ENTREVISTA
Sebastián Wainraich y Natalie Pérez charlaron con El País sobre el estreno de la segunda temporada de la serie de Netflix, que ahora suma a Daniel Hendler
En los 12 minutos que durará esta charla por Zoom, en las tres pantallas activas pasará de todo: habrá problemas con el audio, un gato negro se cruzará frente a la cámara, alguien se sonará la nariz con aviso previo, y a esta periodista se le caerá el teléfono desde el que mantenía la conversación. Las entrevistas, como la vida, son eso: un momento donde las cosas salen más o menos bien y todo puede pasar.
Y de eso va Casi feliz. La serie argentina vuelve después de dos años con una segunda temporada que se estrenará este miércoles en Netflix, donde ya probó su éxito. La protagonizan Sebastián Wainraich, que además es su creador y guionista, y Natalie Pérez, los que están del otro lado de la cámara (y en la foto) para este diálogo con El País.
Wainraich interpreta a Sebastián, una figura de radio que goza de reconocimiento, y transita los vaivenes de su vida profesional en paralelo a su relación con Pilar (Pérez): su ex pareja, la madre de sus hijos, el amor de su vida. En esta entrega, Pilar está embarazada de otro hombre y eso complejiza aún más la historia. ¿Cuánto hay de enamoramiento y cuánto de soledad, de vulnerabilidad? ¿Cómo se lidia con la muerte cuando hay tanta vida? ¿Y qué se precisa para ser feliz, a secas?
A ese entramado de preguntas sin respuestas se suma ahora un uruguayo, el actor Daniel Hendler, que encarna a Fernando, un ministro del Interior demasiado descontracturado. “Nos reímos mucho fuera de rodaje, cosa que el espectador odia que cuentes, y creo que Daniel entiende todo”, señala Wainraich. “Hernán (Guerschuny, el director) le dio un par de indicaciones muy sutiles, muy sobrias, y él es un maestro para hacer eso. Ahí tenés un caso de alguien que está haciendo comedia de manera muy económica, muy concreta, y que entiende que el chiste pasa por el texto y esa sutileza, y que no hay que hacer nada demasiado histriónico para hacer reír”, elogia.
—¿Qué desafíos profesionales les impuso a cada uno de ustedes esta nueva temporada de Casi feliz?
Natalie Pérez:
Yo tuve que estar embarazada por sexta vez en la historia de mi camino como actriz. Engordé un par de kilos... Y un desafío que me generó este laburo, sobre todo porque no tengo hijos y de repente tengo dos adolescentes y más en la panza, es esa duda de cómo se es madre. Generar el vínculo con mis compañeros actores pequeños fue muy divertido e interesante a la hora de trabajar. Pero creo que fue eso: ponerle el cuerpo, cargarme todos los días con esas prótesis, caminar distinto, respirar o agitarme como si estuviera colapsada y harta de todo... Fue divertido.Sebastián Wainraich: Mi desafío fue, como guionista, profundizar las historias de otros personajes como el de Nati, el de Santi Korovsky, el de Peto (Menahem), el de los chicos... Otro desafío, que está en la primera temporada pero que quería profundizar más en la segunda, era el de, a la comedia, agregarle otros matices. Y el desafío en la actuación es tratar de salir de los lugares en los que estoy más seguro, para entregarme a las manos del director, de mi compañera y del elenco. Veremos si lo logré.
—La temporada transita más por los lugares amargos, si se quiere…
Wainraich:
(Interrumpe) Sí. En la uno había más emoción, si se quiere, más drama; acá hay menos drama, pero es más contundente. Entra de una manera más potente, lo que lo hace más sólido y más fuerte.—Es que el concepto “casi feliz” está más explorado, en relación un poco a esa depresión sin épica de la que habla la banda Él Mató a un Policía Motorizado en sus canciones. Desde ese terreno, ¿cómo es jugar a la comedia y tratar de divertir?
Pérez:
Es entregarse a las manos del director y que nos guíe en ese límite tan pequeño entre la comedia y la realidad, entre que sea gracioso y que sea serio. No sé, para mí fue redifícil. La primera temporada y la segunda fue una forma diferente a trabajar de la que estaba acostumbrada, y fuepura entrega.
Wainraich: Y lo otro es saber que ver una comedia o consumir una comedia, y eso me pasa como espectador, no significa que los actores o personajes la estén pasando bien: más bien es todo lo contrario. En la comedia el que se ríe es el espectador, no el actor, porque está a nada de ser un drama. Es según el tono: a grandes comedias, con un tono distinto las transformás en drama. Y ahora todos hablan de este nuevo género, dramedy. Acá vamos por ahí.
"En la comedia el que se ríe es el espectador, no el actor, porque está a nada de ser un drama"
—¿Y cómo se llevan, más allá de sus personajes, con ese estado “casi feliz”?
Pérez:
Yo soy más del bajón, directo. (Se ríe) De vez en cuando algún pico eufórico, shows, una situación extrema, pero me mantengo casi, casi feliz.Wainraich: Yo estoy yendo y viniendo todo el tiempo. Este trabajo tiene algo hermoso para los que nos gusta, porque estás haciendo lo que te gusta y te mantenés vivo y conectado: en la radio, escribiendo, grabando. Pero es algo condenatorio, porque a veces la competencia con el resto es muy injusta. Acá te tratan bien, hacés algo que te gusta, te aplauden, te sentís valioso, y de repente salís a la vida y no es así.
Pérez: El bajón, el famoso bajón después de bajarte del escenario.
Wainraich: Sí, es un cliché pero es así, y está bien tener ese balance. Perdón la autorreferencia, pero vengo de actuar en Miami una semana, en un hotel; llegué, me llenaron la heladera, me llevaban de un lado para el otro…
Pérez: (Interrumpe) Y ahora no tenés ni papel higiénico.
Wainraich: Claro, hoy me desperté 06.45 a llevar a mi hija al colegio. Pero creo que sin eso no sé cómo sería. Entonces estoy yendo y viniendo, porque si alguien está feliz todo el tiempo es insoportable.