Parado al costado del auto en algún punto de alguna ruta argentina, comiendo una hamburguesa un miércoles a las tres de la tarde, “cagado de hambre”, Migue Granados habla con El País exactamente igual a como habla con sus amigos, en Olga o en cada uno de los proyectos que ha liderado. Dice, pongamos, “malas” palabras; solo una vez pide perdón. Charla con una soltura asombrosa para una figura con ese nivel de exposición, como si nada importara; dos veces, no más, avisa que lo que está diciendo no es para que se publique. Sabe, lo menciona varias veces en esta entrevista, que en un punto ser uno mismo puede ser “peligrosísimo”. Pero también puede valerle el éxito.
En el último año, Migue Granados se convirtió en una de las personas más miradas y escuchadas del mundo digital del Río de la Plata. Es el corazón de Olga, el canal de streaming que pensaron los hermanos Luis y Bernarda Cella y para el que nunca hubo plan B. En abril, los Cella le dijeron a Clarín: “Nosotros fuimos a buscar una filosofía para que el canal tenga la personalidad de Migue. No queríamos a Migue cara; queríamos que Olga hable como habla Migue, que el que ve Olga sepa que Olga piensa así. Para nosotros Migue es más valioso de lo que parece. No es sólo un conductor. Es la esencia”.
Granados es, también, el cerebro de esta propuesta de “stream art”, un rol que se divide con Lucas Fridman, su compañero en el programa Soñé que volaba. Es conductor, humorista, cantante, padre, amigo, arrogante, noble, cholulo, supuesto hincha de Peñarol aunque no entiende "un porongo" de fútbol y usa la camiseta carbonera a partir de un chiste con la audiencia —"Me putean los de Nacional y yo no sé qué decir", admite—, rosarino, tierno y el que el 5 de octubre comandará el espectáculo Olga y las Bandas Eternas en el Antel Arena, que va camino a agotarse. Es todo lo que haya que ser en el canal o, más bien, todo lo que es una persona: mil caras expuestas durante tres horas, cinco días a la semana, consumidas a diario por entre 80 mil y 160 mil personas, pero a veces, como en el caso de la visita de Rodrigo de Paul de este jueves, por un millón.
“Se da porque nosotros somos eso, genuinos”, dice Migue (nacido Miguel, 37 años, dos hijos), cuando habla de cómo el público se integró a Olga como si fuera uno más de la barra. “Si nos pinta llorar, lloramos; si nos pinta reír, nos reímos; si decimos una barbaridad, salimos a pedir perdón (les pasó esta semana, en un caso que confrontó a Toto Kirzner con Pepe Cibrián); nos prendemos, hablamos de temas fuertes, temas banales, un día viene Fito Páez, y somos eso. Somos nosotros jugando sin jefes, que es peligroso porque a veces se corren los límites en esa intimidad que se genera, y cuando eso excede o se viraliza, es un golpe fuerte. Porque aunque nosotros pensemos que estamos en nuestra quintita, cada vez que crecemos se acerca más a un medio. Pero básicamente es lo que somos. Yo no estoy haciendo nada, no estoy actuando: simplemente soy yo, cosa que a veces es peligrosísima. Después, el fin de semana, no querés ser nadie”.
El diferencial de Olga y el futuro de Migue
Inaugurado el 12 de junio de 2023, el canal Olga acumulaba, hasta este viernes, 894 mil suscriptores y 132.760.414 visualizaciones en YouTube, repartidas en especiales y entre siete programas: tres diarios —Paraíso fiscal, Sería increíble y Soñé que volaba— y cuatro semanales. Abarcan un seleccionado de figuras que va de la frescura de Nati Jota a la revelación de Damián Betular, o del periodismo de Luciana Geuna al humor de Yayo, y que tiene lugar tanto para el personaje viral de Caro Pardíaco como para la icónica dupla radiofónica de Humberto Tortonese y la Negra Vernaci. Con todo eso, la apuesta logró ser líder de un formato con cada vez más propuestas, cada vez más abundancia, cada vez más uniformidad.
Sobre eso, Migue parece tranquilo. Su proyecto tiene un diferencial y él lo subraya con orgullo: además de la reivindicación del entretenimiento, Olga promueve música. Organiza jornadas para festejar a ciertos artistas argentinos (Cerati, Los Redondos, próximamente Los Piojos o Bandana y Mambrú), llena el Teatro Colón en un evento con entrada libre para homenajear a Luis Alberto Spinetta y pone, en un mismo escenario, a Patricia Sosa, Ca7riel, David Lebón y a la chica de Neuquén que un día llegó a la esquina de Olga, ese rincón vidriado en Humboldt y Cabrera, en pleno Palermo, con un cartel que decía “Tengo 16 y canto Spinetta” y la hicieron pasar. Corta la calle un 1° de mayo y hace una celebración en la que tocan, también gratis, El Kuelgue, Turf, Yerba Brava. Va una multitud que agradece el aporte y el encuentro.
¿Por qué, entonces, hay todo un público que parece no entender sus méritos y contenidos? ¿Por qué la resistencia? “A mí me pasó lo mismo cuando empezó a sonar Tan Biónica”, dice Migue. “Yo escucho Charly, Fito, Spinetta, Calamaro, Rada y todas esas cosas, y decía: ay, a ver estos pendejos pelotudos que están haciendo esta garcha que está de moda y los sponsorea Coca-Cola, y la realidad es que a nosotros, cuando nos meten en la misma bolsa que todos los demás canales, no nos gusta. Porque tenemos cosas iguales a todos los demás canales, pero después hacemos un evento cultural gratis en el Teatro Colón, y para mí ese es el sello de nuestro canal”.
Olga y las Bandas Eternas también tiene que ver con eso, aunque es diferente.
Olga, el canal de streaming, ¿también es distinto? ¿O acaso es esta la nueva televisión?
Migue no cree que estén haciendo nada tan nuevo, nada tan loco: “Es solo poner YouTube en vez de Canal 13”. Después reflexiona: “Había como un pensamiento de que en el streaming no somos como la tele y no hay competencia y nos bancamos entre todos, y es mentira. Yo pensaba entrar con ese código invitando gente de otro canal, yendo a otro canal, que se armara una crew como pasa con los músicos, que ahora todos los pendejos traperos son amigos, espalda con espalda, aunque uno llena el Bernabéu y otro toca en un teatro. Y es mentira, porque dentro de los canales hay voracidad. ¿Por qué? Porque nosotros somos gente de la tele y de la radio que estamos saliendo por YouTube. No somos genéticamente streamers. Es como que Pedro Aznar se ponga a hacer electrónica”.
Él mismo viene del medio tradicional. Su formación fueron Sin codificar, TVR, ESPN Redes, Polémica en el bar y varios programas de radio; su máster, Últimos cartuchos con Martín Garabal. Y sin embargo, nada de eso fue por pura vocación. "Poner la caripela todos los días es medio estresante", dice a El País. "Estresante es laburar en una clínica de neurocirugía, ya sé, pero esto es medio estresante porque te exponés, si tienes un mal día, tenés un mal día; si alguien te putea, lo puteás, y por eso te digo que llega un tiempo en que no la podés caretear. No hay nadie en la historia que la haya podido caretear así. Y si sos un hijo de puta, se dan cuenta, sea el presidente o sea tu vecino".
Si pudiera, dice, dejaría de “poner la cara”; se ve en áreas de producción, haciendo cosas creativas, organizando “movidas”. Sin cámaras. Sueña con hacer una serie mientras prepara el regreso de La cruda, el podcast de entrevistas que se convirtió en fenómeno del Spotify del Río de la Plata y que ahora regresará audiovisual y, claro, por Olga. “Me gusta salir un poco de hacerse el gracioso y todas esas pavadas. Uno también crece, le interesan otras cosas”, dice. De la misma forma, reconoce la decisión de no entrar en política partidaria desde Olga, más allá de lo ineludible. Su búsqueda, defiende, es entretener. “Incluso hay mucha gente que te puede llegar a bancar por tu postura política y realmente no está ni valorando lo que hacés artísticamente porque son termos. Y yo honestamente prefiero no meterme ahí”.
Olga y las Bandas Eternas llega a Uruguay
Definido por La Nación como “un show de variedades”, el espectáculo que traerán al Antel Arena el sábado 5 de octubre, en la primera presentación en vivo del proyecto fuera de Argentina, combina la esencia del programa Soñé que volaba, que hoy hacen Granados y Fridman con Tefi Russo, con la música en vivo. Se cruzan, así, el humor y la interacción con las canciones (tanto Granados como Fridman cantan y tocan), pero de la versión uruguaya se sabe poco: el criterio, admite Migue, aún se está puliendo.
En Buenos Aires, donde agotaron un Movistar Arena en apenas una hora y media, hubo concurso de eructos, motos y recitales de Ruben Rada, Julián Kartún, Emmanuel Horvilleur y así. De Montevideo no quiere spoilear nada; solo da por hecho que su hermana Mery y su padre, el comediante Pablo Granados, un histórico de Videomatch, van a estar. “Pero vamos a tener una linda banda y vamos a hacer ruido”, avisa, con la ilusión de que vayan Rada y Emiliano Brancciari de No Te Va Gustar. Últimas entradas en Tickantel.