ESTRENO

nicolás lauber

La serie Narcos comenzó presentando el crecimiento de los cárteles de droga en Colombia, centrándose en el ascenso y caída del zar de la cocaína Pablo Escobar. Esa serie, criticada por glamourizar el narcotráfico tuvo tres temporadas, y una historia derivada, centrada en México.

Así, Narcos: México, estrenada en 2018 presentó a Miguel Ángel Félix Gallardo (Diego Luna), quien comenzó siendo un dealer de poca monta pero con una visión: unir a los distintos carteles de ese país bajo un mismo paraguas dirigido, obvio, por el propio Gallardo. En paralelo a ese crecimiento se contaba la historia de un agente de la DEA, Kiki Camarena (Michael Peña), quien llega a Guadalajara y se mete con el negocio.

El asesinato de Camarena, al final de la primera temporada, fue el desencadenante de los hechos de la segunda, estrenada en 2020 centrada en la caída de Félix Gallardo y el final de aquel sueño de ser el líder supremo del narcotráfico en México.

Y ayer se estrenó la tercera y última temporada de Narcos México, en la que sin Gallardo para tomar las decisiones, ni mantenerlos unidos, se desata la guerra entre los carteles. Era de esperar.

En el adelanto, Gallardo narraba desde la cárcel un resumen de la situación del negocio tras su caída: “Tijuana se va a hacer fuerte; en Sinaola están los vatos más jaladores; pero el pedo está en Juárez: Amado Carrillo Fuentes, el cabrón va a ser el narcotraficante más verde de todo México”.

Y al igual que ocurrió con la tercera temporada de aquella Narcos colombiana, en estos últimos capítulos de Narcos México se explora lo que ocurre cuando hay un vacío en el poder.

Así, el ascenso de Carrillo Fuentes es el corazón de la historia, sangrienta y violenta como siempre y sin ningún héroe entre los frentes de batalla. Y por eso de “a rey muerto, rey puesto”, un nuevo líder comienza a crecer.

Los vínculos de poderosos empresarios y los políticos y los policías mexicanos con el narcotráfico son parte del paisaje: en este mundo, nadie está libre de pecados.

Y como ya acostumbra hacer Narcos, la historia se divide en distintos frentes: el cartel de Sinaloa, el de Tijuana, la DEA, el Ejército de México y una periodista que intenta averiguar qué está pasando en su país.

Pero, todo indica, lo más destacado de esta temporada es la incorporación del cantante Bad Bunny en su debut en la pantalla chica: en el cine lo hizo, también este año como parte del elenco de Rápidos y furiosos 9.

El puertorriqueño interpreta a Arturo “Kitty” Páez, miembro de la banda de los Narco Juniors, cuya historia aparece en el segundo episodio, pero se explica recién en el tercero de los 10 que se estrenaron ayer.

“Kitty”, como los demás integrantes de su pandilla, es un niño rico que atraído por el dinero, las drogas, las mujeres y la violencia del cartel, terminará envuelto en ese espiral de violencia nacional

Fue Ramón Arellano Félix, uno de los capos, quien lo nombró lugarteniente y le dio la importante misión de juntar a otros jóvenes adinerados como él para formar una división del Cartel de Sinaloa.

Estos Narco Juniors comenzaron a tomar más poder, llegando a desafiar al propio Arelano Félix.

Eso desencadena una serie de asesinatos entre los integrantes de esta bandita, cuyo único sobreviviente es justamente “Kitty”, quien fue detenido por agentes de la DEA. Fue extraditado a Estados Unidos y sentenciado, en 2002, a 30 años de prisión, aunque más tarde se convirtió en testigo protegido por el FBI.

Si bien se había anunciado que la participación del cantante iba a ser de un solo episodio, el arco de su personaje se extiende por varios capítulos, en los que estará involucrado en una masacre, se enfrentará con otros narcos (¡casi asesina al Chapo Guzmán!) y con el Ejército.

Narcos: México vuelve a ser un mapa, además de una entretenida serie, de la violencia de estos tiempos. Es un mundo terrible pero que, a juzgar por la expectativa que genera, sigue siendo seductor.