No se recuerda en la historia de la televisión una fórmula que haya logrado una expansión tan rápida y diversificada como los reality shows. La atracción del género televisivo más reciente se explica desde las posibilidades infinitas que su propia definición ofrece. Y ese ansia por la novedad convierte a las presentaciones que lleva adelante la consultora The Wit en el MipTV, la mayor convención mundial sobre la industria televisiva que se realizó en el Palacio de los Congresos de Cannes.
Allí, a cargo de Virginia Mouseler, responsable de The Wit, quedaron a la vista las tendencias de las que surgirán los reality shows de los que probablemente hablará el mundo en los próximos meses. Habrá nuevas competencias para conseguir pareja, mayor sofisticación de lugares y premios en escenarios exóticos, y propuestas innovadoras de formatos tradicionales como concursos de talentos o los quiz shows.
La primera novedad pasa por una variante en el clásico programa de citas que seduce a los participantes con el anzuelo de que encontrarán la pareja más soñada. En For the Love of DILFs la competencia incluye solamente a hombres gay en busca de pareja, en un escenario parecido a Temptation Island. La encargada de organizar los encuentros y aconsejar a los participantes es Stormy Daniels, la estrella porno que busca nuevo rumbo para su carrera después de denunciar al expresidente Donald Trump por haber comprado su silencio.
El programa, encuentra eco en otras producciones parecidas como I Kissed a Boy, que tiene como anfitriona a Dannii Minogue, hermana de Kylie. Producida por la BBC muestra a 10 varones en busca de su alma gemela gay por toda Europa. FBoys & Friends, también de producción británica, va más allá y alienta a los competidores a coquetear incluso antes de conocerse.
Los creativos alemanes de Red Arrow mezclaron competencias de citas con la aventura en el reality Stranded on a Honeymoon Island (Varados en la isla de la luna de miel), donde cuatro parejas (hombres y mujeres) armadas a partir de algoritmos y el trabajo de un panel de expertos quedan a solas y a la deriva durante dos semanas, después de firmar sus compromisos. Cada episodio llegarán a la orilla cajas con elementos básicos de supervivencia. Al finalizar, los competidores son forzados a separarse para decidir en soledad sus respectivos destinos.
Más abierto a la participación del público es el formato israelí I Do, But With Who? (sí, quiero, pero ¿con quién?). El programa presenta cuatro atípicas historias de amor que terminaron en matrimonio, mientras se relatan las dificultades que las parejas enfrentaron para que el idilio fructificara. Cada integrante cuenta por separado su vida ante las cámaras sin revelar el nombre de su pareja y queda en manos del televidente adivinar, a cambio de una recompensa, quién se unió a quién.
Por el lado de las competencias en escenarios exóticos y distantes, el actor Jai Courtney (de la serie de Netflix Caleidoscopio) es el anfitrión de The Summit, que lleva a 14 participantes en el camino a una lejana montaña, cuya cumbre deben alcanzar en 14 días. Cada uno pone en juego la parte proporcional de un millón de dólares dividida entre todos y cargada en sus respectivas mochilas. Quien gane se llevará la recompensa completa después de un viaje que estimula la codicia, a la vez los obliga a colaborar entre ellos para lograr el objetivo.
Más liviana y tentadora es la propuesta, en el mismo terreno, de Tempting Fortune, travesía de 18 días por áreas rurales de Sudáfrica con una recompensa colectiva de casi 400.000 dólares. Para obtenerla y compartirla, los 12 competidores del reality británico deben completar el recorrido y evitar las tentaciones que se les presentan en la ruta.
A la distribuidora europea Newen Connect se le ocurrió una versión más delirante. Walk of Fame se presenta como “el único programa en el que los famosos no hacen absolutamente nada”. Solo están obligados a subirse a una especie de palanquín, sentarse en su silla y dejar que cuatro competidores los trasladen a pulso a través de superficies abiertas, rurales o selváticas, equipados solo con los elementos básicos para desplazarse por el lugar. Cada vez que el famoso quiera bajarse o pisar el suelo, el equipo que lo traslada sufrirá una multa y perderá parte de la recompensa para el ganador: 100.000 euros.
Menos salvaje y más propia de la realidad del siglo XXI es Destination X, producción belga en la que 10 concursantes viajan por rutas europeas en un ómnibus equipado con materiales de realidad virtual. Dicen sus creadores que al modificarse el escenario, para los participantes y el público, no tienen idea de dónde están. Le toca a ellos buscar a través de la tecnología el lugar exacto en el que los espera el conductor, que interactúa desde una ubicación secreta. La propuesta es interactiva y los espectadores son invitados a participar con sus pantallas y dispositivos.
Llamó la atención en el mapa de Fresh Formats ofrecido en Cannes la propuesta Rise and Fall (ascenso y caída), reality británico estrenado en Channel Four en marzo en el que 16 concursantes son divididos en dos grupos, los “Rulers” (gobernantes) y los “Grafters” (trabajadores), que tendrán que convivir en el mismo edificio a lo largo de 18 episodios. Los primeros se instalan en los pisos altos, con lujos y comodidades, y toman las decisiones que permiten el desarrollo y la continuidad del juego. Los Grafters, que habitan en el sótano, cumplen con las tareas. Los “gobernantes” pueden votar para dejar afuera a uno de ellos, lo que permite el ascenso de un “trabajador” a ese lugar. Uno de los “gobernantes” ganará 100.000 libras.
En cuanto a las novedades en formatos más bien tradicionales, uno se titula The Piano. Es de los creadores de la versión británica de Bake Off, y puede encontrar réplicas en otros países. La novedad consiste en que algunos competidores no saben que son participantes del juego, ya que no tienen que hacer otra cosa que tocar el piano en algún lugar público. Los instrumentos están en estaciones de transporte público, plazas quien pase por allí y se ponga a tocar será observado en secreto por músicos expertos. Uno de los jurados es el prestigioso Lang Lang.
El otro es el francés The Floor y es una innovación de los programas de preguntas y respuestas. El título refiere al gigantesco piso con luces LED que está dividido en 100 espacios del mismo tamaño. Cada uno representa a una categoría distinta de conocimiento o cultura general, ocupado por un especialista. El juego comienza cuando uno de esos 100 competidores desafía a otro a contestar preguntas del rubro de su rival. Quien gane conquistará el casillero de su adversario y ampliará su dominio en el tablero. El ganador será quien se quede luego de ocho emisiones con la totalidad del espacio.