RESEÑA
Se estrenó en Disney+ el último episodio de la serie protagonizada por Anthony Mackie y Sebastian Stan, tra sel legado de "Capitán América"
Al final, Falcon y el Soldado de Invierno no fue tal cual lo que esperábamos. Al final, el ida y vuelta entre los dos personajes centrales no fue abundante en sarcasmo ni acaparó la mayoría de los minutos en pantalla. Al final, la nueva serie de Marvel Studios que terminó ayer en Disney+ fue más un drama de espectaculares escenas de acción y algo de hondura.
El mayor problema fue que se quedó corta. Hay, a diferencia de WandaVision, rumores de que habrá una segunda temporada y eso puede justificar algunas decisiones respecto al desarrollo de la trama. Nuevos episodios no vendrían nada mal.
Con Anthony Mackie como Sam Wilson o Falcon, y Sebastian Stan como Bucky Barnes o el (ex) Soldado de Invierno, es la segunda serie original de Marvel Studios y la segunda también en situarse en el Universo Cinematográfico de Marvel, tras Avengers: Endgame.
El primer ensayo de Marvel en formato televisivo en esta etapa fue WandaVision, comedia que arriesgó con una forma y narrativa bien diferente al resto de las ficciones de superhéroes. Falcon... se apegó a la solemnidad de, sobre todo, la saga de Capitán América, y la sumatoria de las dos marca en parte el camino hacia el plato fuerte: Loki.
Con Tom Hiddleston como el villano más querible de todo Marvel, Loki estrenará el 11 de junio y es donde todos los fanáticos de la franquicia tienen puestas sus expectativas. Marvel lo sabe.
Quizás en que ahí están puestas las grandes fichas está la explicación de que Falcon y el Soldado de Invierno, cuando tenía un material genuino con el que elaborar una temporada más larga, se haya reducido a apenas seis episodios de entre 40 y 50 minutos. La dinámica del estreno semanal le impuso a cada capítulo un relato casi forzado de película, con al menos una escena semanal de acción a todo despliegue que, en algún caso, fue en detrimento del trasfondo más humano que tenía para explorar.
A nivel superficial, Falcon... trató el dilema del puesto vacante del Capitán América que, en su retiro, le heredó el escudo a su fiel amigo Sam. Este entendió que nadie podía llenar los zapatos del Capi, pero el gobierno estadounidense no estuvo tan de acuerdo y le dio la responsabilidad a otro blanco con ladero afroamericano, John Walker (Wyatt Russell).
Este conflicto hizo que Sam y Bucky, que trabajaba con su terapeuta para eliminar las esquirlas de su pasado como máquina de matar, se reencontraran y volvieran a la cancha a pesar de las diferencias evidentes entre ambos.
Juntos deberán lidiar no solo con este Capitán América de segunda sino con los Flag Smasher, movimiento liderado por la supersoldado Karli (Erin Kellyman) que cree que el mundo era mejor durante el blip —o sea, cuando Thanos en Infinity War logró exterminar a media población mundial—, y busca recuperar algo de aquellos tiempos.
En el camino, la dupla se reencontrará con viejos conocidos (Daniel Brühl como Barón Zemo y Emily VanCamp como la ex SHIELD Sharon Carter) e irá puliendo sus diferencias para dar pie a una segunda mitad de temporada muy efectiva. La serie crece a partir del tramo final del capítulo cuatro, ofrece su mejor episodio en el quinto y termina a puro combate.
A un nivel más profundo, que igualmente se explicíta con un largo monólogo, Falcon y el Soldado de Invierno plantea, en distintas escalas, la interrogante de cómo usamos el poder que tenemos, qué luchas estamos dispuestos a dar y hasta qué punto podemos darlas. Todo con una perspectiva racial que cuestiona el lugar de los afroamericanos en la historia (no en vano la serie tiende puentes con Pantera Negra, la gran celebración de la negritud de Marvel), y que deja un par de diálogos de fuerte carga emocional y actuación.
Es en el arco dramático de Sam donde todos estos aspectos se articulan. Mackie se lleva los elogios por un enorme trabajo como este Sam Wilson lleno de contradicciones que, al final, acepta su destino. La concreción de su transformación es lo mejor del episodio final, que se guarda algún que otro as bajo la manga, introduce al juego a la actriz Julia Louis-Dreyfus y se abre hacia el futuro, cuando no, con una escena poscréditos.
Al final, Falcon y el Soldado de Invierno no fue tal como la esperábamos. Fue, con aciertos y errores, una grata sorpresa que, entre varias lecciones morales, dejó en claro que el escudo no se mancha.