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Los estudios, las plataformas de streaming, los sellos discográficos, las editoriales y así. Todos necesitan producir, estrenar material semana tras semana, renovar de forma permanente una oferta que mantenga entretenida a la audiencia cada vez más amplia, más dispersa y, al parecer, cada vez menos exigente.

Los caminos hacia esa misión son muchos y uno de los más trillados del último tiempo tiene que ver con volver al clásico y revitalizarlo. Se toman prestadas premisas bien conocidas, se reversionan algunos íconos, se hacen adaptaciones de los libros que ya supieron conquistar el cine o se apuesta por la remake de la remake de la remake. De esa senda se desprende Sé lo que hicieron el verano pasado, la serie de suspenso y terror estrenada el viernes pasado en Amazon Prime Video.

Si la pregunta que surge es qué necesidad había de regresar a esta historia que, en la década de 1990, demostró que bastaba una película de hora y media para agotarla (e igual tuvo una secuela y otra más que no pasó por cines), la respuesta es la lógica del mercado. Hay que producir, sí, y qué mejor que recuperar algo que con todo y sus defectos, logró ganarse un lugar en el corazón de toda una generación.

La nueva serie apunta a lo mismo y de ahí que se adapte a los códigos más centennials que millennials. Donde antes había nu metal (qué noventas todo) ahora hay trap, donde antes habían esquelas escritas a mano ahora hay mensajes por celular, y todos los espacios que hay que rellenar en el nuevo formato se cubren con glitter, videos, vivos de Instagram, pretensiones de influencer, angustia y perfiles en OnlyFans.

Sé lo que hicieron el verano pasado, la serie, repite la línea argumental de la película homónima de 1997, a su vez basada en la novela de 1973 de Lois Duncan. Un grupo de chicos jóvenes (cinco esta vez) atropella a una persona tras una noche de alcohol. Entre el pánico y la adrenalina de la situación, deciden deshacerse del cadáver y seguir con unas vidas más o menos normales. Y lo logran hasta que un año después de los hechos, alguien que sabe lo que ocurrió comienza a atormentarlos, con sed de venganza o al menos, de sangre.

Hasta ahí, todo igual. Pero la serie explota el recurso a su máximo límite y llena esta aventura de giros retorcidos, macabros. Es la estrategia para estirar una trama en esencia acotada, y sostener así los ocho episodios que tendrá la temporada. El viernes se estrenaron cuatro y los siguientes llegarán uno por semana; el final se podrá ver el 12 de noviembre.

La estrella de Sé lo que hicieron el verano pasado es Madison Iseman, una cara todavía fresca que se afirma como una de las nuevas favoritas para el cine de terror (Escalofríos 2, Annabelle 3, Nocturno). Acá interpreta a las hermanas gemelas Lennon y Alison, dos polos opuestos: la primera es extrovertida, extrema, llena de amigos, de parejas sexuales y de drogas que consumir; la segunda es solitaria, parca, virginal y aún sufre el suicidio que su madre cometió al menos una década atrás, porque con ella se fue, está convencida, la única persona que alguna vez la quiso.

Una serie de hechos desafortunados en la fiesta de graduación terminan con un accidente fatal, donde una hermana es la que conduce y la otra, la atropellada. El grupo de implicados —los actúan Brianne Tju, Ezekiel Goodman y Ashley Moore— se deshace del cuerpo y el padre (Bill Heck) de la protagonista se convierte en cómplice de un secreto de lo más sórdido que, un año después, se hace demasiado pesado de sostener.

Ahí entra en juego un asesino o asesina que está al tanto de los hechos y está listo para vengarse. Sin garfio a la vista, lo que abundan acá son cuerpos decapitados, heridas bien abiertas, insectos que se mueven entre la carne humana y el baño de sangre necesario para completar la dosis de slasher. Todo se mezcla con una pandilla de lo más disfuncional y con una premisa de que cuanto más explícito, mejor, que la desmarca de la versión de los 90 que aunque rechazada por la crítica, supo convertirse en un clásico del terror de su época.

Más que profundizar en los personajes, Sé lo que hicieron el verano pasado da vueltas sobre ellos, sus vínculos y las relaciones de la ciudad que habitan, mientras hila una y otra escena macabra.

La juventud, los excesos, los flashbacks y el desfile de figuras atormentadas le dan un aire a la española Elite, con la diferencia de que el terror logra imponerse a cualquier inclinación policial o dramática. Cuatro episodios sirven para presentar la historia, diferenciarla de su prima lejana, entretener con liviandad y dejar el misterio ahí, servido para que el espectador haga su apuesta e intente, a ciegas, adivinar quién es el asesino. Mayordomos, eso sí, descartados.