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lYa pasaron 36 años del estreno de Karate Kid, una de las películas más icónicas de la década de los ochenta. Ese clásico, que llevó a que el interés por el karate recorriera el mundo y que consolidó a Daniel LaRusso (interpretado por Ralph Macchio) y al señor Miyagi (el fallecido Pat Morita) como dos de los personajes más entrañables de esa década, sigue vigente.

El legado de esa película que hizo que miles de jóvenes imitaran los admirables movimientos de LaRusso al ritmo de “You’re the Best”, de Joe Esposito, no ha dejado de expandirse en todos estos años. Primero llegó la secuela en 1986, luego una tercera parte en 1989 y, más adelante, un nuevo capítulo con El próximo Karate Kid, de 1994.

También hubo espacio para una serie animada que se emitió en 1989, dos videojuegos y hasta un taquillero intento de renacimiento en 2010 con The Karate Kid, protagonizada por Jackie Chan y Jaden Smith.

Pero nada se le asemejó a la original. La película que mostraba cómo el simpático LaRusso se preparaba para enfrentarse a su enemigo, el arrogante Johnny Lawrence (William Zabka), mientras lustraba autos, lijaba pisos y pintaba la casa de Miyagi, quedaría en la memoria de la cultura pop y tiene presencia obligatoria cada vez que se quiere revivir a los coloridos ochenta.

Para dimensionar el enorme éxito de Karate Kid, en una entrevista con The Guardian, Ralph Macchio -el actor que dio vida a LaRusso- comentó, en tono humorístico, que la única ocasión en que no recibió un comentario sobre su trabajo en la saga fue cuando “estaba enfermo” y se quedó “en su cuarto todo el día”.

En 2018, tres superfans de la franquicia -Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg- alegraron a toda una generación de seguidores luego de convencer a los originales LaRusso y Lawrence para protagonizar Cobra Kai, un interesante spin off de Karate Kid.

Estrenada originalmente en YouTube (ver recuadro) y ahora disponible en Netflix, el primer episodio muestra cómo seguía la vida de ambos personajes a 34 años de la memorable final del torneo All Valley Under-18 Karate Championship.

Lo primero que sorprende es que, a diferencia de la película de 1984, el foco está en Lawrence. Luego de haber perdido el campeonato, ese rubio arrogante —ahora con barba descuidada y ojeras— se convirtió en un hombre depresivo y alcohólico que lucha con su amargo pasado mientras se gana la vida limpiando tanques sépticos y tejados. LaRusso se consolidó como un exitoso vendedor de autos que usa el slogan “Pateamos a la competencia”.

El gran acierto de Cobra Kai es haber reinventado el legado de Karate Kid a través de una efectiva dosis de humor e ironía que queda planteada desde las primeras escenas. Los fanáticos más acérrimos de la franquicia pueden emocionarse cada vez que aparece una referencia a la película de 1984 —y hay varias—, pero el objetivo es revitalizar la historia a través de un abordaje original que une ambos mundos.

Tras mostrar el presente de los dos personajes, el karate vuelve a la vida de Lawrence de manera inesperada. Unos matones golpean a su joven vecino, Miguel Diaz, y el hombre sale a defenderlo de la misma manera que Miyagi protegió a LaRusso en Karate Kid. Así, decide reabrir la escuela de Cobra Kai —una lectura más agresiva del karate en la que el ataque es más importante que la defensa— y le vuelve a encontrar sentido a su vida.

Los caminos de Lawrence y LaRusso se van cruzando en cada episodio para dar paso a una historia que lleva dos temporadas y tendrá una tercera. El viernes, Cobra Kai aterrizó en el catálogo de Netflix y ayer se convirtió en la serie más vista por los uruguayos. Es una confirmación más de que el espíritu de Karate Kid sigue vivo y un buen plan para celebrar los recuerdos de un clásico.