Murió Silvina Luna: la historia, la fama y el calvario de la modelo argentina que más se hizo querer

La actriz y comunicadora había sido ingresada a terapia intensiva el pasado 13 de junio, por complicaciones derivadas de un caso de mala praxis ocurrido en 2011. Tenía 43 años.

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Silvina Luna
Silvina Luna.
Foto: Instagram @silvinalunaoficial

Redacción El País
La última vez que habló en televisión, con la voz igual de frágil que el cuerpo, los ojos verdes aguados, el rostro calmo, Silvina Luna dijo esto: “A mí me encanta vivir, me gusta la vida. Quiero vivir. Pero nunca sabés qué vas a tener que transitar”. Era 16 de mayo de 2023 y por delante tenía planes: ir al gimnasio para fortalecer los músculos, combatir la bacteria a la que hacía un año le daba pelea, concretar un trasplante de riñón y entonces, por fin, soñar. Volver a divertirse, viajar, a lo mejor ser madre; recuperar algo de la vida que, poco después de 2011, se le había empezado a desarmar.

Silvina Luna murió este jueves, pasado el mediodía, en el Hospital Italiano de Buenos Aires en el que permaneció internada 79 días seguidos. Era actriz, modelo, comunicadora, coach ontológica y una figura de los medios que lograba, en la hostilidad de la farándula argentina, lo que pocas: un cariño absoluto, unánime. Estaba internada desde el 13 de junio por una falla multiorgánica que, con el paso del tiempo, se fue volviendo irreversible. Las últimas jornadas fueron de cadenas de oración, de esperar el milagro, de apelar por todos los frentes a la fe.

Silvina Luna tenía 43 años.

En 2011, 10 años después de su abrupto salto a la fama de la mano del reality argentino Gran Hermano y, porque dijo, se sentía “insuficiente”, decidió someterse a una cirugía estética de glúteos y muslos. La operó Aníbal Lotocki, un nombre que para ese entonces ya se imponía como “el doctor de las famosas”. Lotocki le prometió algo simple.

En 2013, un análisis de rutina le reveló a Luna que padecía hipercalcemia. En 2014 se le diagnosticó, como consecuencia, una leve insuficiencia renal. Desde entonces, su historia se desarrolló entre dolencias, operaciones y un deterioro físico progresivo; para ese mismo año ya tomaba corticoides de manera sistemática y visitaba semanalmente al médico, para mantener un control estricto sobre su salud. La situación se agravaría al punto tal de que, para 2022, Luna se dializaba tres veces por semana, cuatro horas cada día.

En medio de ese calvario comenzó el enfrentamiento judicial con Lotocki, acusado de mala praxis por ella y otras tres famosas: Stefanía Xipolitakis, Gabriela Trenchi y Pamela Sosa, que había sido pareja del médico. En 2022, el Tribunal Oral y Correccional 28 de la Ciudad de Buenos Aires condenó al doctor a cuatro años de prisión y cinco de inhabilitación para ejercer la medicina, por lesiones graves.

Se determinó que el relleno que utilizaba para las cirugías contenía microesferas de polimetil metacrilato, un componente que se utiliza como cemento en prótesis dentales, hoy de uso inyectable prohibido y prácticamente imposible de remover del cuerpo humano. Lotocki nunca asumió su culpabilidad.

Como la condena no estaba firme, siguió ejerciendo hasta julio pasado, cuando finalmente fue inhabilitado. Continúa en libertad.

Semanas atrás, el 17 de agosto, el panelista Mariano Caprarola falleció a horas de haberse operado por una insuficiencia renal, que también era consecuencia de una intervención de Lotocki. Caprarola nunca lo denunció, pero durante la internación de Luna, escribió en Instagram: “A tu lado, amada amiga; sé tu verdad”.

La historia de Silvina Luna

Nacida en Rosario el 21 de junio de 1980, de familia de clase media y de fanáticos de Rosario Central, Luna se inició en la publicidad cuando era niña. Hija de un metalúrgico y una ama de casa, a los 17 años se instaló en una pensión de Buenos Aires y, tras trabajar como promotora, decidió intentar suerte en Miami.

La fama le llegó en 2001, cuando se convirtió en una de las participantes más llamativas y carismáticas de Gran Hermano Argentina. Fue la séptima eliminada, logró volver y terminó como vicecampeona por detrás del ganador Roberto Parra. Y eso lo cambió todo.

Desde entonces, su presencia en el mundo del espectáculo argentino fue constante. Se reinventó como actriz e hizo teatro: de revista, el sueño pendiente de su madre; en comedia con El champán las pone mimosas o en títulos más familiares como Algunas mujeres a las que le cagué la vida. Trabajó con Gerardo Sofovich, Nazarena Vélez, Pablo Rago, Fredy Villarreal y Flor De la V, que hoy fue la encargada de anunciar su muerte, en vivo en Intrusos.

En televisión, hubo participaciones en tiras como Casados con hijos o Los Roldán, papeles más amplios en propuestas como Ciega a citas, e incursiones en concursos. Hizo tres temporadas en Bailando por un sueño, estuvo en Celebrity Splash y su último trabajo de pantalla chica fue, como en los comienzos, en un reality de reclusión: El hotel de los famosos, con una exigencia física que le pasó factura a su endeble salud.

Silvina Luna. Foto: Instagram @silvinalunaoficial
Gabriel Peluffo y Gustavo Parodi, musicos uruguayos, ex integrantes de la banda Buitres, Montevideo ND 20220119 foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Su tránsito en los medios tuvo intentos como panelista, relaciones de perfil alto —fue pareja del exfutbolista Fernando Gago y de los cantantes Iván Noble y El Polaco; también del DJ Manu Desrets, por el que protagonizaría un cruce mediático con la uruguaya Victoria Saravia—, algunos rumores —un romance con Maradona que ella siempre desmintió—, la difusión de un video íntimo, una faceta en plataformas de contenido erótico, una cultivada vida espiritual y algunos golpes duros. Sus padres murieron en 2008; su única familia eran sus amigos y su hermano Ezequiel, cinco años menor.

A fines de 2022, Luna editó su biografía Simple y consciente: un viaje sanador, físico, mental y espiritual, en la que desandó su historia y el calvario vivido. Entonces escribió: “Creo que me queda un número X de meses y así vivo, y aunque suene raro, está buenísimo saber que nos vamos a morir. Para vivir, esa fue la maestría, saber que voy a morir”.

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