La novela El talentoso señor Ripley, escrita por Patricia Highsmith y publicada en 1955, no solo es referente de la literatura policial, también es la carta de presentación de Tom Ripley, su complejo protagonista.
Ambicioso, educado, encantador, manipulador y completamente amoral, Ripley protagonizó cinco novelas de la autora fallecida en 1995. Ese magnetismo traspasó el papel, protagonizando adaptaciones en cine, teatro y televisión.
La primera versión en el cine fue A pleno sol que dirigió René Clément en 1960 y catapultó al estrellato mundial al joven Alain Delon, quien se puso en la piel de este encantador estafador serial.
Desde entonces actores como Dennis Hopper en El amigo americano (1977, de Wim Wenders), Matt Damon en El talentoso Sr. Ripley (1999, de Anthony Minghella) y John Malkovich en El juego de Ripley (2002, de Liliana Cavani) han interpretado este siniestro personaje en la pantalla grande.
De estas adaptaciones, la más conocida es la que protagonizó Matt Damon junto a un gran elenco que incluyó a Gwyneth Paltrow, Cate Blanchett y Jude Law. Está disponible en el catálogo de Netflix.
Y a la plataforma llegó este jueves Ripley, miniserie de ocho episodios creada, adaptada y dirigida por Steven Zaillian, ganador del Oscar a mejor guion adaptado por La lista de Schindler, y creador de la premiada serie The Night Of. Cuenta, en blanco y negro, la complicada primera misión de este vil personaje: deberá traer de regreso a Estados Unidos, al hijo de un magnate naviero que se da la gran vida en la Riviera italiana, lejos de preocupaciones y obligaciones.
Esta vez, el carismático Ripley, personaje que sabe adaptarse y mimetizarse como pocos, tiene el rostro del británico Andrew Scott, quien actualmente está en la cartelera de cines uruguayos en el drama Todos somos extraños, junto a Paul Mescal.
Claro que Scott es un nombre conocido desde hace tiempo gracias a varios éxitos como la oscarizada 1917 (disponible para alquilar en NSNow de Nuevo Siglo), la premiada serie Fleabag (en Prime Video), His Dark Materials (Max) y Sherlock (en Prime Video y Max), donde fue otro conocido villano: Moriarty, némesis del detective que protagonizó Benedict Cumberbatch.
En Ripley, que está ambientada en la década de 1960 en Italia, sigue de cerca los eventos de la novela de Highsmith, a lo que Scott le aporta su carisma y aura siniestra, apenas transmitida por su rostro.
Cuenta además con una dirección de arte y fotografía que muestran esa atmósfera tan decadente como sofisticada de la Riviera italiana. Ese escenario, lleno de escaleras, sombras y recobecos, es el telón de fondo ideal para las maquinaciones de Ripley. También lo ayudan a cubrir sus variados engaños. Es que Ripley, por sobre todo, es un sobreviviente.
Lo conocemos cuando todavía vive en un albergue de mala muerte en Nueva York y lleva una vida poco elegante como un delincuente de cuello blanco y poca monta. Su trabajo, para el cual solo necesita una máquina de escribir, ingenio y facilidad para imitar acentos, es interceptar correspondencia y hacerse pasar por cobrador de deudas impagas.
Una variedad de ancianos que escuchan poco y ven menos son sus víctimas, a quienes estafa de a pocos dólares; los suficientes para sobrevivir.
Pese a su dedicación, todo indica que esos días están llegando a su fin. En el banco, cuando va a cobrar los cheques, comienzan a mirarlo distinto, y cuando está por tirar la toalla recibe un golpe de suerte: un millonario del que nunca escuchó hablar, quiere verlo.
Se trata de Herbert Greenleaf (interpretado por el director y ganador del Oscar por Manchester junto al mar, Kenneth Lonergan), quien dirige una empresa naviera en Nueva York y quiere que su pródigo hijo, Dickie (Johnny Flynn, o sea el Sr. Knightley en la Emma con Anya Taylor-Joy), vuelva a casa.
El joven se está dando la gran vida en Atrani gracias a un millonario fideicomiso que sus padres lamentan haber contratado. Y si bien Ripley no es de sus más cercanos amigos (más adelante ambos dirán que no se conocían antes), aceptará la misión luego de escuchar que el viaje y hospedaje están cubiertos, y que encima recibirá varios miles de dólares como sueldo. El trabajo soñado para cualquier estafador.
De antemano la tarea parece sencilla, aunque se irá complicando a medida que Ripley se vea envuelto en mentiras, engaños y hasta alguna muerte. Es que Ripley es uno de los villanos más magnéticos de la literatura, también es un depredador insaciable de dinero, poder y lujos; todo aquello que no ha tenido en su modesta vida, está dispuesto a conseguirlo, y a cualquier costo.
Uno de los primeros escollos que tendrá que superar es Marge (Dakota Fanning), la novia de Dickie, y quien primero comienza a sospechar que hay algo extraño en la actitud del nuevo amigo de su pareja. Aunque no hay quien se resista a Ripley, quien puede desdoblarse para ser la persona que su interlocutor quiere ver.
Más allá de las dudas de la joven, Ripley se infiltra rápidamente en la vida de Dickie, ganándose su confianza y logrando incluso vivir en su casa, ubicada en la cima del lugar y para la que hay que subir una eternidad de escaleras.
Vale aclarar que Ripley es una serie que se toma su tiempo para desarrollarse. No es para consumir y descartar. Esa aparente lentitud en la trama permite mostrar cada movimiento de Ripley, cada gesto y hasta pensamiento, marcando así una tensión latente que solo va en aumento.
Por eso, la aparición del inspector Ravini (Maurizio Lombardi) que comienza a investigar la muerte de Freddie Miles (Eliot Sumner), un estorbo para los planes de Ripley, sirve para mostrar cómo el antihéroe logra manipular hasta un policía con varios años de servicio.
Igualmente el entorno de Dickie comienza a tener dudas de Ripley, mientras las sombras se acumulan, al igual que los engaños y los cuerpos.
Y como si fuera House of Cards (otra serie de Netflix con un villano como protagonista), las mentiras que fueron construyendo el castillo de naipes, parecen estar a punto de ser descubiertas a cada segundo.
Esa espera, angustiante, contemplada desde hermosos paisajes es narrada a través de la óptica del protagonista.
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