¿Por qué "Adolescencia" de Netflix es la mejor serie en mucho tiempo y una reflexión necesaria sobre el mundo?

La miniserie de Netflix se presenta como una intriga policial alrededor del homicidio de una joven, pero se convierte en una crónica del mundo de los adolescentes, un universo hostil alejado de los adultos.

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Imagen de la serie "Adolescencia".
Imagen de la serie "Adolescencia".
Foto: Difusión.

El algoritmo y la oferta de las plataformas de streaming han estandarizado a la baja las posibilidades del formato conocido como serie. Así, se han vuelto fórmulas que apelan al morbo y a la comodidad de los espectadores, terminando por ser absolutamente inofensivas, rutinarias y anodinas.

Es por eso que, más allá de tendencias o preferencias personales son verdaderamente pocas, las series que aportan novedad. Una lista tirando a canónica debería incluir, de todos estos años, The Wire, Los Soprano, Breaking Bad, Mad Men, Atlanta y Barry. Es una nómina parcial y de memoria.

Adolescencia, la miniserie británica que, de acuerdo a sus propias cifras, es lo más visto hoy en Uruguay en Netflix, es una de ellas. Pocas veces ese nivel de audiencia coincide con un producto así de interesante, arriesgado y desafiante.

Dividida en cuatro episodios de una hora, la historia gira en torno a un crimen ocurrido en un liceo, del que es acusado un adolescente de 13 años. Cada capítulo se concentra en un momento del proceso policial y judicial, aunque no necesariamente ese sea el eje principal.

Todos los episodios están filmados en un largo plano secuencia que acompaña la acción en tiempo real. Cada capítulo es una toma de una hora y, en conjunto, la serie funciona -y esto es un elogio- como una película.

Los dirige Philip Barantini y los escribieron Jack Thone y Stephen Graham, un actor inglés de cara conocida que acá interpreta al padre del acusado; su actuación es uno de los grandes méritos de la serie. Entre los productores figura Brad Pitt.

Un plano secuencia es una toma sin interrupciones ante la cual transcurre la acción. Eso implica un riesgo, no solo logístico, sino también narrativo. El recurso, en Adolescencia funciona al servicio de una tensión, una impotencia y un suspenso que se mantiene ileso hasta el final. Es, además, un prodigio técnico que no deja ver las coyunturas de edición incluso cuando pasa de un primer plano a una toma con dron.

El primer episodio —el resumen de la serie evitará cualquier atisbo de spoiler— comienza con la policía irrumpiendo de manera intempestiva y violenta en la casa de los Miller, una familia de apariencia normal. El procedimiento es liderado por los detectives Luke Bascombe (Ashley Walters) y Misha Frank (Faye Marsay). Tienen una orden de arresto para Jamie (el debutante Owen Cooper, una revelación), el adolescente de la casa.

El chiquilín, de 13 años y bastante despierto, está acusado del asesinato de una compañera de clase. La policía tiene un caso sólido y el episodio va revelando los detalles mientras muestra el protocolo para este tipo de arrestos: los requisitos legales, la presencia de un abogado (Mark Stanley) y el incómodo examen físico. La trama culmina con el interrogatorio que le realizan Bascombe y Frank, con una mezcla de amabilidad y rigurosidad policial.

El segundo episodio transcurre tres días después y sigue a los detectives en su recorrido por el colegio de Jamie y la víctima. Aunque justificada, como insiste una maestra solícita pero de poca ayuda, la conmoción generada por el homicidio revela un mundo adolescente marcado por el bullying y la incapacidad del cuerpo docente para lidiar con la hostilidad, la displicencia y los malos modos del estudiantado.

Para enfrentarlos, el plantel docente recurre a gritos y amenazas de sanciones ejemplares que poco ayudan a contener el clima de violencia escolar. El capítulo también expone un lenguaje y un universo que los padres desconocen por completo..

Adolescencia es, por sobre todo, una crónica de la experiencia de la pubertad en tiempos así.

La masculinidad tóxica es otro tema clave de la serie. Se hacen menciones a la “manósfera” y a su principal influencer, el británico Andrew Tate, un misógino online acusado de violación, cuya prédica en redes sociales tiene fuerte impacto entre hombres que sienten que sus derechos han sido vulnerados por el empoderamiento femenino.

Este aspecto se vuelve más evidente en el tercer episodio, que transcurre siete meses después del homicidio y se centra exclusivamente en el encuentro entre Jamie y una psicóloga (Erin Doherty), encargada de elaborar un informe antes del juicio. Aunque se trata solo de una conversación, la toma continua otorga dinamismo, logrando mantener la atención en un diálogo revelador con una puesta casi teatral. La cámara gira alrededor de los protagonistas y subraya lo esencial con precisión.

El cuarto y último capítulo muestra a los Miller intentando convivir con lo sucedido, aunque enfrentan el resentimiento del vecindario, como evidencia la camioneta grafiteada con insultos. Es el cumpleaños número 50 del padre de Jamie, pero el caso sigue acechándolos, y la familia ha sentido el impacto de los acontecimientos. La extensa escena final es magistral y reveladora del centro de la historia.

Más allá de su trama policial -que, sin dejar de ser horrorosa, funciona más como un detonante-, Adolescencia es el retrato de una sociedad quebrada.

Bullying, nuevas masculinidades, redes sociales, misoginia online, conspiraciones, paternidad y un mundo incomprensible: la serie expone la intemperie a la que están expuestos los adolescentes hoy. Enfrentarnos a esa realidad es otro mérito de una miniserie tan importante y, algunos dirán, tan necesaria.

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