ENTREVISTA

Rechazó el papel, cambió de idea y hoy brilla en Carnaval: cómo Lucía Rodríguez se volvió Gilda

La actriz y comediante, ex "La culpa es de Colón" y conductora en Canal 12, habla de su trabajo en parodistas Los Muchachos y su relevancia en este concurso.

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Lucía Rodríguez como Gilda en el Carnaval 2023.
Foto: Mau Cardozo

Por Belén Fourment
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Lo primero fue decir que no, que de ninguna manera: que no era imitadora ni cantante ni parecida físicamente. Que estaba desentrenada tras dos años sin salir en el Concurso, que estaba grande, que a veces se sentía cansada. Que ella —Lucía Rodríguez, 41 años, actriz y comediante devenida en conductora de televisión, madre de dos— no podía ser Gilda en el Carnaval. Que era mucho.

Lo segundo fue pensarlo un poco. De repente en el mapa aparecían las amigas, Leti Cohen y Denise Casaux, sus compañeras de La culpa es de Colón (La Tele) y este año en el elenco de parodistas Los Muchachos; aparecía una intención de parodia que dialogaba con formas naturales y con algunos temas que la propia Rodríguez había tocado en su unipersonal Antes muerta que sencilla; aparecía uno de los grandes desafíos de su carrera.

Lo que siguió fue decir que sí, estudiar mucho, componer el personaje, recuperar a la actriz que había dejado un poco de lado, trabajar y trabajar y trabajar, y cerrar el Desfile Inaugural como el mejor personaje de la categoría. Hoy, su Gilda —sencilla y distinta, graciosa y sensible, sin caricatura ni grandes pretensiones— es uno de los grandes destaques de la primera rueda del Concurso Oficial, y un punto muy alto —con consenso entre la crítica y el público— en el espectáculo de Los Muchachos, que volverá este martes al Teatro de Verano para jugarse su pasaje a la Liguilla.

Lo que hay hoy, dice Rodríguez a El País, es todo disfrute. Algo que no se va a olvidar más.

“Yo tenía claro que lo único que quería ser era ser actriz. Desde muy chiquita lo recuerdo. Atomizaba a mi familia imitando a Xuxa; cantaba, actuaba, bailaba; vivía en Rivera, por la RED llegaba Plop!, y admiraba muchísimo a Imilce Viñas”, dice. “Lo supe desde muy chica, pero te enfrentabas a eso de que del arte en Uruguay no se puede vivir. Y me costó mucho, porque yo sentía que solo quería actuar. Me vine de Rivera, fui a la escuela de Imilce, pero durante un montón de tiempo tuve que hacer otras cosas porque aun hoy cuesta que los artistas sean reconocidos como trabajadores; estudié marketing, trabajé en un montón de empresas, lo último fue en un call center, hasta que un día me di cuenta de que no podía seguir ahí. Renuncié sin saber qué iba a pasar, y por suerte salió bien. Porque la vocación la tenía muy marcada: yo necesitaba vivir en un escenario”.

Entonces hoy, si algo la abruma, si tiene dudas o el trajín de la temporada —el panorama de Los Muchachos es, al menos para la semana que viene, de alrededor de cinco actuaciones por noche más el regreso al Ramón Collazo— la deja agotada, Rodríguez, que nació en Montevideo y se crió al norte del país, se acuerda de aquella muchacha de convicciones fuertes. Se repite que hoy hace lo que siempre quiso hacer. Se concentra. Y todo pasa.

Lo que más le interesó a Rodríguez, cuando comenzó a trabajar con el equipo creativo de Los Muchachos en esta historia de Gilda —que, junto con la parodia sobre la historia del Cerro, conforma el espectáculo No me arrepiento de este amor—, era la esencia pura, la energía femenina y la manera de perseguir un sueño propio, individual, único. “Ese ser uno mismo, uno solo, en algún lugar, como la Lucía que no es mamá de, mujer de nadie, trabaja de nada”, dice la actriz. “Porque a las mujeres se nos pide lo que se le pedía a ella: era madre de dos hijos, maestra jardinera; ya está, quédate en tu casa, seguí con tu vida. Sin embargo, ella tenía un sueño y se encargó de hacer lo posible para que sucediera. Muchas veces siento que tenemos la vida programada: hacer una carrera convencional, después casarte, vivir en pareja, tener o no hijos, y los sueños propios van como quedando relegados. Lo había visto con mi mamá, un poco lo había sentido yo, y me gustaba que la parodia tuviera esa esencia. Y lo logramos. El primer objetivo era ese y fue cumplido”.

Después, la otra satisfacción de Rodríguez es transitar este Carnaval con dos de sus grandes amigas, Cohen y Casaux, con quienes hizo La culpa es de Colón y, tras el final del ciclo, la obra Disculpadas. “Eso no es menor para la categoría, que tradicionalmente es muy masculina, sobre todo en cuanto al humor y a quiénes llevan la parodia. Obviamente que es un espectáculo colectivo, pero en Gilda las tres tenemos mayor relevancia, y eso en la categoría me parecía interesantísimo. Ellas dos están espectaculares; la gente se muere de risa”, dice con tono de orgullo.

Integrantes de la versión mujeres de "La culpa es de Colón". Foto: Difusión

Ahora, a dos días de la vuelta de Los Muchachos al Teatro de Verano, con la Liguilla en el horizonte y con la incertidumbre como bandera de 2023 —no sabe si Trato hecho, el programa de entretenimientos que condujo en La Tele, volverá—, a Rodríguez solo le queda disfrutar.

“Lo que más me preocupaba era que fuera un espectáculo que a la gente le gustara, porque sé que el carnaval es muy expuesto y porque yo soy bastante sensible a lo que sucede alrededor. Yo quería que gustara, que sucediera eso que sucedió con nosotras juntas, y sucedió y para mí ya está. Se que hay un concurso, que con el diario del lunes si ganás está buenísimo, pero estamos viviendo un carnaval precioso. Hay muchas nenitas que me dicen ‘Gilda’, que no me conocían a mi ni a ella, y eso me emociona mucho. Para mí ya está; este es un carnaval que voy a recordar toda la vida”.

El concurso compartido con las colonas

“Ese fue un reme que hicimos juntas y que sobre todo nos unió más”, dice Lucía Rodríguez cuando evoca La culpa es de Colón, el programa con el que debutó en televisión, que terminó el año pasado y compartió con sus amigas y compañeras de Los Muchachos, Leti Cohen y Denise Casaux, pero también con Cata Ferrand, Luciana Acuña, Manuela Da Silveira, Jimena “Jige” Vázquez.

“Hubo que remar un montón, pero te juro que no es habladuría: el grupo humano era tan fuerte, fue tan hermoso, que juntas lo pudimos sostener. Obviamente que algunos comentarios dolían, pero juntas podíamos sobrellevarlo y unirlos, y teníamos y generamos una dinámica de construir juntas que está de más, y siempre te va a nutrir”. De la gente, dice: “Se generó un cariño muy grande. Amor y odio, las dos cosas”. De Disculpadas, la obra de teatro, adelanta que el objetivo 2023 es girar por el interior.

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