NOSTALGIA
Pablo Lecueder, el inventor de la Noche de la Nostalgia, repasa cómo surgió la fiesta más icónica del Uruguay, que se celebra cada 24 de agosto
Dicen que los uruguayos somos grises y aburridos, pero que al menos una vez al año salen padres, hijos, abuelos y nietos a distintas fiestas y con una misma excusa. Desde hace más de 40 años y, por ley, desde 2004, el 24 de agosto es sinónimo de Noche de la Nostalgia.
El hombre detrás de esta marca es Pablo Lecueder, hoy empresario y director de Océano FM, y apenas un muchacho de 20 años cuando, sin saberlo, marcó un antes y un después en la movida nacional.
En la previa a un nuevo festejo, Lecueder repasó con El País la historia de la fiesta más icónica del Uruguay.
La noche de la nostalgia en primera persona
"Con nueve años escuchaba a The Beatles, los Rolling Stones, Simon & Garfunkel o The Carpenters porque tenía hermanos mayores. Con 16 años ya estaba en radio Panamericana, con el programa Old Hits.
Para 1978 tenía 20 años y me había convertido en director de Radiomundo, y un día surgió la idea de hacer una fiesta de Old Hits. Decidimos alquilar un boliche y que la propuesta sea solo música de ese programa. Y quería hacer la fiesta en Zum Zum porque era el lugar de moda, pero no tuve suerte.
Conseguí un plan B, Ton Ton Metek, que quedaba en los lagos de Carrasco. El problema era que no te lo alquilaban un viernes o sábado. La única forma era apostar a la víspera de un feriado, pero nunca se sabe qué público puede haber.
Para nosotros era lo mismo la fecha. Así que agarré el calendario, empecé a mirar el próximo feriado y, calculando el tiempo para organizar y promocionar la fiesta, era el 24 de agosto. Fue totalmente al azar.
Hoy te dicen 24 de agosto y ya saber qué esperar. Al ser un feriado inamovible hay una relación íntima entre la fiesta y la fecha, pero fue de casualidad.
Yo no inventé “la fiesta de música vieja”, inventé La Noche de la Nostalgia. Fue simple, pero jamás pensé que fuera a tener esta repercusión.
Decidimos ponerle un nombre para promocionarla y me acuerdo de escribir con un lápiz, en un cuaderno cuadriculado: “La noche de la nostalgia”.
Esa primera vez llenamos el lugar y la gente se divirtió. Nosotros siempre fuimos juguetones, hacíamos algún sorteo, poníamos buena música y efectos para que la gente se riera. Por ejemplo, estaba sonando el tema “Je t’aime... noi non plus” de Gainsbourg y Birkin, y entre los aullidos se cortaba la música y sonaba Víctor Hugo Morales diciendo: “Tatatata, ¡goooool!”, y seguía el estribillo de la canción. Le poníamos esa cosas y estuvo divertida, pero fue una fiesta.
Creo que el éxito se debió a que la cuidamos, a que no se hizo otra enseguida. Al año siguiente nos dijimos de repetir La Noche de la Nostalgia y surgió hacerla de nuevo el 24. La hicimos en Ton Ton y volvió a reventar. Después la hicimos en Lancelot y un par de años después en Zum Zum y Lancelot en simultáneo. Estuve yendo de un lugar al otro y en el trayecto pasé por el Hotel Oceanía, y había una carpa afuera con un mundo de gente. En Tarot estaba igual.
No sé si había un botón en los uruguayos que alguien tenía que hacer una noche para recordar. Alguien tenía que inventarlo, porque parece que ya estaba en el ADN. Pero en qué va a terminar esto, no sé. Capaz que un día se cansan”.