PERFIL
El viernes se estrenó la segunda temporada de "Lupin", una de las series más exitosas de Netflix, que continúa con la historia del personaje a cargo de Omar Sy
Fue una de las grandes sorpresas del catálogo de Netflix. Lupin, la serie inspirada en el personaje más popular de Maurice Leblanc, se estrenó a comienzos de enero y necesitó apenas unos días para convertirse en uno de los fenómenos del año. La vieron más de 70 millones de personas en todo el mundo y fue lo más visto por los uruguayos durante unas cuantas semanas. Incluso revivió el interés por la obra de Leblanc a 115 años de su creación: en marzo, Arsène Lupin, caballero ladrón fue el quinto libro más vendido de Uruguay.
Es difícil resistirse a la historia creada por los guionistas George Kay y François Uzan, quienes apostaron por traer al presente al hombre de los mil disfraces. En vez de repetir la fórmula de adaptación que ya se vio en películas, series, videojuegos y hasta animé, trajeron al presente el legado del ladrón más querido de Francia. Y lo hicieron de la mano de un inmigrante senegalés que se inspira en los métodos de Lupin para luchar contra la injusticia.
Y es ahí donde está el encanto de la serie que ayer estrenó su segunda temporada y que está protagonizada por el francés Omar Sy, que saltó a la fama en 2011 gracias a su adorable papel en Amigos intocables: detrás de su sonrisa cálida y de su enorme habilidad para lograr lo que quiere en los escenarios más difíciles, hay un hombre que busca justicia. Su personaje, Asssane Diop, será despistado con su pareja y su hijo, pero tiene sus motivos: no puede enfocarse en nada que no esté relacionado con el capítulo más doloroso de su vida.
Su padre, que llegó a Francia para darle una mejor vida a su hijo, es injustamente incriminado por el robo de un costoso collar de diamantes por parte de su empleador, el poderoso Hubert Pellegrini. Es tanta la vergüenza e impotencia que siente por haber sido engañado, que se termina ahorcando en su celda, dejando a Diop huérfano.
Lo único que dejó a su hijo —además de los sueños rotos y de una claro ejemplo del clasismo de una parte de la aristocracia francesa— es un libro de Maurice Leblanc. Y es en el personaje de Arsène Lupin donde el joven encuentra los métodos para salir adelante durante una adolescencia solitaria.
Los guionistas muestran que la sociedad francesa llevó a Diop a cometer pequeños crímenes para salir adelante. Y su estricto código ético permite que el espectador empatice de inmediato con el personaje, que 25 años más tarde del suicidio de su padre hace su apuesta más arriesgada. Quiere recuperar ese collar de diamantes, que se subastará en el Museo del Louvre. Mostrando todo lo que aprendió del hombre de los mil disfraces, Diop pasa de ser limpiador del museo a convertirse en el extravagante millonario Paul Sernine que compra el collar para terminar robándoselo.
A lo largo de los primero cinco episodios aparecen unos cuantos crímenes perfectos —que al rozar lo imposible se vuelven más atractivos— que le permiten llegar a Pellegrini. Pero no es tan simple, porque uno de los policías encargados de investigar el robo también es fanático de Lupin y en sus crímenes empieza a encontrar patrones inspirados en las novelas.
Además, un pequeño error le costó caro al protagonista. Se hizo amigo de una periodista que años atrás trató de derribar a Pellegrini con una filmación que de sus crímenes y cuando Diop —disfrazado como un hombre mayor— visita el programa más visto de Francia para revelar el secreto del millonario, termina cayendo en una trampa que permite que sea descubierto. Por eso, contrata a un sicario para que atrape al protagonista.
Y ahí llega el momento culmine. Diop viaja junto a su pareja y su hijo —con quien ahora comparte su amor por Lupin— a Normandía para visitar la casa de Leblanc. El sicario los encuentra y termina secuestrando a su hijo en una de las playas de la ciudad. Con la desesperación del protagonista se termina la primera temporada.
Ahora, Lupin tiene su continuación. La segunda temporada retoma esa trágica jornada de playa. Pero, en vez de intentar sorprender al público con las hazañas que hacen saltar al público de su asiento, los guionistas apuestan por el suspenso constante. El silencio representa perfectamente el miedo y la desesperación de Diop.
La mayor parte del episodio se centra en una persecución que sorprende gracias a la inesperada colaboración del policía fanático de Lupin, que se enternece al ver a un padre dispuesto a hacer lo que sea necesario por encontrar a su hijo. Mientras tanto, se muestran flashbacks sobre la adolescencia de Diop que invitan a cuestionarse si el protagonista es verdaderamente tan astuto como su héroe.
Pellegrini, claro, sigue utilizando toda su influencia para tratar de cazar al ladrón. Aunque en esta ocasión ya no le interesa el collar; ahora quiere vengarse con crueldad del hombre que estuvo a punto de revelar uno de sus crímenes. Y esa ambición cada vez más feroz no solo apunta al hijo de Diop, sino que llegó hasta su esposa. Quiere atacarlo donde más le duele.
Pero, como si se tratara de una partida de ajedrez, el protagonista tiene su estrategia: acercarse a Hubbert a través de su hija. El hombre de los mil disfraces, como lo demostró en la primera temporada, siempre tiene un as bajo la manga.