Enfermedad
La actriz local fue entrevistada el lunes por Santiago Del Moro, donde reveló que se trata de una patología.
Natalia Oreiro fue convocada vía Skype por el ciclo Juntos podemos (Telefe) para recordar el éxito de Muñeca Brava que protagonizó junto a Facundo Arana, en 1998, y que la catapultó hacia el estrellato en Argentina y, más adelante, en Europa Oriental.
En diálogo con Santiago del Moro la actriz recordó el suceso de esa telenovela, pero también se refirió a la situación que atraviesa el mundo por COVID-19. Además, fue consultada por una patología que ella padece y que se hizo pública hace unas semanas, mientras que grababa para Got Talent Uruguay: la misofonía.
"Es una de las enfermedades consideradas raras. El 7 por ciento de la gente la tiene y no lo sabe, no es psicológica y no tiene cura", explicó Naty.
Oreiro agregó que, desde muy chica, siente una gran ansiedad al oír determinados sonidos. Recordó, por ejemplo, que cuando iba al colegio, hacía los exámenes en otra aula porque no podía concentrarse debido al ruido.
En su caso, los sonidos que suelen afectarla son dos: el del mascado de chicle y el click de las lapiceras. "El chicle para mí es el punto máximo, la lapicera también. Hay un grupo en Argentina que tiene esta patología. Yo, por ejemplo, me subo a un auto y si el señor que maneja está con un chicle me pongo directamente auriculares", reveló.
Del Moro contó, además, que cuando la conoció, fue ella la que le informó sobre su problema: "Un día, Nati vino y me pidió que por favor me saque el chicle de la boca", rememoró.
La artista, de todos modos, explicó que no siempre es ella la que se encarga de dar a conocer su síntoma: "En el circuito de trabajo, se corre la bola de: 'mirá, no le mastiques chicle que se vuelve loca'. Pero yo me tomo el trabajo de explicarles que no es un problema de ellos, es un problema mío", afirmó.
Oreiro no es la única famosa que se altera al oír masticar chicle. Hace algunas semanas, la actriz Candelaria Molfese contó en El muro infernal que a ella le ocurre algo parecido. En su caso, no soporta ni siquiera verlos. " Me dan entre asco y fobia. Son dos: al chicle desenvuelto del papel y al chicle en boca" . Su novio, Ruggero Parquarelli, confirmó: "Si los tengo en mi auto me pide que los saque, y si lo estoy comiendo me dice: '¡Me da un asco lo que estás haciendo!'".