Por qué "Landscapers", la nueva serie basada en un crimen real, es de lo mejor de 2021

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"Landscapers". Foto: Difusión

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Protagonizada por Olivia Colman y David Thewlis, la serie británica que estrenó HBO Max cuenta la historia de Susan y Christopher Edwards

Este es un tiempo de reboots, remakes y spin-offs, una larga lista de anglicismos pensada para poner en palabras la expansión de mundos ficticios. Lo que fue una vez, hay toda una audiencia que lo quiere siempre y hacia ahí se dirigen, en muchos casos, los grandes estudios, las importantes productoras: a los caminos que, se sabe, deberían conducir a buen puerto. Y es, también, un tiempo de repetición de fórmulas: las temáticas, las decisiones estéticas, los géneros y subgéneros se reproducen e inundan las plataformas de streaming con una variedad más o menos limitada de contenidos que se parecen bastante entre sí.

La luz que guía es la de la sed ajena: hay que intentar saciar al espectador con un trago de todo eso que le gusta para conseguir buenos números de audiencia y, con suerte, un lugar en la lista de lo mejor del año. Pero si el público llega a Landscapers porque mordió el anzuelo del true crime, un género que se ha consolidado como uno de los favoritos de la ficción televisiva de los últimos años, se llevará una sorpresa de lo más interesante.

Lejos del morbo, los casos policiales enrevesados y los paisajes lluviosos y sombríos tan típicos del rubro, la miniserie británica que llegó a HBO Max esta semana esconde, tras una fachada de premisa atractiva y un par de actores talentosos, un mundo de absoluta fascinación.

trama

La historia real de "Landscapers"

En 2014, Susan y Christopher Edwards fueron condenados a un mínimo de 25 años de prisión, por haber asesinado a los padres de Susan y ocultado el crimen durante más de 15 años. En ese tiempo, los cuerpos permanecieron enterrados en el jardín de la vieja casa familiar que luego vendieron, y la pareja se encargó de “mantener” con vida a William y Patricia Wycherley, mediante el gasto de sus ahorros y un falso contacto con algunos allegados.

El crimen fue perfecto hasta que en una profunda crisis económica (y emocional), Christopher le contó lo ocurrido a su madrastra, con la intención de que esta entendiera por qué debía ayudarlos financieramente. La mujer lo denunció y los Edwards terminaron entregándose, tras un amable intercambio de correos electrónicos con la policía.

En la versión que los Edwards ofrecieron, Susan quedaba presentada como responsable de un homicidio involuntario, y Christopher como un cómplice. Sin embargo, la investigación policial concluyó que hubo un asesinato premeditado y que la intención fue quedarse con el dinero de los Wycherley: la precisión de los disparos letales y el hecho de que durante años la pareja haya cobrado las pensiones, prestaciones por invalidez y los subsidios de los fallecidos fueron pruebas irrefutables.

La pareja protagonista de la siniestra historia cumple su condena en cárceles inglesas, por separado, y prestó su testimonio para Landscapers, que los ubica en el centro de una macabra fantasía con los rostros de Olivia Colman y David Thewlis.

ficción

¿Cómo es la serie con Olivia Colman?

A Landscapers le sobran ideas, le sobra imaginación y le sobra solidez para recordarle al espectador cómo era que se sentía aquello de sorprenderse con una serie que no busca el efecto inmediato ni el impacto, sino el acierto.

El debut de Ed Sinclair como creador y guionista de una serie de televisión es un abrazo de frescura que con apenas un episodio hace más mérito que muchas otras ficciones para ocupar un sitio de privilegio entre las mejores series de 2021. Sinclair es el marido de Colman.

Aquí se combina con Will Sharpe, el treintañero que tiene carrera en actuación y guion y que acá se hace cargo de la dirección. Juntos le dan forma a una articulación de comedia negra, historia de amor, thriller y fantasía que funciona extrañamente bien. Se podría pensar que también hay algo de sátira, pero no hay que perder de vista que, como se avisa al principio del capítulo, esta es una historia real.

Pero además es una historia, a secas, y Sinclair y Sharpe tienen muy claro cómo quieren contarla. Landscapers funciona de manera tan orgánica que nunca la abundancia de recursos suena a pretensión, aún cuando la realidad se fusiona con las películas de Gary Cooper y la presencia de Gérard Depardieu, e hilvana romances platónicos llenos de épica, blanco y negro y memorabilia.

La dupla creativa parte de un hecho real, siniestro, y aunque el eje nunca se corre de los Edwards y del crimen que cometieron, los mundos que se crean son infinitos. Sharpe juega y controla el juego. Rompe la cuarta pared con una extra que mira a la cámara como queriendo decir algo que no se dice, ofrece tomas de (falso) documental, regala bellísimos planos que convierten a la serie en una obra teatral, y suelta cada tanto un chispazo de psicodelia. Distorsiona los límites de la realidad —porque esta serie se trata de eso, de cómo cada uno se construye el mundo en el que le conviene vivir— con un manejo de la cámara, la fotografía y los colores que cautiva.

Landscapers no es una serie cualquiera ni una que ya se haya visto. Y eso, cuando a esta altura de la nota aún no se han hecho referencias a la participación de Colman y Thewlis, dice mucho de su calidad.

El círculo, claro, se completa con dos actuaciones magistrales. La ganadora del Oscar por La favorita y la estrella de Harry Potter componen a dos individuos de una fragilidad pasmosa, que solo se hacen fuertes en el otro, con el otro. Su amor es irrompible y una noche a la luz de las velas justo antes de perder la libertad, puede ser su propia película de Hollywood capaz de rescatarlos del infierno que se construyeron.

Todo, en Landscapers, tiene porte de excepcional. Qué refrescante era la sensación de ver una serie así.

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