ESTRENO
Este viernes se estrena en Star+ "Terapia alternativa", donde el chileno y la argentina interpretan a dos amantes que intentan separarse
La circularidad que la ficción le ha dado a la historia de amor de Eugenia “China” Suárez y Benjamín Vicuña es innegablemente poética. Su vínculo empezó, en cierto modo, en el rodaje de una película —El hilo rojo, estrenada en 2016— que los tenía como protagonistas de una historia imposible: ella azafata, él empresario, se conocían en un avión y se reencontraban años después, para darle rienda suelta a una pasión que amenazaba con destartalar sus estructuras familiares.
La amenaza se cumplió pero fuera de la pantalla, porque fue en ese rodaje que Pampita Ardohain, entonces esposa del actor chileno, los habría encontrado en una situación íntima dentro de un motorhome. Vicuña y Suárez niegan, hasta hoy, el mayor escándalo de infidelidad en la farándula argentina de los últimos años. El caso ganó estatus de clásico, con dos frases inolvidables: una, la de Pampita, diciendo que había visto “lo peor que puede ver una mujer”; otra, la de Suárez, hablando de una manta amarilla de Nepal y de una palta en medio de un torbellino.
Lo cierto es que meses después del estreno del film, Vicuña y la China oficializaban su relación, que duró hasta este año. Tuvieron dos hijos, Magnolia y Amancio, y unas cuantas crisis que llegaron a su punto cúlmine ahora. Justo cuando se estrena una serie que los vuelve a mostrar como amantes que, en este caso, acuden a una analista para que separarse.
Terapia alternativa se estrena mañana en la plataforma de streaming Star+, y aunque el mayor crédito actoral se lo debe llevar Carla Peterson, en su rol de la terapeuta Selva Pérez Salerno, buena parte de su atractivo está en esta dupla de actores que rodó la ficción como una pareja, y que la estrena justo un mes después de haber anunciado la ruptura.
Si la serie se consume como se leen cada una de las noticias que tienen a Vicuña y Suárez de protagonistas, tiene todo para ser el primer éxito latinoamericano de Star+.
Creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat y escrita y dirigida por la cineasta Ana Katz (Mi amiga la del parque), la serie introduce, en los dos primeros episodios a los que pudo acceder El País (son 10 en total) el dilema de la moral en las parejas de la actualidad. Conceptos como la monogamia y el poliamor son abordados desde los casos de familias estándar y de una psicóloga de proyección mediática.
Selva (Peterson) está especializada en las terapias de pareja; propone ejercicios singulares, tiene modos poco amables, una aparición frecuente en un late night show que conduce la mismísima Graciela Borges, y un aromatizador de ambiente que marca los tiempos de la consulta. Vive un hecho traumático con unos pacientes de larga data, y en ese contexto se le aparecen Elías (Vicuña) y Malena (Suárez), con una historia singular: son amantes hace un año y quieren separarse.
Necesitan, más bien. Esa pasión irrefrenable queda planteada en el piloto con una escena llena de piel y planos detalle, y luego con largos pasajes sexuales que dejan en evidencia la complicidad y la confianza de los cuerpos protagónicos. Y en nombre de esa pasión llegan tarde a lugares importantes, corren riesgos y descuidan lo que, se supone, les quieren más que nada: sus familias.
Malena está casada con Alex (Fernán Mirás) y tiene a Ramón, de cinco años; la desidia y la rutina les están ganando la pulseada, y entran en juego una serie de inseguridades personales asociadas a la maternidad. Elías, por su parte, lleva muchos años de casado con Eliana (Julieta Cardinalli); tienen dos hijos y un vínculo más cálido y dinámico.
Lo que tienen entre ellos es puramente carnal y no está en consideración la posibilidad de romper sus matrimonios para estar juntos. A Malena, Elías le reaviva el deseo que ya no encuentra en su casa; a Elías, Malena le desacomoda toda esa mojigatería que le impide hasta decir “sexo oral” en voz alta en el consultorio. Él es hombre, dirá, y los hombres tienen “debilidades”. El sesgo machista de semejante afirmación es lavado luego con una proclama feminista a cargo de una estudiante de Psicología que aparece para eso y poco más.
En charla con Télam, Katz dijo que la clave de la serie era cómo los personajes entran “en conflicto con la moral establecida en relación a la familia y la pareja, con cómo actúan frente a los límites de la monogamia, los límites del deber ser, de lo que se dice y lo que no se dice, qué duele más decir o no decir”. “Me parece que es interesante porque se da en un momento de gran reconfiguración, que se ve de forma muy contundente respecto al género, y yo agradezco ser contemporánea de esta revolución feminista”, agregó.
Los dos primeros episodios alcanzan para esbozar qué caminos quiere transitar la serie, alternativos a este tipo de comedia. Peterson compone a una terapeuta imprevisible con la contundencia y la neurosis que le ha puesto a algunos de sus mejores personajes. Y Vicuña y Suárez acompañan de manera correcta, como esta pareja que lucha por separarse y no puede, y a la que más de uno no podrá disociar de la historia real.
Entre Terapia alternativa y los infinitos rumores de romance que surgen, los límites entre realidad y ficción parecen, entre el chileno y la argentina, empeñados en confundirse.