Chris Vognar, The New York Times
En El acuerdo, la nueva serie distópica surcoreana de Paramount+, un hombre aparece en un hotel lejos de la ciudad para consumar un trato. Pretende pagarle a una joven por tener sexo; el precio es elevado porque ella dice ser virgen. Sin embargo, resulta que la chica en realidad trabaja para una operación criminal de venta de órganos, y el protagonista está a punto de renunciar a un riñón sin saberlo. Luego, un terremoto arrasa el hotel donde se encuentra, iniciando una lucha desesperada por sobrevivir. Son los primeros 30 minutos, y ya pasó todo eso.

Hay una cantidad de calamidad casi cómica en la serie que estrenó el jueves 5, se ve en Paramount+ y en NSNow de Nuevo Siglo, y es la última oferta en el impulso de Paramount hacia un sólido mercado de streaming en Corea del Sur, que explotó con la popularidad de El juego del calamar de Netflix en 2021. Como aquel programa que mostraba a personas endeudadas que competían en una serie de juegos darwinianos mortales para diversión de señores ricos, El acuerdo trata de extremos distópicos.

Pero estas series no causan shock por sí solas. Utilizan fantasías oscuras para enfrentar problemas que plagan a la sociedad surcoreana contemporánea, en particular la desigualdad económica fomentada por un capitalismo descontrolado, el aislamiento social en un frenético auge tecnológico y una desconfianza generalizada en las autoridades.

Así, en una paradoja del auge del streaming en Corea del Sur, los programas que dramatizan los esfuerzos desesperados por conseguir una parte del pastel económico están demostrando ser un gran negocio.

Netflix, el servicio de streaming más grande de la actualidad, informó que el 60% de sus suscriptores en todo el mundo habían visto al menos un programa o una película coreana en 2022. Por eso, planea invertir 2.500 millones de dólares en estos contenidos durante los próximos cuatro años.

Ya Paramount+ entró en escena a través de una asociación cinematográfica y televisiva entre su empresa matriz, Paramount Global, y el conglomerado de medios surcoreano CJ ENM. Como parte de ese acuerdo, se comprometió a coproducir siete series coreanas, y El acuerdo es la segunda. La primera, Yonder, sobre un hombre que se reencuentra con su esposa muerta, debutó en abril. Al mismo tiempo, la plataforma comenzó a construir su biblioteca de K-drama con programas exitosos de las bóvedas de CJ ENM, incluido Signal (2016) y Save Me (2017).

Un hilo oscuro y competitivo recorre gran parte de esto, y así como los personajes de las muchas ofertas distópicas de Corea deben luchar por sobrevivir, parece haber una especie de “¿puedes superar esto?” entre los propios programas.

La premisa de El acuerdo, por ejemplo, es un poco más extrema que la de El juego de Calamar. Y la próxima serie de Paramount+, Pyramid Game, en la que una chica de secundaria acosada debe convertirse en francotiradora para sobrevivir a un juego brutal, parece apostar a más deportes sangrientos.

Para Byun Seungmin, el creador de El acuerdo, la idea de competencia tóxica es crucial. “En Corea del Sur, el problema de que los ricos se vuelvan más ricos y los pobres cada vez más pobres es grave”, dijo. “Prevalece una sensación de derrota: si uno no nace con una buena formación, es difícil tener una oportunidad justa de lograr algo”. Así, en El acuerdo, cerca del final de la serie, mientras los personajes principales femeninos y masculinos (interpretados por Jun Jong Seo y Jin Sun Kyu) intentan escapar de la estructura que se derrumba, uno le dice al otro: “Si morimos aquí, morimos por nada”. ¿La respuesta? “La gente como nosotros siempre muere por nada”.

El acuerdo, al igual que El juego del calamar, ofrece el espectáculo de millones en efectivo literalmente colgando sobre aquellos que pueden apoderarse de ellos. Esas imágenes están cargadas de significado, dijo la periodista Elise Hu, cuyo libro Flawless es un examen profundo de la floreciente industria de la belleza de Corea del Sur.

Foto: Difusión

“Está esta historia en la que partes del cuerpo en realidad se fragmentan y los órganos se venden y luego se extraen, para poder ponerle precio a un cuerpo”, dijo el mes pasado en una entrevista telefónica. “Todo surge de este momento en el que puedes comprar todas las cosas que quieras, y todo es dinero”.

En los últimos años se han producido cambios sísmicos e incluso escándalos en la televisión y el cine de Corea del Sur. En 2017, la presidenta conservadora Park Geun-hye fue destituida de su cargo y posteriormente condenada por cargos de soborno, extorsión y abuso de poder, incluido el mantenimiento de una lista negra gubernamental que negaba financiación estatal a miles de artistas considerados hostiles a su administración o insuficientemente patrióticos. Durante la administración de Park, más cineastas buscaron posteriormente financiación y distribución de los servicios de streaming, especialmente de Netflix, dijo Hu.

Ahora la frontera del streaming está abierta de par en par y Paramount+ está reivindicando su derecho. Los negocios son prometedores, pero si El acuerdo pretende ofrecer un entretenimiento salvaje para el público estadounidense (y la promesa de grandes ingresos para su transmisor estadounidense), Byun, su creador, parece más centrado en las formas culturalmente específicas en que espera que la serie hable sobre Corea del Sur hoy.