Soledad Venesio
Al explorar los catálogos de las principales plataformas de streaming, es evidente la enorme popularidad que las series asiáticas han ganado en los últimos años. Siendo la ficción de Corea del Sur una de las nuevas favoritas, fue gracias a lo que se conoce como hallyu u “ola coreana” que el mundo entero comenzó a interesarse masivamente en las producciones de países como Tailandia, China, Japón e India, entre otros, dejando definitivamente atrás su etiqueta de “consumo de nicho”.
Sin embargo, lo que nadie podía predecir es que, en esta última parte de la era del Peak TV —caracterizada por el on demand: consumir cuándo, cómo y dónde el espectador lo desee—, la industria cultural del resto del mundo se iba a apropiar de aquel fenómeno para producir series híbridas, aprovechando su impulso y las ideas renovadas de Asia para contar nuevas historias.
Los ejemplos son muchos: Tokyo Vice (Japón y Estados Unidos; Max, 2022), XO, Kitty (EE.UU. y Corea del Sur; Netflix, 2023), Além do Guarda-Roupa (Brasil y Corea del Sur; 2023, Max) y otras como como Drops of God, Pachinko o Sunny (de Apple TV, no disponibles en Uruguay). No obstante, es con Shōgun (disponible en Disney+) que este fenómeno alcanza su punto más alto, al convertirse en la mejor serie de 2024 y romper récords en premios americanos.
"Shōgun", la “Game of Thrones” de los samuráis
Definida como una aventura épica y un drama histórico, Shōgun está basada en el libro homónimo del autor australiano James Clavell (1975), quien se inspiró en el conflicto que llevó a Tokugawa Ieyasu a convertirse en shōgun o emperador. Mezclando hechos reales con otros completamente ficticios, la historia nos transporta al Japón feudal y presenta a John Blackthorne (Cosmo Jarvis), un marinero inglés capturado por guardias japoneses, como uno de sus grandes protagonistas. Con ese punto de partida, Blackthorne se convierte en una pieza fundamental en la lucha de poder entre dos familias que se enfrentan con el objetivo de liderar al país. Una lucha en la que Lord Yoshii Toranaga (Hiroyuki Sanada) y Lady Mariko (Anna Sawai) emergen como nombres que hay que recordar.
Comparada con Game of Thrones debido a que su historia también se centra en la política interna, el hambre de poder de familias que creen tener la visión correcta para el futuro de su tierra, los códigos de honor y los enfrentamientos armados para defender un ideal, es clave destacar que Shōgun, a diferencia del show creado por David Benioff y D. B. Weiss, no tiene elementos de fantasía, sino más bien místicos, espirituales y religiosos.
Otra diferencia fundamental es que la producción de Disney+ se caracteriza por una narrativa mucho más densa y de cocción lenta, priorizando el desarrollo profundo al impacto visual y los giros narrativos inesperados.
Una producción desafiante, en varios sentidos
Una de las curiosidades más impactantes de Shōgun es que se trata de un proyecto que estuvo, en varias ocasiones, a punto de no suceder. Fue en 2018 cuando FX (antes de la fusión de FOX con Disney) anunció la adaptación del libro de Clavell, que comenzaría a rodarse en Japón durante 2019. Sin embargo, esta se demoró debido a que la cadena consideró que el proyecto todavía no estaba listo y había varios aspectos por mejorar. Filmando solo un par de escenas para no perder los derechos de autor, el guionista original (Ronan Bennett) ya no estaba disponible para trabajar en la ficción, por lo que Justin Marks tomó su lugar, reescribiendo los guiones desde cero.
Con la pandemia por COVID-19 de por medio, que paralizó al mundo entero, el rodaje comenzó recién en 2021 (casi tres años después de haber sido anunciado). La producción enfrentó otro cambio clave, ya que la serie tuvo que ser trasladada de Japón a Canadá debido a cuestiones técnicas y permisos, convirtiendo a British Columbia en el escenario donde se filmó la totalidad de la serie, salvo las pequeñas escenas grabadas en 2019.
¿Qué hace de "Shōgun" la gran serie de 2024?
Elegida como una de las mejores series estrenadas este año, Shōgun llegó a una televisión que se encontraba algo huérfana de grandes éxitos, ya que 2023 significó la despedida de grandes ficciones como Succession (Max), Ted Lasso (Apple TV+, no disponible en Uruguay pero un hito de los últimos tiempos) y The Marvelous Mrs. Maisel (Prime Video), programas convocantes y masivos que reunían a millones de personas para mirar en vivo la emisión de sus episodios.
Con espectadores hambrientos por grandes historias bien contadas, el primer gran acierto de la producción de Rachel Kondo y Justin Marks —sus creadores— fue entonces el momento de su estreno, en una especie de campo libre de competidoras. La benefició muchísimo que, en la temporada de premios, su gran competidora, The Bear, está extrañamente catalogada como comedia.
En este algoritmo de factores impredecibles, hubo otra circunstancia que favoreció a la serie: ficciones como El señor de los anillos: los anillos del poder (Prime Video) y House of the Dragon (Max) recibieron opiniones bastante divididas, mientras que Shōgun logró robarle el corazón a aquellos seriéfilos que deseaban volver a vivir la tensión política y la aventura épica que, sin dudas, Game of Thrones traía a la pantalla chica.
Con la historia como uno de los elementos más robustos de su propuesta, ese aspecto se ve potenciado por la manera en que la temporada está estructurada, creando intriga y tensión mientras que la evolución de los personajes avanza con sus propios planes.
Siendo una ficción narrativamente densa, muchos fanáticos valoraron el hecho de poder ver una serie que se animó a dejar de lado los impactos en modo TikTok para permitir una narrativa formalizada, en la que los tiempos narrativos no fueron abusados con el único objetivo de sorprender al espectador.
Con un elenco de muchísima experiencia y técnicamente robusto, también es cierto que para quienes no eran consumidores habituales de las ficciones japonesas, gran parte de los actores resultó una novedad, otro aspecto que ha sido ampliamente valorado dentro de la saturación de contenidos que vivimos hoy, especialmente cuando los actores entregan este nivel de actuación y compromiso con sus personajes. Como si todo eso no fuese suficiente, los personajes fueron construidos con muchísima complejidad y presentan sus relieves, algo que los humaniza y genera verosimilitud.
Como alguien diría: “A todos nos gustan las cosas bonitas”, y en este caso, no podríamos negarlo, porque nada de lo mencionado anteriormente alcanzaría si Shōgun fuese visualmente pobre.
Con un equipo de producción que trabajó incansablemente en la correcta reconstrucción del vestuario, los espacios físicos y las costumbres de la época, el nivel de detalle de la serie deja al público sin palabras, y es aprovechado al máximo por el equipo de directores que se encargó de los 10 episodios de esta primera temporada. En definitiva, el verdadero valor de Shōgun es que no se trata de una serie simplemente trendy, sino que, en una pantalla realmente aplastada por la cantidad de contenidos, se permitió tener su propia identidad al inspirarse en éxitos anteriores, pero dándole un sello propio y trayendo a la actualidad una narrativa que no se siente repetida.
De romper récords al puntaje casi perfecto.
Aunque no siempre sucede que espectadores y crítica especializada coincidan en sus opiniones, Shōgun es una de esas raras excepciones. Ganadora de 18 premios Emmy, con los que rompió el récord de la serie más galardonada de todos los tiempos, además de ser una de las más nominadas con un total de 25 candidaturas; y con cuatro nominaciones en los Globo de Oro, la ficción alcanzó un 99 % en el reconocido ranking de Rotten Tomatoes y una puntuación de 8.6 en el sitio de datos IMDb.
Pero los números sorprendentes no terminan ahí: en sus primeros nueve días al aire, la serie obtuvo 9 millones de visualizaciones en Disney+, Star+ y Hulu (donde está disponible en América del Norte; aquí, tras el cierre de Star+, solo se la encuentra en Disney+), convirtiéndose en la ficción más vista en Estados Unidos y Canadá.
¿Y qué pasó en Japón? Shōgun fue aclamada por el público local, que destacó no solo el alto nivel de autenticidad en la reconstrucción histórica, sino también el enorme respeto hacia la cultura japonesa y la forma en que esta fue representada en la pantalla chica.
La buena noticia es que anunciada inicialmente como una series event que solo tendría una única temporada, el éxito fue tan avasallante que, después de meses de teorías y especulaciones, la productora confirmó que estaban trabajando en una segunda entrega y, quizá, hasta una tercera.
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