Carlos Aguilar, The New York Times
Amigos desde que eran niños en Ciudad de México, Gael García Bernal, de 45 años, y Diego Luna, de 44, están indeleblemente vinculados, sobre todo por los papeles que ls convirtieron en revelación en la exitosa película de Alfonso Cuarón, Y tu mamá también (2002). Eran dos mejores amigos de diferentes clases sociales en un viaje por carretera que les cambió la vida.

Pero no han aparecido juntos en pantalla con frecuencia. La siguiente vez fue como hermanos rivales atrapados entre el fútbol y la música en Rudo y cursi (2009) de Carlos Cuarón, y luego con Will Ferrell en Casa de mi padre (2012).

En La Máquina, la miniserie que se estrena mañana en Disney+, García Bernal interpreta a un boxeador envejecido, Esteban, al que llaman “La Máquina”. Luna, con prótesis pesadas y bronceador en aerosol, interpreta a Andy, su sórdido manager, mejor amigo y obsesivo de la cirugía plástica. De regreso a la cima después de ganar una gran pelea, son amenazados por unos mafiosos que les dice que Esteban debe perder su próxima pelea o mueren.

La serie llega más de una década después de que García Bernal y Luna, quienes también son productores ejecutivos, la imaginaron en forma de película y luego como serie.

“Es difícil entender muy bien su génesis, porque no se parece a nada que hayamos hecho antes”, dijo Luna. “Pero surge de un interés en volver a reunirnos como actores, en un proyecto que toca nuevamente los temas de la hermandad en nuestro contexto mexicano. Y el boxeo se convierte en una herramienta muy útil para eso”.

En persona, Luna parece el complemento más sensato de García Bernal, que tiende a la irreverencia. Hablaron en español, lo que permitía dobles sentidos picantes y sutiles muestras de sinceridad; sus bromas reflejaban toda una vida de desventuras y triunfos compartidos.

Estos son fragmentos editados de una charla.

-La última vez que actuaron juntos fue en Casa de mi padre. Es difícil creer que nadie les haya ofrecido nada juntos desde entonces.

García Bernal: Ha habido algunas situaciones extrañas en las que alguien me dice: “Se me acaba de ocurrir una historia y sería genial que tú y Diego actuaran en ella”. ¡Como si fuera una idea nueva! Diríamos que sí de inmediato sólo a personas como Alfonso o el gordo del Toro (Guillermo del Toro). Pero nadie nos ha llamado para trabajar juntos.

-¿Cómo surgió La Máquina?

Luna: Hace más de 10 años, dijimos: “Oye, necesitamos hacer algo juntos de nuevo. Pero ahora lo vamos a crear y poner en marcha nosotros mismos”. Yo había hecho un documental sobre el boxeador Julio César Chávez en 2007, y Gael llevaba mucho tiempo entrenando boxeo, así que el boxeo surgió como un espacio donde esto podía suceder. Escribimos un guion con Julián Herbert, un escritor mexicano increíble, pensando primero en hacerlo como una película. Pasó el tiempo y nos sucedieron otras cosas, e hicimos otros proyectos. Luego volvimos a esta idea pensando en hacerlo como una serie. Nos sentamos con Searchlight, y luego Hulu decidió ser el estudio que lo produjera.

García Bernal: Lo hicimos con amigos. Fue muy lindo estar en un set donde conoces a todos, excepto a la gente más joven, ya que ahora somos la generación mayor. Algunos me decían: “Yo crecí viendo tus películas”.

Luna: ¡Llevamos un cuarto de siglo trabajando juntos!

-Diego, ¿de dónde viene tu amor por el boxeo?

Luna: Empecé a gustarme mucho el boxeo cuando era niño a través de la historia de Julio César Chávez. Nos reuníamos en la casa de mis tíos o en la casa de mi abuelo para ver sus peleas. El boxeo es hipnótico, un espectáculo que es difícil dejar de ver. Luego empecé a ver el boxeo a través del cine. Curiosamente, la primera vez que fui a ver boxeo en vivo en Las Vegas, vi la pelea sentado al lado de Julio César Chávez. De ahí también nació el documental que hice sobre él y, en parte, la razón de mi participación en La Máquina.

-¿De dónde surgió la idea de hacer de Andy alguien que se ha sometido a demasiadas cirugías plásticas?

Luna: No podemos decir exactamente dónde, pero el “por qué” viene de cómo el aumento de estas transformaciones hace evidente la incomodidad que tenemos con nosotros mismos y nuestra apariencia. A menudo no nos damos cuenta de lo sobreexpuestos que estamos a las cámaras. Se han convertido en una herramienta omnipresente para narrar nuestras vidas a través de las redes sociales. Pero cuando ves lo que la gente se hace a sí misma, piensas: “Oh, eso es muy triste”. Andy está destinado a estar a la sombra de alguien que es más popular, y hay una envidia implícita en la forma en que intenta hacerse notar.

-¿Cómo han mantenido una amistad tan cercana a lo largo de los años?

Luna: Hace poco traté de articular esto, pero ahora que lo voy a decir en español, será más fácil. Sería fácil decirte: “Es una decisión diaria trabajar en nuestra amistad”.

García Bernal: O, “Tienes que regar la planta todos los días”.

Luna: Pero es algo a lo que ninguno de los dos puede renunciar. Yo no quiero, pero aunque quisiera no podría. Eso es lo genial de esto. Las amistades a veces pueden ser muy intensas. A veces necesitas espacio. A veces te enfrentas. Y todo eso le ha pasado a nuestra amistad, y aun así seguimos aquí. Porque el nuestro es un vínculo profundo del que hemos perdido el control. Aunque intentáramos evitarnos, la vida nos diría: “Ni hablar, tío”. Y eso es porque este vínculo se forjó por el amor que nuestras madres se tenían. En cierto modo, heredamos su amistad.

-Si no fueran actores que trabajan juntos, ¿seguirían siendo tan buenos amigos?

García Bernal: Sería diferente, pero creo que sí.

Luna: Creo que en ese caso seríamos más como amigos. Ahora somos más como hermanos.

-¿Cuál es el mejor consejo que se han dado?

Luna: A través de su ejemplo, Gael me ha demostrado la importancia de entender las implicaciones de involucrarse en cualquier cosa. No me lo ha dicho, me lo ha demostrado en las decisiones que toma. Eso es algo que, poco a poco, he aplicado a mi vida.

García Bernal: Diego es una de las pocas personas que puede hacerme cambiar de opinión. Hablar de mis ideas con él me ayuda a verlas desde un ángulo diferente. Siempre para mejor.

Luna: ¡Qué hermoso!