñado a ser casi competencia unas de otras, en el “divide y vencerás”; y ahora de pronto hay un despertar de hermanamiento, de sororidad en el que yo me veo, y esa es mi lucha.

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