Los 100 años de China Zorrilla, la figura que marcó su tiempo, su arte y la vida de todos

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China Zorrilla será objeto de tributo por medio de una exposición
China Zorrrila.
Foto: Archivo El País.

Semblanza

Hija de escultor, nieta de poeta, China Zorrilla fue una personalidad única y uno de los iconos culturales rioplatenses con éxitos cinematográficos y teatrales

China Zorrilla será objeto de tributo por medio de una exposición
China Zorrilla

Todos la conocemos como China, una familiaridad de apodo al que acceden pocas figuras públicas. Hija de un escultor de la patria y nieta del poeta de la patria, el carisma terrenal de Concepción Zorrilla de San Martín parecía contradecir ese origen en la aristocracia intelectual de este país. China siempre fue una más de nosotros.

Mañana cumpliría 100 años, una efemérides que permite poner en perspectiva su figura como actriz y su permanencia en el imaginario colectivo. Murió hace siete años (¿tantos?) pero aún sigue siendo un referente inevitable para la cultura rioplatense, manteniéndose viva a través de recuerdos, personajes, escenas inolvidables e historias tan bien contadas con esa voz engolada que era parte de su personalidad,

Su historia de vida es un souvenir de toda una época del Río de la Plata. Producto de una familia patricia y culta, impulsó su vocación por el teatro a mediados de la década de 1940.

“Mi abuelo siempre decía que yo iba a ser actriz, y mis tías le decían, ‘papá, no le pongas cosas en la cabeza a esta chica’, porque era como si dijera que iba a ser prostituta”, le contó una vez a El País. “Y aunque él nunca me vio arriba de un escenario, cada vez que subo a escena pienso si no estoy dejando mal parado mi apellido. Incluso me detiene en algunos proyectos pensar que me llamo Zorrilla. Porque todo el mundo sabe quién fue mi abuelo: lo enseñan en historia”.

Integró el grupo Ars Pulchra y dirigida por Román Viñoly Barreto fue Violaine en La anunciación a María de Claudel. Fue su debut y se estrenó en el Auditorio del Sodre y en el Astral porteño. Como escribió Carlos Reyes en su obituario para El País, “ya desde entonces, China llevó y trajo sus éxitos de una orilla a la otra”.

Después de dirigir y protagonizar, La zapatera prodigiosa recibió una beca del gobierno británico que le permitió conocer de primera mano la Londres de posguerra, de la que dejó testimonios en cartas a su madre.

Diez años después, sus crónicas de un viaje a Europa en 1959 fueron publicadas por El País. Están recopiladas en Diario de viaje (Ediciones de la Plaza), un libro maravilloso.

A su regreso se integró a la Comedia Nacional de Margarita Xirgu, un referente artístico fuerte en China. A comienzos de la década de 1960 fundó con Antonio “Taco” Larreta y Enrique Guarnero, el Teatro de la Ciudad de Montevideo (TCM) que jugaba de locatario en el Teatro Odeón.

Por entonces, también, vivió en Nueva York junto con Carlos Perciavalle haciendo y aprendiendo teatro. Esa estadía neoyorquina ha sido centro de incontables anécdotas.

“Conocí a Maurice Chevalier, que me regaló bombones y nos escribimos cartas”, le contó a El País hace muchos años. “También, en Nueva York, Dustin Hoffman trabajó conmigo cuando todavía no era famoso”. Uno tendía a creerle esas historias.

En 1970 cruzó a Buenos Aires para debutar en cine en Un guapo del 900 y allí se quedó 40 años (siempre viviendo en la calle Uruguay porteña) donde desarrolló una carrera estelar en el teatro y en el cine. Entre otros tantos personajes, fue Elvira en Esperando la carroza y Elsa en, precisamente, Elsa y Fred, uno de sus papeles preferidos. Participó, además, en incontables obras de teatro exitosas en la calle Corrientes.

De sus últimas actuaciones en Uruguay fue El diario de Adán y Eva, teatro leído en sociedad con su compinche de todas las horas, Carlos Perciavalle. En 2010 representó Las d’enfrente en el Teatro Stella.

Murió en septiembre de 2014 enlutando a dos países que la despidieron con saludos oficiales y populares. Era eso: una institución cultural, una figura querida por todos, generosa, divertida y amiga de sus amigos. Ya no se hace gente así.

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