ENTREVISTA
El humorista habla de su show en el Movie, "Almada y sus gracias", su paso por "Masterchef Celebrity", y dice: "Nunca quise imitar a mi viejo"
Sebastián Almada está a las corridas. Tiene ensayos en el teatro, grabaciones en televisión (está en La peluquería de Don Mateo y en Masterchef: Celebrity) y además, sobrelleva las complicaciones de cualquier familia con hijos chicos.
Y en medio de todo eso encuentra tiempo para charlar con El País después de un ensayo de Almada y sus gracias que el domingo, a las 21.00, tiene su función de despedida en el Teatro Movie. La entrevista fue antes de que se supiera, anoche, que quedó eliminado de Masterchef Celebrity Uruguay.
"Estoy contento porque armamos un show tremendo con banda en vivo y una pantalla donde aparecen amigos como Nano Folle, Martín Bossi, y hasta la voz de José María Listorti", cuenta. "Hay mucha música, humor y nos divertimos como locos".
—Empezaste a trabajar en Montevideo, te fuiste a Buenos Aires y volviste. ¿Sentís que es un camino como el que hizo tu padre, Enrique Almada?
—Mi viejo nunca vivió en Argentina tanto como yo. Él estuvo un año, y yo viví 24. Mi viejo siempre me decía: “lo ideal es vivir en Montevideo y cruzar a laburar a Buenos Aires”. Siguiendo esa línea me volví. Y lo que buscaba lo encontré: vine por la calidad de vida, no por el trabajo. Igual laburo mucho y estoy agradecido por las puertas que me abrieron en Canal 10 y la gente de muchos medios donde me convocaron. Estoy muy contento.
—¿Eso viene de tu padre?
—Sí. Igual, a él la gente lo ve como artista, pero yo lo veía como mi viejo. Me dejó enseñanzas, claro, pero no me marcó el camino. Viendo cómo él se manejaba en este ámbito, aprendí mucho. El haberme criado en casa con Enrique Almada me dio una escuela a la que no mucha gente accede.
—¿Te sentís a mitad de camino entre la herencia del humor de tu padre y las cámaras ocultas con Marcelo Tinelli?
—Nunca quise imitar a mi viejo. Él hacía un programa en una época y yo lo hacía en otra. Todo tiene su tiempo y esa deconstrucción histórica que a veces hacen no es válida. Hoy no haría cosas que en ese momento hacía, como las cámaras ocultas de hace 20 años. Todos crecimos y fuimos cambiando la cabeza. Es como juzgar a los Tres Chiflados porque eran agresivos y violentos. Hay que ver en el contexto. Igual, no me arrepiento de nada de lo que hice; estoy muy orgulloso porque le di de comer a mis hijos laburando dignamente.
—Te mantenés activo haces décadas. ¿Te sentís famoso?
—Siempre fui un tipo de perfil bajo, pero tuve éxito en lo que hice. La fama es puro cuento. Yo quería tener éxito y lo conseguí. El permanecer es lo importante: vos podés pegar un hit y hacer una cosa tremenda, pero al año siguiente nadie se acuerda. Hace más de 26 años que laburo y la gente me sigue consumiendo. Me mantengo.
—¿Tu hit es el “Gracias Marcelo”, que cantás hasta hoy?
—Sí. Un hit es lograr algo que muchos buscan y que no todos consiguen. Tenés que estar muy agradecido por hacer un personaje o una canción que la gente recuerde hasta hoy. A mí me pasó y no reniego de eso, al contrario, estoy agradecido que se me haya ocurrido ese “Gracias Marcelo”.
—¿Te sentís una figura del humor o un músico?
—Soy un artista que hace música y comedia y que puede hacer drama. No me considero humorista, aunque sí comediante, pero, en realidad, soy más músico que otra cosa. Hoy transito por el humor, mañana no sé. Algunas cosas salen mejor que otras, pero fueron encaradas con respeto y estudio. Podés pegar un batacazo y hacerte famoso, pero si no tenés nada que te respalde, el éxito es efímero. A veces me preguntan los niños qué pueden hacer para ser famosos, y les digo: “No tenés que luchar para ser famoso, tenés que buscar ser exitoso porque la fama pasa y no te deja nada”. El éxito te deja una carrera, amigos y reputación.
—¿Cómo te has sentido haciendo Masterchef?
—Es una experiencia muy linda. Me encanta cocinar, entonces acepté cuando me convocaron. Me invitaron a participar en la edición argentina pero me venía a Uruguay, y cuando me llamaron acepté. La estoy pasando bárbaro.
—Estás en las puertas de la final. ¿Se puede adelantar algo?
—No, ni a mi mujer le cuento porque tenemos un contrato de confidencialidad. Ella y todos se enteran cuando sale el programa al aire, antes nada.
—Lo que se ve es una camaradería y buena relación entre todos, algo diferente a la edición argentina, donde parece haber una mayor competencia.
—Es un show, así que no se crean todo lo que ven en la tele. En Argentina lo exacerban, pero no es la vida real. Ellos tienen esa forma de trabajar porque la sociedad es así. Acá somos más tranquilos y el programa va por otro lado. Pero cuando cortan las grabaciones en el Masterchef de Argentina, no se pelean. Lo hacen solo para el show y está perfecto. En la versión uruguaya nos llevamos muy bien y el ambiente es espectacular. Aparte, es un programa bien hecho y nada está arreglado. Hay personas en las redes que dicen tantas pavadas sobre favoritismo y no sé qué más cosas. Es gente que opina sin saber.