Redacción El País
Victoria Rodríguez arrancó la edición de este miércoles de Punto de Encuentro, el programa que conduce por Radio Universal, con una intrigante anécdota que no tardó en captar la atención de los oyentes y de sus compañeros periodistas. Con su característico humor, relató una experiencia bastante peculiar que le ocurrió el día anterior.
La comunicadora y actriz comenzó contando que el martes, mientras estaba trabajando en Canal 12, donde conduce todas las tardes Esta boca es mía, recibió una inusual noticia desde su casa: unas flores anónimas habían llegado a su domicilio acompañadas de un Ricardito, el famoso chocolate.
“Lo primero que pensé fue: debe ser para mi hija Delfina, pero el paque tenía mi nombre. Porque, cuando estás en un momento de ‘amor cero’, no visualizas a nadie que te pueda haber mandado ese regalo, es horrible”, contó entre risas quien lleva un tiempo en el bando de las solteras.
Sin embargo, su mente comenzó a ceder a la paranoia y la invadieron varios pensamientos inquietantes. ¿Y si las flores y el dulce no eran tan inocentes como parecían?
"Me empezó a venir la persecuta, entre que estoy muy expuesta por mi trabajo, hablamos siempre de temas complicados, venía de estar haciendo entrevistas por el tema Conexión Ganadera y aparece la vinculación con algún lavado de activos", comentó. Y dio la orden a la señora que trabaja en su casa, que fue quien recibió el paquete y le avisó: "Que ni se le ocurra a los chicos comer ese chocolate".

"Las bombas, las amenazas. Estamos todos muy locos. Paranoia total mía", justificó.
A pesar de sus temores iniciales, la tentación del dulce venció a la prudencia. Por la noche, al acostarse, pensó que le habían tirado el chocolate, y sin embargo, al darse vuelta vio que estaba en su mesita de luz.
“Lo abrí y dije, esto es imposible que esté mal, está sellado, me lo comí”, explicó. Sin embargo, poco después, comenzaron a llegar los síntomas: mareos, ganas de vomitar y una sensación general de incomodidad. Se levantó, fue al baño, se lavó la cara, volvió a la cama y no sucedió nada.
"Estoy viva. Autosugestión absoluta. Maldito dulce de la noche", expresó. Lo más gracioso de esta historia es que, según Victoria, no se debe comer nada que llegue de manera anónima. “Nunca me había pasado, pero acá estoy”, concluyó entre carcajadas, dejando abierta la puerta al misterio de ese gesto tan inexplicable que aún no sabe quién le hizo.
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