Horas antes de charlar con El País, Vanesa Strauch aparece en sus historias de instagram literalmente en los brazos de la gente. Está en Plaza Mateo (ahí en Sarmiento y la rambla) y, tal cual una estrella de rock, avanza sobre el público siendo llevada de mano en mano mientras canta el feliz cumpleaños. Las imágenes son de la noche anterior, cuando la comediante argentina vino a Uruguay para conducir el festejo de 20 años de un bar local.
“Siempre la paso bien en Montevideo, vengo hace bastante y recibo mucho amor”, dice. “Con Paola Dalto y Dani Umpi nos conocemos desde hace tiempo. Una vez él, generoso, invitó a cantantes de bandas under —yo en ese momento cantaba en Baccarat— a venir a Montevideo y se la jugó. Nos fueron a ver 10 personas, pero fue un fracaso hermosísimo porque nos divertimos un montón”, recuerda. “Por eso, anoche fue también una fecha de reencuentro. Me pasa siempre que vengo acá”.
Su relación con Uruguay es de larga data, pero en dos semanas será la primera vez que Strauch cruza el charco para presentar un show donde solo ella sostiene el micrófono. Y, prueba del cariño que menciona recibir por aquí, es que las entradas para verla en Por primera y última vez el 19 de agosto a las 21.00 en La Trastienda ya están agotadas hace un mes. Por eso, habrá nueva función este mismo día a las 22.00 y, para esta función, quedan entradas a la venta por Abitab.
La comediante ya había estado por acá con Persona, su show junto a Malena Pichot, Charo López y Ana Carolina y con Tenemos que hablar con Pichot. Pero, además del humor, ella, que es una artista polifacética: canta, baila, actúa, conduce, es vestuarista y docente, hace varios años también venía a Uruguay como DJ. El relato de la experiencia de aquella época hace acordar a una frase que tiene fijada en su cuenta de Twitter: “Siempre elijan, ante todo, a quién hacer reír. La plata va y viene”.
“Trabajé como DJ en un hotel muy cheto de Punta del este. Había cada figura. Yo me sentía como una esclava abanicándolos, porque la escena era: yo pasando música muerta de calor y la gente tomando champagne y tirándose a la piscina”, detalla entre risas. “Pero, sabés que, como soy actriz y observadora, todo me sirve. Es lindo meterse de colados a otros mundos. Lo bueno de ser comediante es que en algún momento lo malo te va a servir para algo”.
Esta misma filosofía la lleva en su vida para tratar de los percances que puedan haber en este oficio que implica también el exponerse. “Cuando uno se apodera de lo malo que te puedan llegar a decir, y juega a eso, está del otro lado. Para ofenderme no sé qué podrían decirme, porque puta no me molesta, vieja tampoco, vieja puta me encanta, flaca o gorda no me interesa, entonces como ya saben eso de mi…”, dice, encogiéndose de hombros mientras se ríe y hace reír. “Después, si se ofenden por el tema del feminismo, mejor”, remata.
En el show que traerá a Montevideo habla de varios temas, pero principalmente de su vida, algo que también hace en Furia Bebé, el programa de radio que comparte con Danila Saiegh y Malena Pichot en Futuro Rock. “Es gracioso, charlamos tantas cosas personales en la radio que después cuando alguien se acerca y sabe todo de mi, yo le digo ‘y como sabes eso?’, ‘porque lo dijiste en la radio’, me dicen (se ríe)”.
Sobre hacer humor, asegura que es lo más difícil que ha hecho, pero también es lo que la tiene más enamorada. “Toda la vida quise hacer eso. He actuado muchos años, hice teatro serio e improvisación, pero por mucho tiempo no me animaba porque sabía que el stand up era lo más desafiador”, comenta. “Y te aseguro que sí, es. Porque te parás ahí, ponés cara y nombre, es una herramienta poderosísima. Sí, son chistes, pavadas, nos reímos, pero también con el humor trato de decir un montón de cosas”.
Hoy con 50, Strauch, que empezó hace más de 20 años en eso de hacer reír y hablar de temas que pueden generar incomodidad a algunos, reconoce que no sólo las cosas cambiaron y se logró plantar cuestiones importantes a través del humor, sino que también el terreno para las mujeres que deciden subirse a un escenario y hablar, por ejemplo, de menstruación o menopausia, es otro.
“Al principio éramos pocas, no hablábamos de aborto, no hacíamos chistes con eso ni locas. Y ahora veo un montón de chicas que por suerte lo pueden hacer. Yo me acuerdo de los primeros chistes de Malena sobre menstruación y era ‘wow’ en la época. Hoy hasta el líquido rojo ponen en las propagandas, no más el azul, gracias a estos chistes (risas)”.
El percibirse “bastante maricón” desde chica la ha acercado a la comunidad LGBTQIA+ también desde lo profesional y la militancia. Hoy da clases de improvisación en Mocha Celis, un bachillerato popular que busca integrar a las personas trans, no binarias y travestis en la educación formal. “Aprendo muchísimo ahí, hay distintas realidades, no todo el mundo está pensando en ser actor, muchos solo están pensando en llegar a fin de mes”, introduce.
“Pero siempre me voy feliz después de clase y si hay algo que siempre digo y pido es que si vivís en un pueblo y hay un chico gay o una chica lesbiana, sé bueno. No saben el infierno que puede ser para un mariquita o una lesbiana estar sola. A mí me gusta poner esa militancia chiquita a donde vaya, porque tengo tanta bronca y tanta pena”, dice.
— ¿Hay cosas con las cuales no podés hacer humor?
—Me río mucho de mi y pienso que de todo, si le das un poco de tiempo, hacés humor. Pero, mi perrita Coco falleció hace un año, yo la quería mucho y todavía no puedo hacer chistes con eso. Estoy segura que va a pasar, porque hoy hago chistes de cosas que nunca en la vida pensé que me iba a reír.
— ¿Por ejemplo?
— Cosas de mi infancia, o de ex novios que me hicieron daño. Pero una siente cuando es el momento y la alegría te cura. Yo suelo probar mucho los chistes en shows y las veces que probé a destiempo, por ahí se rieron, pero me quedó un gusto de resaca, de tristeza y ahí supe que tenía que guardar ese chiste para más adelante. Pero aguarden, en dos años se van a escuchar los mejores chistes del drama de una señora que se le murió el perro, van a ver. Todavía no es el momento, pero yo sé que va a llegar.