El País habló con Rick Harrison, el jefe de la casa de empeños de "El precio de la historia"

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Rick Harrison. Foto: Difusión

ENTREVISTA

El anfitrión del programa adelanta el estreno de la nueva temporada, hoy a la noche, del reality sobre la tienda de compraventa más famosa de Las Vegas y cuenta cuál fue su peor negocio

Si algo nos ha enseñado la televisión en estos años es que es difícil regatear con Rick Harrison. El dueño de la tienda de empeño Gold & Silver Pawn Shop de Las Vegas y protagonista de El precio de la historia es un hueso duro de roer y frases como “Déjame llamar a un experto”, “Te doy 20 dólares y me estoy arriesgando” y “No lo sé, parece falso”, son sentencias que a veces achican varios miles de dólares las pretensiones de un vendedor.

Muchas de esas frases se han convertido en memes o en fenómenos virales y llevaron al programa, estrenado en 2009, a ser uno de los más exitosos de History Channel.

Según datos aportados por la propia cadena, cada capítulo estreno de El precio de la historia tiene un rating entre 30 y 60 por ciento más alto que cualquier promedio del prime time del canal. Y solo en Youtube los programas tienen más de 188 millones de visualizaciones.

El interés no parece decaer después de 582 episodios en la que se repite la misma fórmula: entra un vendedor, ofrece algo simpático o exótico, Rick o alguno de sus colegas (su hijo, Corey, y su empleado, “Chumlee”; el padre de Rick, murió en 2018) dudan, llaman a un experto, regatean y se concreta el negocio. Se arman algunas historias, entre sitcom y reality, para adornar cada episodio.

Esta noche, a las 20.45, se estrena la temporada 22 del programa y por eso El País participó de una charla con otros periodistas con Harrison vía Zoom.

Rick Harrison. Foto: Difusión
Rick Harrison. Foto: Difusión

-¿Cuál es la razón de 22 años de permanencia?

-Somos un programa familiar. Nunca hacemos cosas que le pueda dar vergüenza a una mamá. A las personas les encanta aprender y les gusta aprender de un tío, no de un profesor. Además lo filmamos para que lo puedan agarrar empezado y siga siendo interesante.

Rick Harrison. Foto: Difusión
Rick Harrison. Foto: Difusión

—¿Cuál ha sido la peor compra que han hecho en esta serie?

—Compré un libro que estaba supuestamente firmado por Shoeless Joe Jackson, un famoso beisbolista de principios del 1900, y resultó ser falso. Me costó como 20.000 dólares o algo así. Pero de cierta forma es así como funciona el negocio, el que no arriesga no gana. Hay un riesgo en cada compra. Así que de vez en cuando nos quemamos.

—Y a la inversa, ¿Cuál fue la mejor compra que hicieron?

—Eso es difícil de decir, tal vez el cachorrito que tengo. No se me ocurre la mejor compra porque este es un negocio y ha habido compras muy divertidas, eso sin dudas.

—¿Por qué todo lo que hacen se vuelva viral o una sensación en las redes sociales?

—Ay, no sé, es una locura, hace 6 o 7 años, creo que fue en 2014 que era el meme número uno de Internet. No sé exactamente por qué. Pero creo que se mantiene relevante.

Rick Harrison. Foto: Difusión
Rick Harrison. Foto: Difusión

—¿Hay algo que recuerdes y que digas: “Esto debería haberlo comprado y no lo compre y nunca más me lo crucé”. ¿Se te ocurre algo?

—Sí, recuerdo que pude haber comprado bitcoins por un dólar la pieza. (Risas). También hubo algunas tarjetas Pokemón que no compré y con las que pude haber hecho dinero. Traté de que comprar las tarjetas por 150 mil y ahora valen más de un millón. A veces la gente me dice: “Esto en unos años va mucho más”, pero no hay forma de saberlo. Por eso no compro cosas asumiendo que valdrán más después porque es una asunción y es apostar. Soy un hombre de negocios, lo que vale la pena ahora tengo que tratar de venderlo ahora y ver qué vale ahora. Esa es la forma en que veo las cosas. Y eso es probablemente por qué sigo en el negocio. Porque hay muchas otras cosas afuera que subieron de precio y que se estrellaron después. Me mantengo conservador. No me lamento por no comprar cosas, es parte del negocio. Es la forma que es.

—¿Cuál es el secreto para una buena compra?

—Mi consejo es saber lo que tenés y saber lo que querés. Es mi trabajo comprarlo por el menor dinero que pueda y ser justo. Obviamente yo no trato de educar sobre el ítem. Aunque lo haré, eso no significa que vas a tomar mi palabra, uno tiene que saber lo que vende, saber sobre el objeto. Entonces, educar sobre lo que uno tiene y saber lo que uno tiene, eso ayuda en la negociación. Si uno sabe lo que quiere y lo que tiene la persona con la que está negociando ver con confianza. Entonces yo puedo pensar: "Esta persona sabe el valor de lo que tiene, esto es lo que quiere". Ahora yo tengo que tomar la decisión, si ese precio lo vale.

—¿Cómo afectó la pandemia al negocio y al programa?

—Afectó a la serie porque la gente no viene de la misma manera y tenemos que tomar precauciones de seguridad. En general en esta altura del año hay 3.000 personas por día en la tienda y en este momento son 600 o 700. Algunos días son mejores. No tenemos a los turistas. Literalmente un tercio de las personas que vienen a la tienda son latinoamericanos. Y esa gente que venía no viene por la pandemia. Otro tercio es de Europa y tampoco vienen. Entonces está más lento el negocio. Esperemos que esto mejore después de la pandemia.

—¿Por qué creen que la gente se siente atraída por objetos coleccionables y las antigüedades?

—La razón por la que creo que las personas aman los objetos coleccionables y las antigüedades no es tanto el objeto en sí, sino la historia detrás del objeto. Eso pasa con todo, cualquier cosa que se compró en el 1.800 por 25 centavos tiene una historia detrás. Es la historia lo que entusiasma y eso emociona a las personas.

—¿Cómo ven ustedes el impacto de las redes sociales y de Internet en su programa y en el negocio?

—Bueno, es como la evolución de todo. Todos los negocios cambian, todo cambia, evoluciona o muere. Las redes sociales, yo todavía como que no las capto. Imagina que soy de llamar a las personas, no las mensajeo seguido. Y con algo que tengo que subir a instagram tengo que pedir ayuda porque hago cualquier cosa.

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