RESEÑA
Este viernes se estrena la temporada 5 de la serie española. El País accedió a los primeros episodios y cuenta quiénes se suman, quiénes siguen y todos los detalles
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Elite
, la Elite que conocimos, que conquistó al público hispanoamericano y de la que muchos se enamoraron, terminó en la tercera temporada. La despedida de la mayoría de sus personajes principales le dio paso a una nueva aventura, apenas sostenida en un par de viejos pilares que se quedaron para sostener el cambio. La cuarta, lanzada en junio de 2021, funcionó entonces como un reinicio, que combinó su fórmula original con el sazón de figuras desconocidas. Alcanzó para superar la prueba.Pero la temporada 5, que se estrena hoy en Netflix, tiene un desafío mucho más complicado de sortear. Eso es lo que transmiten los primeros tres episodios a los que tuvo acceso El País, y en los que queda claro que no alcanza solo con agregar a dos componentes sudamericanos y un poco de polémica y picante para dar vuelta la página. La experiencia se vuelve rutinaria para el espectador, aunque el atractivo siempre está.
En este caso es bastante literal. El de Elite es un elenco de lo más hegemónico y cada actor o actriz que se integra a la plantilla aporta cuerpos perfectamente enmarcados en los estándares de belleza actuales. Hay torsos esculpidos y como para ocupar la vacante de la llamativa Ester Expósito, entra la argentina Valentina Zenere (foto), igual de impactante, igual de rubia e igual de filosa en su papel. Hay fiestas donde “todo vale” y un nivel de erotismo y sensualidad que nunca decae. La diversidad es sexual y es social, pero nunca para alimentar la profundidad del relato sino para agregar elementos explosivos.
En marzo, cuando presentaron la temporada en el Festival de Cine de Málaga, los creadores de la serie española Carlos Montero y Jaime Vaca hablaron al respecto. Dijeron, en entrevista con el Diario de Sevilla, que la nueva temporada ofrece “el mismo universo, pero más revolucionado”, y que las dos tramas que se agregan “vienen para chocar, para crear caos”.
Una es la que protagoniza Zenere y que confirma que cuanto más haya para escandalizar a la audiencia, para el mundo de Elite, mejor. La argentina interpreta a Isadora, la estratega heredera de una familia que ha hecho de las fiestas nocturnas, un imperio. La referencia a Paris Hilton es asumida y su postura, una de las más controversiales de los nuevos episodios: está dispuesta a todo con tal de que no se haga justicia respecto a Phillipe (Pol Granch), un príncipe con conocido prontuario de depredador sexual.
La otra línea narrativa la encabeza el brasileño André Lamoglia, o sea Iván, el hijo de un futbolista exitoso y con el que se pretende caminar al filo de la masculinidad del deporte y el homoerotismo de su historia.
Con menos peso entra en escena Bilal (Adam Nourou), un migrante en situación de vulnerabilidad que tocará la fibra íntima de Omar (Omar Ayuso, casi el único actor sobreviviente de la primera hora).
Isadora e Iván llegan al colegio Las Encinas, que nuclea toda la acción de la serie, en un momento complicado. Benjamín (Diego Martín), el nuevo director, aplica unas reglas entre el régimen militar y el reality: prohibe los celulares, las reuniones de más de tres personas y el contacto estrecho, llena cada rincón de cámaras y entre otras medidas imposibles, hace que los alumnos se “nominen” entre sí. La rebelión de los adolescentes millonarios es siempre la misma: irse de fiesta para olvidar todas las penas. Ahora también hay autocine y un ciclo de películas de Pedro Almodóvar con el foco, claro, en la película ¡Átame!. La música, con su tinte ochentoso, sigue siendo un acierto de la producción.
Pero esto es Elite, y nada tendría sentido —ni el sexo, ni las relaciones paralelas, ni las decisiones absurdas ni los conflictos sentimentales— si no hubiera un crimen. Así que otra vez hay un cuerpo que flota en la piscina y otra vez está Samuel (Itzan Escamilla) sentado en un cuarto de comisaría, esposado y listo para declarar. ¿Es que ya no vimos esta historia con tres víctimas distintas?
Montero y Vaca vuelven a apuntar a esa estrategia hasta ahora efectiva, pero la intriga no solo se pierde entre dilemas de dormitorio, sino que deja de interesar. Al menos en los tres primeros episodios de la temporada, Elite no logra ni siquiera mantener la frescura en su concepto estético: todo, absolutamente todo, ya lo vimos.
Sin embargo, si hay una luz de esperanza, podría estar en el conflicto humano. El primer vistazo al nuevo ciclo muestra una leve intención por profundizar en el drama de sus personajes principales, adolescentes solos y de alguna manera abandonados, que en el círculo más disfuncional de todos encontraron un atisbo de sentimiento de pertenencia.
La temporada tendrá ocho episodios en total y en ellos la serie española, siempre un éxito al que Netflix le pone fichas, podría sorprender con el hallazgo de un rumbo perdido. Aunque eso no haga más que confirmar que a veces las mejores historias son las que terminan a tiempo.