RESEÑA
La actriz Julia Garner protagoniza esta serie basada en hechos reales que fue creada por la exitosa Shonda Rhimes. Cómo es, en esta nota
Parece una historia imposible, demasiado para ser real, pero ocurrió hace un par de años. Anna Delvey se codeaba con la realeza de Nueva York, viajaba en jet privado, acudía a los eventos más exclusivos, siempre vestía con estilo, vivía en hoteles de lujo y se reunía con los magnates de la ciudad. Su vida parecía de ensueño —y ella alardeaba de todo eso en sus redes sociales— y bien podía serlo: era la hija de un millonario alemán y estaba esperando cumplir 25 años para hacerse con un fideicomiso enorme.
No era toda tan así e Inventando a Anna, que llegó ayer a Netflix y tiene todo para estar entre las tendencias de los próximos días, cuenta esa historia. Es la segunda producción de Shonda Rhimes(la creadora de Grey’s Anatomy) para Netflix, que le pagó 100 millones de dólares para que les genere contenido. Se la ganó a Disney y ya hizo Bridgerton, que fue un hit.
Volviendo a Anna, no era hija de un magnate, no era alemana y no había ningún fideicomiso a cobrar. Y aunque sí, se codeaba con millonarios y viajaba por el mundo, el dinero no salía de su bolsillo, sino de acaudalados ingenuos que la invitaban a viajar y vivir con ella.
En realidad era Anna Sorokin y no nació en Alemania sino en Domodedovo, una ciudad satélite y de clase trabajadora al sureste de Moscú. Esta serie y su posible éxito seguramente le cumplan el sueño a una joven ambiciosa que quería que el mundo conociera su nombre.
Al igual que El estafador de Tinder, otro de los éxitos del momento de Netflix, esta es otra demostración de lo incautos que pueden llegar a ser, en este caso, los ricos y famosos.
La serie, que no es documental y abarca nueve capítulos de una hora, toma como base un artículo de Jessica Pressler para la revista New York Magazine. Pressler ya había escrito acerca de otras estafadoras, aquellas desnudistas que se aprovechaban de yuppies incautos y que en el cine tuvieron una versión que se llamó Estafadoras de Wall Street (está en Amazon Prime Video), con Jennifer Lopez y Constance Wu.
Ahora, la historia de Anna, Rhimes la arma a partir de la recreación de las entrevistas que consigue la periodista para la nota, con los distintos involucrados en la millonaria estafa. Cada declaración parece más increíble que la anterior y revela la facilidad para que esta joven sin adinerada familia, educación o dinero, haya podido engañarlos a todos.
Igual Delvey/Sorokin habla siete idiomas, tiene memoria fotográfica y un gusto impecable por la moda y el arte. Esos componentes, sumado a eso de estar en el lugar y momento indicado, la hicieron ser parte de un mundo exclusivo e inalcanzable para la mayoría de los mortales.
“Toda esta historia es totalmente cierta, excepto todas las partes que fueron totalmente inventadas”, se lee al inicio de cada episodio. Y con eso juega la serie dividida en dos tiempos muy distintos para la protagonista.
El presente muestra a Anna en prisión mientras que Vivian, la periodista sin mucho crédito en su trabajo y con un embarazo cada vez más notorio, intenta atar los cabos sueltos de la historia. Simultáneamente se ve a la joven socialité viajando por el mundo, influenciando a ejecutivos y multimillonarios, y moviendo los hilos para crear una fundación para artistas emergentes. Al menos es lo que dice querer hacer con el dinero.
Si bien llenan la vista el imponente vestuario, los viajes por Francia, Nueva York y España, el elenco, los yates y las mansiones que parecen salidas de revistas de decoración, es la joven Anna quien acapara la mirada del espectador.
Anna está interpretada por Julia Garner, dos veces ganadora del Emmy como actriz de reparto por la serie Ozark (también en Netflix y vale la pena). Compone un personaje fascinante con un acento indescifrable.
Su contrapartida -o sea Vivian, la periodista- es interpretada por Anna Chlumsky, una cara conocida desde hace varias décadas, cuando protagonizó junto a Maculay Culkin, el drama Mi primer beso (está en Netflix). Las nuevas generaciones pueden recordarla por su papel en la divertida serie Veep, cuyas siete temporadas están en HBO Max.
Bien actuada y escrita, esta serie demuestra que no todo lo que brilla es oro, también que cualquiera puede hacerse pasar por millonario. Solo se requiere un incauto con plata.