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Tom Hiddleston brilla como Loki en la nueva serie de Marvel Studios, que este miércoles estrenó el primer episodio en la plataforma Disney+
Los favoritos son los superhéroes. Capitán América y sus valores impolutos, el Hombre Araña con su simpatía y aquello de que todo poder conlleva una gran responsabilidad, Hulk porque es gigante y verde, Thor porque es un dios, Capitana Marvel como representación del empoderamineto femenino y hasta Iron Man con sus mil contradicciones. Sus caras y logos son, siempre, las que se estampan en remeras de tiendas de retail y son ellos los elegidos por los niños para la decoración de cumpleaños.
Con los villanos la historia es otra. Más cercana al placer culposo que a la orgullosa admiración, los malos en la historia de los cómics son mirados de costado y, en el mejor de los casos, aclamados puertas para adentro. Porque vamos, se puede entender que Thanos tiene un punto cuando defiende que eliminar a la mitad de la humanidad reestablecería cierto orden o permitiría que los recursos fueran suficientes para toda la población. De ahí a apoyar a un genocida, hay un trecho.
Sin embargo, este miércoles fue un día de triunfo para el bando del mal porque Disney+ estrenó Loki para hacerle justicia al mejor personaje de todo el Universo Cinematográfico de Marvel. Un primer episodio a la altura de las expectativas permite ponerle fichas a esta como una de las posibles mejores series de 2021.
Loki, en el podio de los villanos más queridos junto con El Guasón de DC Comics y con Darth Vader del universo Star Wars, es la figura de la tercera serie original de Marvel Studios lanzada este año en la plataforma de Disney. Viene después de WandaVision y Falcon y el Soldado de Invierno, y si hay que juzgarla por su piloto, tiene todo para quedar muy por encima de estas dos antecesoras.
En eso influyen una interesante premisa de viajes en el tiempo, un tono de comedia a priori bien manejado, la promisoria introducción de Owen Wilson a toda esta maquinaria de éxito y, sobre todo, su estrella Tom Hiddleston.
Si el debut de Loki se siente como un acierto y logra entretener y sobre todo atraer a lo largo de todo el capítulo es por el sobresaliente trabajo de Hiddleston, que ya había probado su potencial tanto en las películas de Thor como en las de Los Vengadores pero aquí abraza el protagonismo y le saca muchísimo brillo.
La gestualidad, el despliegue casi que de teatro físico con un muy buen timing para la comedia, y su capacidad para pasar del registro humorístico al trágico con naturalidad son componentes que han hecho de este Loki todo eso que tanto nos gusta. En el primer episodio el personaje es prácticamente omnipresente y eso se disfruta tanto como la atractiva tensión que genera con el Mobius de Wilson en esa suerte de amor y odio típica del buen detective y el brillante criminal.
La serie toma como punto de partida la escena de Endgame en la que un escuadrón de los Vengadores viaja al pasado, a 2012, para recuperar la gema del espacio contenida en el Teseracto que acababan de incautarle a Loki, a quien tienen como presidiario. El plan de los superhéroes falla y Loki logra tomar la piedra para desaparecer sin dejar rastros.
La teletransportación lo lleva a parar al desierto de Gobi en Mongolia, donde lo encuentra una cuadrilla de la Autoridad de Variación Temporal o TVA que lo arresta por sus delitos contra la Sagrada Línea del Tiempo y se lo lleva a su sede para ser juzgado.
En otros términos: hay una suerte de oficina interespacial que se encarga de que la historia (la del universo Marvel) se desarrolle tal y como debe. Cualquiera que modifique o distorsione la evolución de los hechos preestablecidos será considerado “variante” y castigado por el crimen cometido: Loki es de ese grupo.
Pero antes de su condena lo rescata Mobius (Wilson), que trabaja en la TVA, conoce bien al villano y entiende que le puede ser muy útil para arreglar algunos problemas importantes que implicarán varios viajes en el tiempo.
Desprovisto de su imponente traje y reducido a un uniforme opaco y tristón, Loki no puede usar sus poderes y ni siquiera puede mentir que es, básicamente, lo que ha hecho siempre.
“Si quitas todas esas cosas que ha usado para identificarse, ¿qué queda de Loki? ¿Quién es? ¿Qué hace que Loki sea Loki? ¿Hay algo auténtico en él?”, se preguntó Hiddleston en la conferencia de prensa previa al estreno de la serie que creó Michael Waldron y dirige Kate Herron.
Ese será el dilema de fondo en esta historia de seis capítulos (se estrenará uno por semana, cada miércoles): una aproximación directa a la psiquis de Loki que, en última instancia, nos permitirá entender por qué disfrutamos tanto de un personaje que goza tanto, o así parece, del sufrimiento ajeno.
Eso se empieza a desentrañar ya en un primer capítulo que se acerca a la versión más vulnerable de este perverso dios que pronto verá cómo se hace añicos ese sueño suyo de ser rey del mundo, y que prueba además que desde la perspectiva de la TVA, hasta el más poderoso de los superhéroes es una simple pieza de un ajedrez infinito.
La secuencia en primer plano en la que Loki ve en la pantalla una suerte de videoresumen de su vida es, quizás, lo mejor que ha hecho Hiddleston en el MCU. Esa demostración, las características propias del personaje, el diseño estético de la TVA y los guiños puestos en los detalles (se consume, por ejemplo, un energizante que Pepsi discontinuó en los noventa) son todos elementos que hacen que Loki sea la serie que estábamos esperando y, ojalá, un poco más.