Final
Mañana a las 22.00 se emitirá, por HBO, el último capítulo de la ficción épica
Desde la emisión del último capítulo de Game of Thrones, todo lo que ha quedado en las redes sociales y en los medios, es un intento vano porque las cosas se reviertan. Porquea pesar de las firmas acumuladas de medio millón de personas que tienen la intención de que toda la octava temporada se rehaga, a pesar de las críticas despiadadas y de la búsqueda fallida de explicaciones que no conformarán a los decepcionados, Game of Thrones se terminará este domingo, mañana, y ya no habrá marcha atrás. “Lo que ves es lo que hay”, dice Charly García en su disco El aguante, en una canción que como subtítulo lleva “Todo el mundo quiere olvidar”, y eso aplica para esta despedida de la ficción.
Lo que pasó con el penúltimo episodio de la serie de HBO a la que ya no le caben más adjetivos -enorme, millonaria, popular, incomparable y así-, es que tomó por sorpresa a la mayoría del público. ¿No era eso lo que amamos de Game of Thrones desde que Bran Stark cayó desde las alturas en el piloto? ¿O desde que en aquella inicial temporada, Ned Stark perdió la cabeza, literalmente? ¿Cuándo nos dejaron de gustar los plot twist que tanto supimos alabar?
Seguramente, desde que los tiempos se aceleraron y hubo que resolver tramas complejas en horas escasas. Esa es la gran crítica que se le puede hacer a Game of Thrones, el ribete teleteatral que se le puede achacar. Como ha pasado con las mejores telenovelas de la Globo, que en sus dos últimos capítulos resuelven todos los tejes y manejes planteados en al menos 100 episodios, la hija pródiga de David Benioff y D. B. Weiss se desenlazará a las apuradas. Y eso molesta. No es que -aquí vienen los spoilers- Daenerys Targaryen se convirtió, de un día para el otro, en una demente ciega de poder y con el arma más peligrosa del mundo a su disposición. De eso hubo pistas desde 2011: el problema fue que las piezas del puzzle pasaron de estar a kilómetros de distancia a perfectamente encastradas, en un abrir y cerrar de ojos.
A Game of Thrones, entonces, se le puede criticar la ejecución argumental de esta temporada (y mucho más la de la anterior, está claro), que además costó la caída de algunos personajes maravillosos (el declive de Tyrion Lannister lo lamentaremos siempre). Pero no mucho más que eso. En esta temporada pasaron cosas con las que fantaseábamos: Jon Snow conoció su verdadera identidad y montó un dragón, Jaime Lannister y Briene de Tarth tuvieron una noche de pasión, hubo algún otro encuentro, El Perro y La Montaña tuvieron su pelea pendiente...
Pero también hubo mucha cosa inesperada, y eso incluye a pocos muertos en un episodio, y a demasiados en otros. Arya Stark perdió su virginidad y se convirtió en la libertadora de Westeros al matar al Rey de la Noche. Daenerys y Jon no pudieron lidiar bien con el vínculo familiar que los une. Jaime abandonó a Brienne para irse al rescate de su hermana y amada Cersei. Los malos mataron a un dragón y decapitaron a Missandei, y quién no quedó en shock con eso. Y al final, Daenerys decidió ayer la suya, mató a Varys por traidor y arrasó con la Fortaleza Roja y el grueso de sus habitantes. Cersei y Jaime murieron (se supone) aplastados por los escombros, juntos. No se sabe ni si Jon Snow está vivo ni si el famoso Trono de Hierro, el objeto más preciado de la serie, resistió el fuego.
Y eso, nadie lo vio venir.
Parece haber consenso en el malestar generado por el último episodio, que fue el más visto de toda la historia de la serie (12,48 millones de espectadores sólo en Estados Unidos), y a la vez es el peor valorado en Rotten Tomatoes, también en la historia de esta ficción. Sin embargo, lo que molesta más es que la reina buena y más sufrida y sacrificada de todo Game of Thrones sea ahora la mala a la que nadie puede controlar. Y molesta que los White Walkers hayan sido sólo un dulce entreteniéndonos a nosotros, niños, que no vimos (no del todo, o no quisimos ver) que la verdadera guerra no era contra la muerte, sino contra el hambre de poder que, en cualquier caso, siempre trae como consecuencia alguna muerte. Cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia (o no tanto).
Entre tragos agridulces, lo que queda es esperar este final sobre el que cada uno habrá elaborado su propia teoría. Lo interesante es que en el juego de tronos, la única jugadora con ganas de ganar es Daenerys. Jon Snow/Aegon Targaryen, el heredero legítimo, nunca ha querido ser el rey de los Siete Reinos, y lo ha dejado en claro cada vez que puede. Y Sansa Stark, la otra poderosa, está muy bien como señora de Winterfell, abogando por la independencia de su territorio. Pero Cersei Lannister lo avisó temprano: “Cuando jugás el juego de tronos, o ganás o morís”. Y en cuanto al destino de Daenerys, la balanza parece inclinarse más hacia la última opción que a la primera.
De hecho, la pregunta de quién va a matar a Daenerys figura en cantidad de titulares de medios del mundo por estas horas. Y los fanáticos apuntan a dos grandes posibilidades: Arya, que ya se cargó al Rey de la Noche, que sobrevivió a la destrucción de King’s Landing y se fue montada en un misterioso caballo blanco, y a quien le quedan por cerrar unos ojos verdes, según le señaló Melisandre; o Jon Snow, quien podría ser el príncipe prometido del que se habla en los libros, una figura sobre la cual los fanáticos más acérrimos han elaborado infinitas teorías.
Pero Daenerys también podría sobrevivir e incluso están los que imaginan que todo fue un sueño y que eso se revelará mañana de noche. Más allá de lo que suceda y del sabor que nos quede, mañana será un día histórico para la televisión, pues terminará una serie que cambió el juego y que dejó la vara narrativa y técnica, a niveles altísimos para lo que vendrá. Fuera de la ficción, la gran pregunta es cómo hará HBO para suplir esta ausencia y no derrumbarse en el intento.
Las teorías de cara al final de esta historia
Internet se ha llenado de teorías sobre el final de Game of Thrones. Y entre ellas, el panorama de posibilidades es amplio.
Las apuestas se están volcando hacia la muerte de Daenerys Targaryen, y sus posibles asesinos son los dos ya mencionados en la nota: Arya Stark, porque algún significado especial hay en ese caballo blanco que le apareció de forma casi mágica en el último episodio emitido; o Jon Snow. Eventualmente Daenerys, o Jon podría aceptar finalmente su destino y reinar los Siete Reinos, o podría escuchar las intenciones independentistas de su hermana Sansa y aplicar eso a todo el territorio, dándole lugar así a varios reyes. O la propia Sansa podría terminar reinándolos a todos o, también, el Lannister sobreviviente, Tyrion.
Pero hay otra gran teoría que tiene que ver con la supervivencia de Daenerys. La Khaleesi ya demostró que no le temblará el pulso nunca más y, en ese caso, podría matar a todos los que van a osar interponerse en su camino -Tyrion, Jon y las hermanas Stark están en esa lista- y reinar el imperio a lo Targaryen: con un poco de locura, imponiendo miedo y echando fuego. Mientras al final no sea todo una fantasía, cualquiera de los dos caminos puede ser un buen fnal para Game of Thrones.