ENTREVISTA
Tras su paso por "Masterchef Celebrity", Patricio Giménez diálogo con El País sobre su vida en Uruguay, sus planes para la temporada 2022 y recordó su etapa en el reality show de Canal 10
Patricio Giménez se entusiasma al hablar del alcance que tuvo su paso por Masterchef Celebrity, el reality show culinario de Canal 10 donde se convirtió en una de la sorpresas de la segunda temporada. “Con la televisión llegás a un público del interior que todavía no consume mucho las redes sociales. El otro día fui a Lavalleja a visitar la fábrica de ladrillos de unos amigos, y el operario sabía el plato que había cocinado la noche anterior. Eso me da la posibilidad de agarrar mi guitarra y salir a tocar por allá”, asegura el músico.
Si bien ya fue eliminado del certamen, Giménez, que se radicó en Punta del Este al comienzo de la pandemia, todavía recibe las felicitaciones del público en la calle. Mientras organiza su agenda de recitales para la temporada 2022 y piensa en construir su casa, dialogó con El País sobre la nueva etapa de su vida.
—Cuando escuché la letra de “Vuelvo sabiendo de vivir”, relacioné la frase: “Ando liviano de equipaje y voy cantando, soñando que mi vida va empezando” con tu nueva vida en Uruguay. ¿Estás de acuerdo?
—Si bien la compuse cuando me separaba y volvía estar conmigo, eso trajo como consecuencia, junto a la pandemia, esta toma de decisiones que hicieron que adelantara mi sueño de vivir en Uruguay. Como no era una mudanza programada, te das cuenta de que es como esa frase de la canción: la vida empieza de nuevo y ahora lo importante es estar con mi perra Rumba, un bolso y mi guitarra. La canción habla de estar liviano de equipaje y de no perder la esperanza ni los sueños porque son el motor de la vida.
—En una entrevista con Sábado Show mencionaste que pensabas que recién a los 65 años ibas a cumplir el sueño de vivir acá. Sin embargo, la pandemia apuró la decisión. ¿Cómo fue el proceso?
—Se fue dando porque no es algo que planeé. Mi estadía en Uruguay podría haber durado un mes, pero dieron las cosas para que me quedara: empezó la temporada y trabajé muchísimo. Luego tuve una etapa de mucha tranquilidad porque estuve viviendo en el campo y después me radiqué en el puerto. Sumado a los desmanejos y la hipocresía de la política argentina, que te repele y te echa, me di cuenta de que Uruguay representa calidad de vida.
—Además de este nuevo comienzo y de las giras con guitarra, tu paso por Masterchef Celebrity fue muy importante para tu figura pública. ¿Sentís que esas instancias te permitieron correrte del lugar de “El hermano de Susana Giménez”?
—Sí. Uruguay siempre fue muchísimo más respetuoso conmigo que Argentina. Siento una valoración como persona y como artista mucho mayor. Hace 25 años que voy a Punta del Este y he hecho muchas temporadas allá, siempre tratando de mostrarme verdadero y sin aparentar las cosas que no me gustan del sistema. Lo simple me parece lo más elevado de todo y estoy apuntando más a eso que al show.
—Hablando de la importancia de "no aparentar", durante tu paso por El show de la tarde mencionaste que siempre preferiste construir tu carrera a base de esfuerzo en vez de usar contactos para grabar con un sello discográfico. ¿Eso le da una honestidad extra a tu trabajo?
—Sí, porque hago la música que quiero. Eso me hace muy feliz porque no tengo que depender de lo que se vende; para mí, la música es un símbolo de libertad y por eso toco solo en los lugares donde me siento cómodo. Cuando uno se ata a cosas materiales, tiene que tocar en espacios donde no está tan convencido porque quiere mantener y aparentar el nivel de vida que eligió.
—Imagino que ese camino de renuncia a las cosas materiales formó parte de un largo proceso interno. ¿Cuándo se inició?
—Cuando se murió mi papá. Leí sobre muchas religiones porque durante mucho tiempo me cuestioné cómo podía ser que Dios sea tan bueno si a los 11 años me quedé sin padre. En ese buscar de las religiones, encontré la respuesta de que, en realidad, no existe el bien ni el mal; es una interpretación nuestra. Cuando encontrás esa armonía de las que hablan las religiones orientales, te das cuenta de que no hace falta mucho para ser feliz. Además, si estás angustiado y tenés un palacio, te vas a sentir igual de mal en ese lugar. Esto que comento no quiere decir que yo tenga las cosas tan claras, pero sí tengo presente que lo más importante para mí es mi guitarra y Rumba. Lo material viene después.
—Recién hablaste de la muerte de tu padre. Debe haber sido difícil ser el sostén emocional de tus hermanos teniendo 11 años. ¿Cómo recordás esa época?
—Sí, fue muy difícil porque yo era el hermano mayor. Susana es mi hermana por parte de mi papá; pero de parte de mi mamá, yo era el mayor porque mi hermana tenía con diez años y mi hermano tres. Mi madre quedó súper deprimida y después le agarró cáncer. Fue una infancia difícil, pero me hizo crecer de golpe. Nada es del todo bueno o malo porque aprendí cosas que no hubiese aprendido de otra manera.
—Imagino que esa plenitud que describís en “Vuelvo sabiendo de vivir”, sumado a tu mudanza a Uruguay, es parte del proceso que iniciaste en tu juventud. ¿Lo ves de esa manera?
—Sí, pero con la muerte de mi padre me di cuenta que nada es importante. Antes uno proyectaba la muerte a los 90 años, pero con la pandemia uno se da cuenta de que la muerte está a la vuelta de la esquina; por eso empecé a tomar decisiones ahora y deje de quedarse callado. Últimamente, estoy siendo más políticamente incorrecto porque, ¿para qué me voy a callar si me están agrediendo gratuitamente? Si mañana me muero, ¿a quién le digo todo lo que siento? Fue realmente liberador.
—Te has mostrado muy crítico con la política argentina. ¿En qué momento llegaste a tu límite?
—Mirá, yo hice un ejercicio durante un tiempito que era abrir El País y La Nación para ver cómo es el foco de las noticias. Por más de que acá la gente tenga diferencias de pensamiento, todos se saludan y hay coherencia; pero en Argentina, todas las noticias empiezan como "¡Urgente! Último momento" y es una locura porque un candidato pierde las elecciones pero dice que ganó. La gente se muere y regalan viajes de egresados. Mi única chance de seguir en Argentina era si mudaba al Delta para estar aislado realidad porque cuando mirás los noticieros te enajenás. Uno se levanta a la mañana con un mate y tiene que ver las pelotudeces que habla la gente, y enseguida piensa: "¿Yo quiero ser un jubilado en este país?". Yo tengo 45 años y es la tercera vez que me toca irme de Argentina. Siento que la tercera es la vencida.
—Por lo tanto, ¿ya proyectás el resto de tu vida en Uruguay?
—Sí. Supongo que haré los meses de invierno en España, pero mi plan es seguir radicado acá.
—Volviendo a Masterchef, ¿Cómo definirías la relación con tus compañeros?
—Como teníamos un camarín general, hubo días en que nos pasábamos desde las 8.00 hasta las 20.00 en el estudio. Y, como estábamos juntos durante 10 horas, se empezó a generar una fraternidad y una camaradería muy linda. Tenemos un grupo de Whatsapp del equipo azul y hasta ahora seguimos hablando de boludeces (se ríe).
—En tu última participación en el programa, tu hermana Carolina te dejó un mensaje de apoyo. ¿Cómo lo tomaste?
—Me sorprendió porque a ella no le gusta mucho salir en la tele. Entonces se notó el esfuerzo de ella. Por suerte, no nos extrañamos tanto porque tiene una casa acá y viene casi todo el verano y, a veces, también en invierno. Mi hermano vive en Montevideo y Susana está siempre en Punta del Este.
—¿Susana siguió tus participaciones?
—La verdad es que no sé si veía Masterchef Celebrity porque no la veo muy fan de los programas gastronómicos. No le pregunté sobre eso, pero sí me hizo comentarios eran muy positivos porque recibía la información y, tanto ella como Carolina, sabía que me estaba yendo muy bien.
—¿Notaste algo de tensión durante los programas? Recuerdo que no quedaste muy conforme con un comentario de Puglia sobre tu tartar de salmón.
—Es que estaba perfecto. Si buscás en Wikipedia vas a ver que se hace crudo, no encebichado, pero uno tiene que aceptarlo. Tomo con muchísimo respeto todas las críticas porque no está en mi personalidad debatir ni nada parecido. Puedo no estar de acuerdo con alguna cosa, porque se trata de sabores, pero lo respeto.