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Protagonizada por Milo Ventimiglia y Mandy Moore, la aclamada serie ya estrenó su sexta y última temporada en la plataforma Star+
En tiempos de plataformas, thrillers densos, personajes atormentados y comedias oscuras, el éxito de This Is Us, un emotivo y luminoso drama familiar con dosis extra de almíbar y lágrimas, es una de las últimas grandes rarezas de la televisión estadounidense.
Tras su estreno en 2016 se convirtió en todo un fenómeno que se refleja en cifras. En su tercera temporada alcanzó una media de 13,8 millones de espectadores. El episodio que NBC emitió después del Super Bowl, o sea la final del campeonato de fútbol americano de 2018, llegó a los 27 millones de espectadores, cifra que un drama de la cadena no veía hace casi 15 años. El público estaba más que dispuesto a dejarse llevar por una historia que supo retorcer los tópicos del género de forma inteligente y jugar con la narración, con giros de guion que atraparon al espectador de la actualidad.
This Is Us sorprendió desde su capítulo inicial, que mostraba la historia de una familia en dos líneas temporales diferentes pero entrelazadas, algo que solo se descubría la final de aquel primer episodio. La fórmula funcionó y no solo sedujo al público, sino también a la crítica y a los votantes de los premios: es la última serie de una cadena de televisión abierta estadounidense en competir por el Emmy al mejor drama.
Ahora, la familia Pearson comenzó a decir adiós y tiene en marcha su sexta y última temporada. En Estados Unidos se estrenó el 4 de enero y en América Latina el 9, y lanza nuevos episodios semana tras semana, cada jueves. Esta temporada actual está en exclusiva en la plataforma de streaming Star+; las anteriores se pueden ver en Amazon Prime Video.
Desde ese lanzamiento, ha aparecido con frecuencia entre las tendencias de Twitter de la región.
En la línea de dramas familiares con toques de culebrón, This Is Us demuestra que las fórmulas de siempre todavía pueden funcionar en la televisión de ahora.
El punto de partida está en Jack y Rebecca Pearson, que son Milo Ventimiglia y Mandy Moore, un matrimonio que está por tener trillizos. También en Kevin (Justin Hartley), un actor con crisis personal; Kate (Chrissy Metz), una joven con trastornos alimenticios; y Randall (Sterling K. Brown) que acaba de encontrar a su padre biológico. Qué tienen en común los cinco es lo que atravesará toda esta historia.
La receta puede parecer sencilla, pero requiere que se alíen varios ingredientes que no siempre encuentran su hueco y su momento adecuado. Por un lado, y como hace The Good Doctor y todavía maneja con eficacia probada el clásico Grey’s Anatomy (ambas en Amazon Prime Video), está el factor emotivo, con tramas que dan lugar a los sentimientos y consiguen conectar con el espectador, que encuentra en ellas un oasis en forma de refugio para la catarsis emocional.
La estructura narrativa de la serie, con sus distintos planos temporales y juegos de espejos entre ellos, permite crear cierto misterio y sembrar pistas sobre el futuro de los personajes, componiendo una especie de puzle que el televidente probablemente intentará reconstruir antes de que la trama lo explique. Además, la diversidad en los personajes y los temas tratados, desde cuestiones raciales y de identidad hasta las adicciones o la obesidad, facilita la identificación del espectador.
La quinta entrega había retomado la historia de los Pearson y su ya consabida narración con saltos temporales que muestra el pasado, presente e incluso futuro de los tres hermanos protagonistas y de su entorno familiar. Diseñada y grabada en los primeros meses de la pandemia, la ficción comandada por Dan Fogelman (Directo al corazón, La vida misma) optó por incorporar a sus guiones las consecuencias de la nueva realidad, con su incertidumbre, sus mascarillas, confinamientos y crisis económica. Sin embargo, en la sexta temporada, la pandemia ya es historia y los personajes se refieren a ella como algo del pasado, de forma que la voluntad de representar un mundo en el que el espectador pudiera reconocerse se ha roto, ya que la emisión de estos nuevos capítulos ha coincidido con la explosión de la variante ómicron en el mundo.
Aunque la temporada pasada sufrió un descenso en su seguimiento respecto a los excelentes datos de audiencia de temporadas anteriores, la serie se mantuvo en la lista de las 10 más vistas en el curso 2020-2021, formando parte de esa pequeña resistencia de ficciones televisivas que se mantienen fuertes en la televisión en abierto a pesar de la pujanza de las plataformas de streaming.
Esa fortaleza llevó al reparto a pedir una compensación económica. Aunque cada actor fue contratado por un salario diferente al principio de la serie, aprovecharon su éxito para renegociar sus condiciones tras la segunda temporada. Así, llegaron a cobrar 250.000 dólares por episodio, todos por igual, pero lejos de los 540.000 dólares que gana Mariska Hargitay por cada episodio de La ley y orden: Unidad de víctimas especiales, o los 20 millones anuales para Ellen Pompeo por Grey’s Anatomy.
Aun así, los actores Milo Ventimiglia, Mandy Moore, Chrissy Metz, Justin Hartley, Sterling K. Brown, Susan Kelechi Watson, Chris Sullivan y Jon Huertas forman el reparto mejor valorado económicamente de la televisión abierta de la actualidad.
Para los últimos 18 episodios, los intérpretes negociaron en bloque, apoyados por el creador, Dan Fogelman. Finalmente, 20th Television y NBC aceptaron pagarles un cheque adicional por la temporada completa de dos millones de dólares a cada uno. Una compensación a la altura de un éxito que ahora se despide.