Se terminó "Barry", la serie que combinó comedia y tragedia y es de lo mejor de HBO

La historia del exmarine que se vuelve sicario y aspirante a actor se cerró después de cuatro temporadas; su estrella, creador y director Bill Hader se consagró

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Barry
Bill Hader como Barry

Mientras todo el mundo hablaba de las virtudes de Successiony su grand finale, esa misma noche (de hecho fue el programa siguiente) se terminaba otra serie de las importantes de HBO, Barry. No sé cómo habrá sido la conclusión de la saga de la familia Roy, pero Barry cerró estupendamente.

Durante cuatro temporadas, esta creación del actor y comedianteBill Hader, siguió el derrotero y el difícil camino de la redención de un veterano de Afganistán que, mientras atiende como un despiadado sicario, intenta una imposible redención. Es un héroe trágico y condenado.

Cuando se estrenó, Barry parecía una serie de televisión clásica con dos sendas: la historia criminal y la historia del mundo del espectáculo. Su extraña premisa seguía a Barry Berkman (Hader, estrella, co-creador y director), un ex-marine traumatizado convertido en asesino a sueldo que tomó la actuación como un respiro de su letal rutina diaria.

Una línea de la serie sumó los cadáveres que Barry fue dejando cuando se enredó en las guerras de la mafia de Los Ángeles, hizo intentos esporádicos de redención y atravesó una racha de contratiempos y enemigos peligrosos.

Otra senda rodeó los márgenes de la fama de Hollywood, cuando Barry se unió a una clase de actuación impartida por el egocéntrico y poco ortodoxo Gene Cousineau (Henry Winkler) y empezó a salir con Sally Reed (Sarah Goldberg), una compañera talentosa pero con dificultades personales. Su arco narrativo es de una crueldad extrema y como Skylar, la esposa de Walter White en Breaking Bad, es un daño colateral del avance de Barry.

Para la temporada final —que se emitió el domingo pero está para ver en NSNow de Nuevo Siglo y HBO Max— esos dos caminos se habían fusionado. Fue una temporada intensa con saltos en el tiempo, traiciones, recelos y mucho ego. Allí están la brutalidad del mundo del espectáculo, la performatividad del asesinato: ambos son, en Barry, parte del mismo universo.

Series como Los Soprano, cuyos mafiosos citaban a El Padrino como evangelio, han jugado con la idea de que los delincuentes imitan la concepción hollywoodense de sí mismos. Pero la mayoría de esas historias tienden a sentirse más cómodas en un lado de la división que en el otro.

En Barry ambos mundos comparten compromisos y delirios. Barry incursiona en la actuación basándose en su experiencia como asesino, contando una historia sobre ser un sicario que Gene toma por una improvisación dramática.

Consigue un papel en la serie de televisión Laws of Humanity, un trabajo extraño para un hombre que infringe las leyes y tiene escasa humanidad. Y su actividad criminal lo lleva a trabajar con NoHo Hank (Anthony Carrigan, una revelación), un mafioso checheno que se modela a sí mismo como un empresario. Es uno de los grandes personajes de la serie.

Mientras tanto, Sally, víctima de relaciones abusivas y sexismo en la industria, se vuelve viral por tener una crisis de gritos con su ex asistente. Si se necesita una especie de egocentrismo de diva para cometer un asesinato, sugiere Barry, también se requiere una zona monstruosa para comprometerse completamente con Hollywood.

En las primeras tres temporadas, las parodias de violencia y cultura pop del programa fueron efectivas. Se cruzaron absolutamente en la temporada final, comenzando con el primer episodio en el que Barry finalmente termina en prisión por matar a la novia de Gene, una oficial de policía que descubrió su identidad criminal.

En el medio de la temporada final hay un salto temporal que muestran a Barry y Sally en el medio de la nada, con una inédita fervorosidad religiosa y un hijo preadolescente. Tiene algo desconcertante que vincula a Barry con otra de las grandes series actuales, Atlanta.

Pero Barry es un tipo malo, sea cual sea su triste historia. En sus momentos menos delirantes, incluso él se da cuenta de eso. Pero de lo que se beneficia es del mito televisivo del criminal imperfecto pero fascinante.

El cierre de la serie tiene ese gusto ambiguo que siempre ha dejado Barry, con su asesino por momentos entrañable a medio camino en una historia entre el drama y la comedia.

Y con eso le alcanzó para ser una de las grandes series recientes. Más allá de lo que se piense de Succession.

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