The New York Times
Tal vez sean sus nietos, tal vez sea tener 81 años, pero Barbra Streisand está abierta a cosas nuevas. Y My name is Barbra (“Mi nombre es Barbra”, aún no tiene traducción al español), su primer libro de memorias, va por ahí. Son 970 páginas llenas de dudas, ira, ardor, dolor, orgullo, persuasión, gloria y yiddish. Ningún artista compartió tanto.
Abarca su niñez en la clase trabajadora de Brooklyn en la década de 1940, su gran oportunidad en Broadway en Funny Girl en 1964, una carrera cinematográfica que la convirtió en la actriz más importante de la década de 1970, sus álbumes populares y sus éxitos televisivos. especiales, los premios, los desaires, sus complejos, terrores y pasiones, sus amigas cercanas, los hombres que ama y, sí, sus comidas favoritas.
Estas son algunas revelaciones de Mi nombre es Barbra.
Los hombres de su vida
Streisand perdió a su padre a los 15 meses de nacida, y no se llevaba bien con su padrastro, pero quería mucho a su abuelo, “aunque una vez me lavó la boca con jabón cuando dije una grosería. Pero sabía que me quería. Me sentaba en su regazo y le cortaba los pelos que le salían de la oreja. Eso sí que es intimidad”.
Conoció a Marlon Brando, su amor de la adolescencia, después de cantar en una gala benéfica, cuando “de repente sentí que alguien me besaba la espalda. ¿Quién se atrevería a hacer eso? Me di la vuelta y era él”. Cuando protestó, él le dijo: “No puedes tener una espalda así y que no te la besen”. Una de sus despedidas al teléfono era: “Te beso suavemente en la parte interior del muslo y en los labios”. En los años noventa, fue a visitarla para cenar y “no podía bajar del auto”, escribe Streisand. “Había engordado tanto que se quedó atascado detrás del volante, y tuve que tomarlo por los brazos y sacarlo”. Más tarde él le frotó los pies y le habló de Nido de ratas.
“¿Me acosté con Warren?”, se preguntó a sí misma luego una llamada telefónica reciente con Warren Beatty (se conocen de cuando actuaban en teatro los veranos). “Como que me recuerdo que sí. Supongo que sí. Seguramente una vez”.
Su primer marido y padre de su hijo, Jason, fue Elliott Gould, a quien conoció cuando ambos actuaron en I Can Get It for You Wholesale. “No me sentía muy atraída por Elliott, hasta que un día vi por casualidad la parte posterior de su cuello… y eso fue todo. No sé muy bien por qué. Era solo un poco de piel expuesta. Y se convirtió en algo más que un amigo”.
Pierre Trudeau, primer ministro de Canadá, le pareció “muy elegante, inteligente, intenso… una especie de combinación de Albert Einstein y Napoleón (solo que más alto). Y hacía un trabajo importante. Me deslumbró”. Luego lo vería lanzarse desnudo en un lago helado y rodar por la nieve.
Kris Kristofferson, su coprotagonista en Nace una estrella, también tenía atractivo sexual. “Me dejó marcado el cuello. ¡Gracias a Dios, yo llevaba un traje de baño de dos piezas de Rudi Gernreich con un cuello alto para disimularlos!”.
Y Don Johnson: “Era el galán del momento en Vicio en Miami. Tengo que admitir que me atraen mucho los hombres atractivos. (¡Sí, soy superficial!) Es algo estético. Como una obra de arte. Los colecciono”.
No olvida los desaires
La negatividad era el “estado natural” de su madre, que estaba demasiado nerviosa para ver Funny Girl en su estreno en Broadway. “No recuerdo que alguna vez me hiciera un cumplido”, escribe Streisand. Pero lo que sí hacía era enviarle a su hija los recortes de las columnas de chismes negativos.
Sydney Chaplin (hijo de Charlie), que encarnó a Nick Arnstein en un musical en el que ella interpretaba a Fanny Brice, se esforzó por sabotear su actuación: “Mientras el público suponía que me susurraba cosas dulces al oído, en realidad me molestaba: ‘De verdad (fallaste) en esa escena’”.
Nunca perdonó a Frank Pierson, el director de Nace una estrella, por una entrevista en la que él se atribuía el mérito de decisiones que ella había tomado como productora y calificaba el filme de “película casera de seis millones de dólares”. Escribe: “No me di cuenta de que estaba tratando con un mentiroso patológico”.
Peleó durante décadas con Larry Kramer sobre cómo adaptar a la pantalla su obra sobre el sida, Un corazón normal (“¡Yo tampoco sería tan explícita en una escena entre un hombre y una mujer! Era cuestión de gusto”). Y tiene notas para Ryan Murphy, quien dirigió la película para HBO.
La experiencia
Streisand dice que se sintió atrapada cuando hacía Funny Girl en Broadway (“Ahora tendría que estar en el escenario haciendo lo mismo todas las noches por 18 meses. Para mí era como una sentencia de prisión”). Pero le encantó hacer la película, sobre todo porque el director veterano, William Wyler, se convirtió en una especie de tutor, tomaba en serio sus sugerencias y le enseñó de los ángulos de la cámara.
Una vez se le olvidó la letra de una canción en su espectáculo de 1967 A Happening in Central Park” y eso le impidió cantar en directo por 27 años. “Sentí una absoluta falta de control y fue aterrador”, escribe. Aunque dio conciertos en Las Vegas en ese tiempo).
Entre los que asistieron a su gira de regreso en 1994 estaban el príncipe Carlos, Sidney Poitier, Gregory Peck, Nancy Pelosi, Ralph Fiennes, Jesse Jackson, Sean Connery, John Travolta, Bill y Hillary Clinton, y el analista político de la CNN Bill Schneider. Entre bastidores, escribe Streisand, “lo primero que le dije fue: ‘¿Por qué demonios Alan Greenspan sube las tasas de interés?’”.
Conoce a mucha gente
Conoció al presidente John F. Kennedy después de cantar para él “Happy Days Are Here Again” en la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca. Él le dijo que tenía una voz preciosa, y ella le contestó: “Eres un encanto”. Casi 20 años después, la viuda de Kennedy, Jacqueline Kennedy Onassis, que entonces eraeditora para Doubleday, se puso en contacto con Streisand para que escribiera sus memorias. “Creo que dentro de ti hay un libro sumamente conmovedor”, le escribió Onassis. “Tu libro sería enriquecedor para muchas personas, y creo que podría ser muy esclarecedor para ti”.
Streisand conoció a Virginia Clinton, la madre de Bill, en el Baile de Arkansas, y se convirtió en una figura materna sustituta para la cantante, tanto que, en una fotografía en la que aparecen Streisand y su madre real, Virginia es la que toma de la mano a Barbra.
Esperen… ¿que el mayor éxito de Aerosmith, “I Don’t Want to Miss a Thing”, escrito por Diane Warren, se inspiró en una conversación de almohada de James Brolin que él y Streisand compartieron con Barbara Walters en televisiòn? ¿Quién lo diría?
Prince también era fan de Streisand. “Cuando tenía 18 años, en diciembre de 1976, le gustaba tanto Nace una estrella que la vio seis veces”, relata. “El póster era lo único que tenía colgado en la pared de su habitación. Incluso grabó un demo de ‘Evergreen’”.
Clonó a su perra
Tras la muerte de Sammie, la adorada Cotón de Tulear de Streisand, adoptó otra cachorra, Fanny, y luego se enteró de que el laboratorio de clonación al que había recurrido había producido inesperadamente no una, sino dos perras, Violet y Scarlet, que “se parecen tanto que tuve que poner flores de seda de color lavanda y rojo en sus collares para identificarlas… Es fascinante ver ciertos rasgos que me recuerdan a Sammie, pero cada una de estas queridas criaturas es un ser único. Se puede clonar el aspecto de un perro, pero no el alma”.