Hugh Grant: "Pensé que la actuación duraría un año y acá estoy, 35 años después"

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Nicole Kidman y Hugh Grant en "The Undoing". Foto: Difusión
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ENTREVISTA

El actor británico repasa su carrera y habla sobre el drama "The Undoing", su segunda serie de televisión y la primera en el género dramático

Nicole Kidman y Hugh Grant en "The Undoing". Foto: Difusión
Nicole Kidman y Hugh Grant en "The Undoing". Foto: Difusión

The Undoing es quizá tu primer papel completamente dramático en tiempo. ¿Es algo que ansiabas hacer?

—No hay muchas risas en The Undoing. Pero no estoy seguro de que esa fuera la razón por la que lo hice. Lo hice porque era un proyecto con mucha clase y era un guion que me hacía seguir leyendo, lo cual es muy raro porque normalmente me duermo cuando llego a la página seis de la mayoría de los guiones que leo. Durante diez años al menos he intentado no ser el inglés romántico y enamorado. He estado tratando de hacer personajes más excéntricos. No estoy completamente seguro de que este sea un papel excéntrico. Quería interpretarlo de esa manera y después, casi antes de empezar la producción, Susanne Bier muy educadamente me dijo que no lo interpretara de esa manera.

—Cuéntame más sobre interpretar un papel “excéntrico”.

—Recientemente he interpretado muchos papeles en los que he tenido que adoptar acentos y cortes de cabello extraños, y he estado muy lejos de ser el Hugh Grant que todos conocen. Y ahora tuve que acercar este papel a una versión de mí, tanto así que tuve que advertírselo a mi esposa. Le dije: "Cuando veas la serie recuerda que ese no soy yo".

Hugh Grant. Foto: Jason Bell
Hugh Grant. Foto: Jason Bell

—Esta es tu segunda serie después de A Very English Scandal. ¿Cómo te adaptaste a los ritmos de la televisión?

—Hay varias cosas que me han alejado de la televisión aparte del puro esnobismo. La idea de que diferentes directores dirijan diferentes episodios, por ejemplo. Siempre me preocupa la congruencia. Y los actores no necesariamente reciben todos los guiones antes de empezar una serie, así que no saben a dónde va su personaje. Pero nada de eso ocurrió con este proyecto. Para mí es como una película. Me niego incluso a clasificarlo como televisión.

Imagen de la serie A Very English Scandal
Imagen de la serie A Very English Scandal

—Tu carrera ha tenido un pequeño resurgimiento hace tres o cuatro años. ¿Tienes alguna idea de lo que pudo haber cambiado? ¿Fue un esfuerzo consciente de tu parte?

—Tengo que estar muy agradecido con Stephen Frears, quien, de la nada, me pidió que participara en Florence con Meryl Streep. Eso me dio un nuevo impulso. He vuelto realmente a donde empecé: actor de personajes excéntricos. Solo hacía voces tontas e imitaciones para escenas cómicas y anuncios en la década de 1980. En eso era bueno. Nunca pensé ni por un momento que sería protagonista, especialmente de comedias románticas. Nunca fue un género que me gustara en particular, pero ahí es donde terminé. No soy desagradecido. Me encantaba el dinero, por supuesto, y estoy orgulloso de muchas de esas películas. Pero si alguien me preguntara: "¿Tienes algún talento como actor?". Yo diría: "Bueno, solo en lo que respecta hacer de personajes excéntricos".

Hugh Grant y Nicole Kidman en el rodaje de "The Undoing". Foto: AFP
Hugh Grant y Nicole Kidman en el rodaje de "The Undoing". Foto: AFP

—¿Crees que llevaste la actuación de personajes excéntricos a la comedia romántica?

—Lo intenté. Fuera lo que fuera, en Cuatro bodas y un funeral o Amor a segunda vista, mi proceso siempre fue el mismo. Llevo a cabo una cantidad ridícula de preparación y análisis detallado de cada momento de la película. Construyo vastas biografías del personaje. Esconderme detrás de la máscara de alguien más parece relajarme y hacer que mejore. Y, al final, una cosa que he descubierto a lo largo de los años es que todo lo que quieres en la actuación cinematográfica es soltarte.

Hugh Grant. Foto: Jason Bell
Hugh Grant. Foto: Jason Bell

—Eso es interesante. Creo que durante mucho tiempo hubo una percepción de que solo interpretabas versiones de ti mismo.

—Eso siempre me hizo rechinar un poco los dientes. Ese personaje en las películas de Richard Curtis era un poco repetitivo pero no era yo. Esos personajes son más como Richard.

—Has dicho que la comedia es más difícil. ¿Por qué?

—Más difícil en el sentido de que es más ingrata, porque el público a lo largo de la historia del entretenimiento siempre se ha sentido natural e inextricablemente atraído hacia los malos. Simplemente aman a los malos y bostezan un poco con los buenos. Nadie quiere hacer el papel de Romeo, por el amor de Dios. Quieren interpretar a Teobaldo o a Mercucio. Ser el bueno y no provocar bostezos ni aburrimiento es muy difícil.

—En los últimos 10 años, tu vida ha cambiado profundamente. ¿Eso te ha dado algo de claridad o ha afectado tus decisiones?

—Cuando dices que he cambiado mucho como actor, sospecho que tener a mis hijos me ha ayudado mucho. Porque, de repente, en lugar de ser un golfista de mediana edad medio atrofiado, soy un hombre con una vida llena de amor. Amo a mi esposa, amo a mis hijos. Ellos me aman a mí. Y, de pronto -algo muy inusual para un inglés- tengo un gran acceso a las emociones. Casi demasiado acceso. A veces es difícil mantenerlo bajo control.

—¿Cuál de tus comedias románticas ha resistido el paso del tiempo?

—Me sorprende lo bien que han resistido la prueba del tiempo en cuanto a la gente que aún quiere verlas. Están dispersas por todos los canales de cable y servicios de streaming, así que deben proporcionar algún tipo de entretenimiento. Hay algunas que me gustan más, entre ellas está Letra y música.

Meryl Streep. Foto: Nick Wall
Meryl Streep en "Florence". Foto: Difusión

—Hubo un periodo hace una década en el que te alejaste de las películas. ¿Qué pasó?

—Desarrollé una mala actitud a partir de 2005, poco después de Letra y música. Estaba harto. Luego volví en 2009 e hice otra película. En ese momento, no era yo quien renunciaba a Hollywood. Hollywood me abandonó porque tuve un gran fracaso con aquella película coprotagonizada por Sarah Jessica Parker (¿Y… dónde están los Morgan?). Lo quisiera o no, después de eso, los días de ser un actor principal muy bien pagado se fueron de la noche a la mañana. Fue un poco vergonzoso, pero dejó la vida libre para otras cosas. Fue entonces cuando empecé a volverme muy político y tuve unos fascinantes años como rabioso defensor de las reformas a las regulaciones de la prensa.

—¿Qué te inspiró a adoptar esa causa y apoyar la campaña “Hacked Off” para nuevas normas de prensa, más allá de tus propias interacciones con los tabloides?

—Los periodistas de la prensa escrita en Estados Unidos están mucho más cerca, me parece, de los médicos, dentistas y psiquiatras. Son profesionales que se enorgullecen enormemente de su trabajo y de su precisión. Es una cultura completamente diferente a la nuestra, que se ha vuelto tóxica en los últimos 30, 40 años. Aquí eran realmente capaces de operar por encima de la ley. Siempre enfatizo que esto nunca se trató de las celebridades. La gente que había vivido historias muy tristes -con niños que han muerto en accidentes automovilísticos o hermanos que han muerto en atentados terroristas- no tenía privacidad, y todo para hacer artículos que beneficiaran a los periódicos. La otra cosa que realmente me molestó fue el increíble poder que tenían para hacer o deshacer carreras políticas y, por lo tanto, dirigir el país. Nuestros últimos diez primeros ministros básicamente han sido elegidos por Rupert Murdoch y un par de otros dueños de periódicos. Me pareció que eso estaba mal.

—Por lo que he leído, parece que la actuación nunca fue tu plan principal.

—Estaba a la deriva, como la mayoría de la gente cuando sale de la universidad. Pensé que la actuación duraría alrededor de un año. Aquí estamos, 35 años después. Hubo una especie de excursión en esos primeros años en los que también escribía mi propio material con un par de compañeros. Fueron días muy felices. Recuerdo haberme sentido más satisfecho y como un ser humano al final de esos días, más que cualquier día en cualquier set de cine. Ya sabes, cualquier tipo de creatividad básica en la que conviertes una página en blanco en algo que te llega a lo profundo del alma resulta muy satisfactoria.

—¿Todavía tienes la necesidad de escribir?

—Sí, de vez en cuando me siento frente a una computadora y tecleo. Recientemente me he dicho a mí mismo: “Así es como deberías pasar tus años de los 60 en adelante. De lo contrario, estarás muerto y será demasiado tarde”. Tengo media novela que necesito terminar. Creo que es lo que mejor se me da, en realidad. Soy bastante bueno en el uso del lenguaje. No estoy seguro de ser muy bueno con la trama, y las películas necesitan una trama. Eso ya es algo muy difícil.

—¿De qué trata tu novela?

—Siempre suena muy patética cuando trato de describirla. Transcurre casi en su totalidad en lo que llamarías el baúl de un coche. Un hombre está escondido en la parte de atrás de un auto, espiando a su novia, porque cree que le es infiel. Al menos ahí es donde empezamos. Bueno, ¿ya ves?, te dije que era una tontería.

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