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La serie surgida de "Breaking Bad" vuelve a la grilla de la plataforma después de dos años y el abogado interpretado por Bob Odenkirk enfrenta varios desafíos
¿Cómo hacer una secuela de la mejor serie de la historia? Ese sí que es un desafío destinado a unos pocos. A Vince Gilligan y Peter Gould, por ejemplo. Los creadores de Breaking Bad —que es, justo, la mejor serie de la historia en un juicio puramente objetivo—, encontró la respuesta en Better Call Saul, la serie que hoy estrena su sexta temporada en Netflix.
La última vez que la vimos fue en el final de la quinta temporada que llegó a la plataforma en febrero de 2020. La acción sigue exactamente donde se había dejado y el momento de la transformación del pelafustán de Jimmy McGill (Bob Odenkirk) en Saul Goodman y, por lo tanto, falta menos para que se cruce con aquel profesor de química a punto de cambiar su vida y que conocemos como Walter White.
No ha habido información sobre si ese siniestro personaje interpretado por Bryan Cranston va a aparecer en algún momento, un deseo nada secreto de los seguidores de la saga. Seguramente aparezca Gale Boetticher (David Costabile), el amante de la música y ayudante de laboratorio del que Jesse Pinkman se cargó al final de una temporada.
Así, los dos mundos -el de Breaking Bad y el de Better Call Saul- están a punto de colisionar. Y son las dos mejores series en la historia de la televisión en un juicio puramente objetivo.
A partir de ahora, este artículo se mete en asuntos en los que se asumen cuestiones que quedaron claras al final de la quinta temporada. Así que si la procastinación o la escasez de tiempo fueron tan fuertes como para no haber llegado a ese punto queda advertido de que vamos a entrar en el aguafiesta terreno de los spoilers
¿Dónde estamos?
Al final de la quinta temporada, las cosas siguen precipitándose.
El pobre Jimmy viene de fallar en su misión de traer a través de la frontera, los siete millones de dólares de la fianza de Lalo Salamanca, su cliente. La transferencia no fue lo se dice un éxito y nuestro héroe terminó salvado por la campana o mejor dicho por un disparo de Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks), quien siempre sabe lo que hay que hacer en estos casos. Es uno de los grandes personajes de la saga.
“Sí que me gustaba Jimmy McGill, el personaje detrás de Saul Goodman. Aún no me gustan las elecciones que hizo con su energía vital”, le contó Odenkirk a Variety. “Realmente dejó que sus resentimientos lo guiaran y dejó que sus sentimientos de dolor fueran el motor principal de lo que hizo. Eso es obviamente un error. Puedo entender por qué lo hace la gente pero no te lleva a ninguna parte y no funcionará durante mucho tiempo”. Esos errores pasarán a cobrar la cuenta en esta temporada
Jimmy, además, tiene un frente interno complicado con Kim Dexler (Rhea Seehorn), socia y compinche en un vínculo que ha sabido de más momentos malos que de los otros pero sigue en la vuelta. Ella va a tener su propio feudo con Howard Hamlin (Patrick Fabian), su antiguo jefe en McGill y Hamlin, de dónde él la despidió, aunque le condonó la deuda universitaria que tenía con el estudio.
Odenkirk, en entrevista con EW, dijo que Kim es el personaje más interesante de esta nueva temporada. “¿Quién es Kim? ¿Qué la impulsa?”, se preguntaba retóricamente el actor. “Jimmy tiene los ojos abiertos y sabe que ella no resultó ser exactamente quien él pensaba. Esos dos tienen una grieta bastante grande que no tenían antes y tienen que redescubrirse. Al menos Jimmy tiene que tratar de descubrir quién es esta Kim. Se me aparece como alguien a quien se le puede soltar la cadena: hay un tornillo suelto dentro de ella y no sé qué va a pasar”.
Por lo menos es intrigante y más sabiendo que Kim no aparece en Breaking Bad.
Volviendo a Lalo Salamanca, el personaje interpretado por Tony Dalton que entró en la historia en la cuarta temporada, tiene sus propios asuntos que resolver. Y uno de ellos es muy fácil de identificar: Gustavo Fring (Giancarlo Esposito), el propietario de Pollos hermanos, la tienda de comida rápida que esconde la verdadera dimensión de sus inversiones.
Cómo haría después en buena parte de Breaking Bad, Fring ya domina la situación como un frío estratega militar. Salamanca está molesto por -entre cosas como meterlo y sacarlo de la cárcel- acaba de sobrevivir al copamiento de unos sicarios no muy eficaces que respondían a Fring.
Salamanca, casi nada, también anda precisando el dinero suyo que Jimmy y Mike arrastraron a través del desierto tras la entrega fallida. No va a haber quién se los saque.
También habrá más avances en la historia pos Breaking Bad que empezó con Jimmy atendiendo una tienda de rollos de canela en Omaha disimulado tras el seudónimo, Gene Takavic. Hubo un gesto raro de un desconocido que, quizás quiera decir que Saul Goodman, podría estar necesitando una nueva localización.
¿Y a dónde vamos?
Veremos cómo se resuelve. Y por las dudas, sus creadores, Gilligan y Gould, no parecen estar pensando en una continuidad de la historia.
“Amo estos personajes y este mundo”, le dijo Gould a Deadline. “Por ahora voy a abandonar ese mundo y hacer algo diferente, solo para probarme que puedo”.
“Hay historias por contar pero para no probarle algo a alguien sino a uno mismo”, coincidió Gilligan en la misma entrevista. “Ojalá haya alguien quiera comprar, alguien quiera hacer lo que estoy haciendo ahora”.
Por lo visto, incluso los que idearon la secuela de la mejor serie de la historia y la hicieron la segunda mejor serie de la historia tienen que probarse. Qué dejan entonces para el pobre Saul, siempre al borde de la debacle total y necesitado de autoestima.