ESTRENO
La nueva serie española de Netflix está basada en las novelas de la escritora española Elísabet Benavent. Mezcla sexo, romance y aventuras de amigas
Estrenó el viernes y al cierre de esta edición era lo segundo más visto en Netflix por los uruguayos, un dato para nada revelador. Desde que la plataforma habilitó la función del Top 10 de tendencias por país, la ficción española (series y películas) siempre ranquea alto, no importa de qué se trate o qué tan buena o mala sea. Valeria no iba a ser la excepción porque además tiene otros elementos que la hacen atractiva para un público estándar: es la aventura de un variopinto grupo de mujeres en sus 30, la envuelve un manto erótico y tiene un tono ligero que la emparenta con recientes producciones de Pol-ka del tipo Las Estrellas o Separadas, con la que hasta comparte galán.
La referencia más obvia es la de Sex and the City. Las protagonistas son cuatro chicas monas, con estilo, coloridas, que se la pasan en bares para contarse sus problemas y ponerse al día. El personaje central es el de Valeria Ferriz (Diana Gómez), promesa de escritora sin inspiración y, a diferencia de Carrie Bradshaw, casi en quiebra y completamente falta de entusiasmo por la vida en general.
Además del empaque, las charlas abiertas sobre sexo y los estereotipos (Lola es tan pasional como Samantha, Nerea se ve tan estructurada como Miranda; Carmen es tradicional a su manera, como Charlotte) hacen que ligar a Valeria con una de las sitcom clásicas de Estados Unidos sea cuestión de minutos. Por lo demás, el guion y el tono están mucho más cerca de la telenovela hispana que de cualquier otra cosa.
Valeria está basada en las novelas de Elísabet Benavent, que en 2013 editó En los zapatos de Valeria y generó todo un fenómeno que la convirtió en una escritora bien exitosa en el rubro de novela rosa, erótica o chick-lit. La serie, que tiene a Benavent en la supervisión de producción —y en un cameo forzadísimo en el capítulo 2— se toma unas cuantas licencias creativas respecto a la saga original de libros, lo cual generó malestar entre fanáticos.
Algunas de las licencias son comprensibles (una comunicación vía SMS que ahora es por WhatsApp, o la velocidad con la que avanza una relación central) y otras cuestionables. Allí se apuntan el cambio en la sexualidad de Nerea, heterosexual en la novela, homosexual en la pantalla, casi que para cumplir con una mirada diversa. En contrapartida, el personaje de Carmen era el de una mujer curvilínea en los libros, pero en la serie es flaquísima y espigada. Diversidad a conciencia, pero hasta ahí nomás.
Incluso los parlamentos feministas suenan artificiales y a la medida, pero es que tampoco Valeria pretende otra cosa que no sea una apariencia bonita y hacer pasar el rato. Y el público compra la fórmula.
La trama
Valeria (en la foto, de remera rayada) lleva meses sin trabajar porque está enfocada en el primer borrador de su primera novela, para el que no se le ocurre nada. Tiene un matrimonio estancado y tres amigas que funcionan de sosten a sus penas, cada una con su drama amoroso: Lola (de rojo) tiene un romance fogoso con un hombre casado; Nérea (rubia) trabaja para sus padres y no ha salido del closet; y Carmen (de verde) está a la espera de que un compañero de trabajo la invite a salir y pase algo entre los dos. Juntas intercambian mensajes por celular y copas en algún bar de turno.
Valeria está desganada, no quiere aceptar un trabajo de vigilante de una sala de museo, no tiene dinero ni tiene contacto físico con Adrián, y justo ahí aparece Víctor (Maxi Iglesias). Es un arquitecto exitoso, es lindo y es atrevido y provocador. Y Valeria intenta resistirse a sus encantos, pero las apariciones de Víctor son básicamente el único picante en una vida que no la satisface para nada.
Y de eso va Valeria. Al margen de su superficialidad, el problema está en la química de Valeria y Víctor, que falla al nivel de la de Dakota Johnson y Jamie Dornan en las adaptaciones de Cincuenta sombras, y en que el erotismo en este vínculo es prácticamente nulo, cuando es una pieza clave en las novelas de Benavent. Esta Valeria piensa más de lo que siente y los asuntos de piel quedan para sus amigas, pero en dosis acotadas; eso la hará apta para un mayor público, pero también acentúa el poco sustento del argumento y su desarrollo. Valeria no propone nada nuevo, ni siquiera en el trato de la sexualidad en pleno siglo XXI.
Con todo eso, la telenovela/serie tiene a los uruguayos cautivos, acompaña y deja un montón de canciones y artistas a descubrir. Vayan a rastrear el punk de las Amparito. Eso sí es algo con lo que quedarse.
Elísabet Benavent y sus novelas
“Mi objetivo es que la persona vaya en el transporte público leyendo y se olvide de todo por un rato, que pruebe la vida de otra persona. Siempre opino que las novelas son eso”, le dijo Elísabet Benavent a El País algunos años atrás, durante una visita a Uruguay para promocionar sus novelas.
Benavent autopublicó En los zapatos de Valeria en Amazon en 2013, se generó un pequeño fenómeno virtual y ahí la fichó una editorial, con la que se convirtió en best seller. Prolífica como buena superventas de novela romántica, Benavent luego editó Valeria en el espejo, Valeria en blanco y negro y Valeria al desnudo, para completar su primera saga que además tiene el spin off El diario de Lola.
Luego ha editado varias bilogías, trilogías y novelas individuales, todas disponibles en Uruguay a través de Penguin Random House. A futuro, la bilogía Canciones y recuerdos de Benavent será adaptada a una película de Netflix.