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La plataforma lanzó los siete primeros capítulos de la temporada final de la serie con Jason Bateman y Laura Linney como un familia con vínculos con el narcotráfico
En algún momento, alguien se atrevió a referirse a Ozark como una suerte de Breaking Bad de cabotaje. Sin llegar a esas estaturas (la historia de Walter White es considerada la mejor serie de la historia de la televisión), Ozark se ha establecido como un producto destacado, elogiado y con una base de seguidores tan grande y fiel como para justificar toda la expectativa que había generado el estreno de la primera parte de la cuarta temporada. Netflix, finalmente, la lanzó ayer.
Este nuevo envío que se vio demorado por las restricciones del covid, tiene 14 episodios, de los cuales se conocieron los primeros siete. Los restantes van a llegar a fin de año.
“Las tres temporadas anteriores tuvieron 10 capítulos cada una. Estamos muy contentos de que Netflix haya reconocido la importancia que tiene Ozark y le haya dado la oportunidad de tener más tiempo para terminar la historia de los Byrde correctamente”, explicó Chris Mundy, el showrunner de la serie, citado por La Nación.
Hasta ahora, Ozark consiguió 32 nominaciones a los Emmy , entre las que hay 18 por la temporada tres.
Creada por Bill Dubuque y Mark Williams en 2016 la serie sigue la historia de la familia Byrde que se muda a la fuerza de Chicago a la región de Ozark en Missouri, cuando el patriarca, Marty (Jason Bateman), un asesor financiero, se mete en problemas con el narcotráfico mexicano. Para salvarse deben lavar un montón de plata, además, y empiezan a involucrarse cada vez más en un juego peligroso.
Sí, es parecido a Breaking Bad principalmente porque los personajes son, aunque distintos, productos de la decepción de una generación que no consigue cumplir los sueños que le prometieron. Hay también una esposa, Wendy (interpretada por Laura Linney) que necesariamente no funciona como una balanza moral.
Ahora, la familia (que también incluye dos hijos) debe decidir si continúan en la criminalidad o intentan volver a una vida más normal, menos peligrosa, más legal. Ese dilema nunca se le ocurrió al Walter White.
Al final de la tercera temporada, los Byrde estaban lavando para el cartel de los Navarro a través de casinos y además se asociaron con la mafia de Kansas City para vender heroína y hasta recurrió al ejército para involucrarlo en una guerra de bandas. Wendy -a quien The Guardian, que le dio cinco estrellas a esta primera parte de la última temporada, calificó de Lady Macbeth-, mata a su hermano para demostrar su lealtad a los Navarro, a un sherrif fisgón y es capaz de entregar a uno de sus hijos, Jonah, al FBI.
“El hecho de que la gente terminara viendo Ozark es la parte sobre la que no tienes control, pero nos alienta a seguir adelante y hacerlo aún mejor y un poco más desafiante”, dijo Bateman a la publicación IndieWire. “Ha sido muy gratificante y me anima a tratar de dar un giro aún más grande y desafiante en el próximo proyecto”.
Bateman, a menudo asociado a la comedia (la saga de Quiero matar a mi jefe, Ladrona de identidades, Arrested Development) amplió con Marty Byrde su rango actoral. Dirigió algunos capítulos (iba a dirigir toda la primera temporada pero no lo pudo concretar) y es productor ejecutivo; un crédito que desde este año también ocupa Linney.
En la nueva temporada vuelven a estar además Julia Garner como Ruth, Lisa Emery como Darlene, Sofia Hublitz como Charlotte Byrde, Skylar Gaertner como Jonah Byrde y Felix Solis como Omar Navarro. Los seguidores de la serie saben de quién estamos hablando y lo están esperando.
“Sé dónde terminará todo”, dijo Bateman en su entrevisyta con Indiewire. “Me interesaba la gran pregunta que Chris Mundy tiene la oportunidad de responder: ¿se saldrán con la suya o van a pagar una factura? ¿Qué quiere transmitirle a la audiencia sobre las consecuencias de lo que hicieron los Byrdes o la falta de consecuencias?”
Estos siete primeros capítulos van a intentar responder esa pregunta que ronda desde el primer episodio. ¿Una Breaking Bad de cabotaje? Nada más lejos de eso.