Es, para entendernos, el rodaje que pintó de verde el tronco las palmeras y la base del monumento a José Artigas en la Plaza Independencia, por esas cosas de la magia del cine. La misma que se anunciaba como una producción de Keanu Reeves e ilusionó a sus seguidores ante la perspectiva de que la estrella viniera a ver su inversión; no vino. Es la producción de Netflix, que tuvo a un centenar de extras desnudos parados a la intemperie. Era, y así lo hicieron saber los medios, una prueba de que Uruguay se había metido en el preciado mercado de las locaciones.

Pero Conquest —que copó el Centro montevideano durante seis días de 2019 y se anunció con entusiasmo en una conferencia en Torre Ejecutiva— terminó siendo, por encima de todo, un gran dolor de cabeza para todo el mundo.

El martes, el director de Conquest, Carl Erik Rinsch fue arrestado en Los Angeles. Enfrenta cargos de haber estafado a Netflix por 11 millones de dólares, los que habría invertido en criptomonedas, cinco autos Rolls-Royce, un Ferrari y relojes de alta gama. La serie que inicialmente tuvo un presupuesto de 44 millones de dólares, contó con una producción internacional y tenía en el elenco a la brasileña Bruna Marquezine, exnovia de Neymar, y al alemán Moritz Bleibtreu, de Corre Lola corre, quien, incluso, charló con El País.

A casi seis años de su rodaje, El País charló con algunos de los créditos locales de la superproducción. Como corresponde en circunstancias donde hay acuerdos de confidencialidad y la discreción, un valor, todos los entrevistados prefirieron hablar desde el anonimato.

Las primeras noticias que se escucharon de Conquest llegaron desde San Pablo, cuando en agosto de 2019, un grupo de vecinos reclamaron a las autoridades por cortes de luz que resultaron producidos por el rodaje.

Y luego de varios meses de preproducción en secreto, que incluyó viajes a Los Ángeles, contratos de confidencialidad y no divulgación sobre el proyecto, los primeros días de setiembre se anunció que Conquest también se filmaría en Montevideo. Su llegada alteró el tránsito en la zona y requirió vaciar canteros de pasto y flores de la plaza. También se quitaron árboles, se cubrieron monumentos, columnas y palmeras con croma verde. Hasta el Ibirapitá frente a la Casa de Gobierno fue retirado, y vuelto a colocar.

Uruguay ya había sabido de rodajes. A inicios del 2000 se filmaron acá Ceguera de Fernando Meirelles y que tuvo a Julianne Moore en Montevideo y Vicio en Miami, en cuyo rodaje local casi se muere Colin Farrell. En 2017 hubo un día de rodaje de Los dos papas, la película de Netflix que dirigió Meirelles. Simultáneamente, el país y sus técnicos fueron ganando en experiencia gracias a la proliferación de cortos publicitarios.

Fue eso lo que permitió la llegada de Conquest.

En una conferencia en Torre Ejecutiva y con presencia de autoridades nacionales y departamentales, se anunciaron los cambios que iba a requerir filmar esta serie.

"Esta producción puede significar un antes y un después en Uruguay, porque permite exportar la cultura uruguaya al mundo. Estamos exportando Uruguay al mundo", comentó Pablo Ferreri, el entonces subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas. Uruguay, sin embargo, no estaba mencionado en el guion y su aspecto simulaba el de una ciudad futurista aparentemente a merced de un régimen autoritario.

La producción recurrió a técnicos y equipamiento locales, y participaron más de 300 extras (personas de entre 18 y 25 años a los que se exigía tener una complexión delgada) y bailarines luego de un estricto casting de ocho semanas. En total, se estima que se empleó a mil personas para los seis días de rodaje.

En Uruguay se hizo la preproducción, el rodaje (que continuó en Europa del Este) y dos meses después, la producción local se desentendió del proyecto.

Rinsch ya había estado en Uruguay filmando una publicidad y le gustó la Plaza Independencia por lo que cuando necesitó una locación para el proyecto, decidió que fuera Montevideo. Se asoció con la productora Salado, y el proyecto fue ganando más días de rodaje local. "El director estaba muy contento con el equipo técnico que lo recibió acá en Uruguay”, comentaron a El País.

Pasar por Plaza Independencia los días previos al rodaje presentaba un paisaje desolador. “Hay que dejarlo más oscuro”, ordenaba una de las encargadas de armar el set de la serie a los operarios trabajando en los canteros. El piso fue cubierto de aserrín, dándole un aspecto de tierra seca. Solo las fuentes de la plaza, a la vista y sin agua, quedaron intactas. Arriba del aserrín se colocó carbón, que fue pisado para que quedara como polvo negro. Por lo visto, el futuro de Conquest iba a ser gris y poco feliz.

Esa misma hostilidad se sentía en el rodaje. El director, le contaron a El País participantes del proyecto, era un "apasionado que no miraba a la cara, que se creía un rockstar, un extravagante, un 'one of a kind' con actitudes violentas y que no sabía cómo transmitir las ideas de su cabeza al equipo". También, dijeron, una persona necesitada de aprobación, quien se movía con un séquito que seguía sus pasos y cubría todas sus necesidades desde que se despertaba hasta que terminaba la jornada. Ya habían avisado desde Brasil, sobre el carácter del realizador que además, comentan, fumaba como una chimenea.

“No hubo roces con la gente de Uruguay, pero el director tenía un problema grave sobre cómo tratar a la gente", comentó uno de los informantes. "Me sigue llamando la atención cómo lo podían dejar filmar, con todo lo que estaba pasando en Hollywood con los movimientos como el #MeToo. Eso fue insólito”.

Más allá de su personalidad, los involucrados reconocen que fue un rodaje inusual para el momento en el que se encontraba la industria audiovisual nacional en ese entonces: un proyecto de dimensiones colosales en producción, presupuesto y despliegue técnico.

También fue inusual por la cantidad de dinero que se disponía para gastos diarios. Se filmó todo el tiempo a tres cámaras, con drones, y se grababa durante horas llenando tarjetas de memoria como si no hubiera mañana. "Es una cosa completamente delirante”, comentaron.

“Todo el mundo sabía en qué y para qué se gastaba cada cosa, pero era una forma totalmente distinta a lo que acostumbramos. Era descontrolado. Había motivos para tener red flags, como se dice en esta industria”, agregan. El motivo: se gastaba mucho, aunque cada gasto fue autorizado y aprobado.

Todas las mujeres participantes del proyecto recibieron un bouquet para celebrar, aparentemente, el Día de la mujer aunque el rodaje fue en agosto.

“Le dieron una libertad poco usual. Aunque el rodaje, dentro de lo que era esa locura, fue divino. El equipo uruguayo rindió. Se trabajó recontra bien”, le contó un integrante del equipo a El País. “Se pagó absolutamente cada hora extra y cada hora de reenganche. Trabajamos en las mejores condiciones. Nunca hubo una negociación y ningún tipo de excepción respecto a los términos de la industria uruguaya. O sea, todo estaba en regla y a la perfección”.

Nadie de Uruguay dice haber visto algo de Conquest, ya que no saben si se llegó a avanzar en la posproducción. Ni siquiera se sabe de qué iba. En su momento se anunció que era "una ficción científica ambientada en un futuro distópico" y con humanos artificiales.

Iba a ser una serie revolucionaria, alguien contó, con decenas de episodios de pocos minutos. “El director quería armar un sistema con muchos capítulos de seis minutos. Estaba convencido que la gente podía parar en un semáforo y ver un capítulo”, comentaron a El País.

Y si bien este proyecto se encuentra en discos duros que nadie va a ver, y todos los involucrados entienden que no se va a rescatar, existe una posibilidad de que Netflix haga un documental sobre lo que pasó con este proyecto. Aunque, como todo lo que rodeó Conquest, sigue siendo pura especulación.

Por ahora, como un testimonio de su paso por Uruguay, las líneas del tránsito de la Plaza Independencia siguen siendo las mismas que dejó el rodaje, el único testimonio de un proyecto maldito que por acá todos aún recuerdan.

Conquest fue el primer proyecto beneficiado con el programa Uruguay Audiovisual, una herramienta de financiación estatal. Las plataformas internacionales vieron las posibilidades y oportunidades (técnicas, burocráticas, turísticas) que ofrecía el país.

Por eso, todos entienden que de ese proyecto maldito salieron cosas positivas. Igualmente reconocen que además de Conquest, la pandemia ayudó a generar el polo audiovisual: Uruguay era el único país donde se podía filmar en la región durante la emergencia sanitaria global.

Y la oportunidad que se tiene, cuando viene este tipo de producciones, es aprender mucho. “Nos deja mucha enseñanza, mucha práctica, contactos, el know-how, nos da currículum y ganas de seguir haciendo proyectos”, comentaron a El País.