"¿No había una serie que era parecida a esto?”, le dicen un par de veces a Ángel, el protagonista de, justamente, Ángel, la serie uruguaya que mañana se estrena en TV Ciudad. Profesor de actuación, se dedica a resolver casos domésticos con ingenio teatral, así que seguramente se refieran a Los simuladores. Ángel odia cuando alguien se lo menciona.
No tienen nada que ver, y quizás Manuel Soriano —el guionista, director y promotor de la serie— se adelanta a quienes se lo cuestionen. Soriano subtituló la serie “una comedia sobre el cambio de siglo”, justamente para que no le anden consultando de qué va Ángel. El País no hizo ninguna de esas dos preguntas.
Un resumen oficial, en todo caso, aclara de qué va: “Ángel es un dramaturgo frustrado que vive en Montevideo con su mujer, su hijo y su padre exguerrillero. Ángel empieza un nuevo proyecto, la solución de casos mediante puestas en escena teatrales, y encuentra en esta empresa la oportunidad de reivindicarse como artista”.
Ángel es Gustavo Suárez; “su mujer”, con cara de harta y batón escotado, es la argentina Antonella Costa, y su padre, el Terco, es interpretado por Gustavo Garzón. Son seis episodios de media hora y van a ir de acá en adelante a las 22.15, los domingos en TV Ciudad.
Filmada en un lustroso blanco y negro, con imágenes y humor surrealistas, Ángel es el debut en el audiovisual de Soriano, un escritor argentino que vive en Uruguay desde 2005. Con ¿Qué se sabe de Patricia Lukastic? ganó el Premio Clarín Novela en 2015 y la colección de relatos Variaciones de Koch (publicada por Alfaguara en 2012) recibió el Premio Nacional Narradores de la Banda Oriental.
Sobre la serie y algunas de estas cosas, Soriano charló conEl País en una de las esquinas más ruidosas de la ciudad. Igual, la grabación se escuchaba bien.
—El elenco de la serie es muy sólido, y los tres están muy bien, pero lo de Gustavo Garzón es increíble. ¿Cómo llegó a él?
—Nos conocimos hace ocho años a partir de un proyecto de adaptar una de mis novelas. No salió, pero cuando le mandé el guion de la serie, me dijo que sí enseguida, aun —me di cuenta— sin haberlo leído. Entraba a maquillaje a las siete de la mañana y ahí preguntaba qué escena iba a hacer y la probaba un poco con los otros actores, y cuando llegaba la toma no le erraba nunca. Mucho oficio. Y pegaron muy buena onda con los compañeros. Y Antonella también es una actriz increíble. Además, es como redirectora.
—Al ser su primer trabajo audiovisual, ¿necesitaba ese respaldo?
—Sabía que no podía fallar en el casting de los tres protagónicos. Y sí, para mí fue un respiro total saberlos ahí. Aparte de que no hablé mucho de los personajes con cada uno. Cuando veía algo raro se los marcaba, pero después era como dejarlos ser.
—¿Cómo llega a escribir una serie, producirla, dirigirla y estrenarla?
—La escribí más o menos hace siete años. Además de escribir libros, empecé a laburar como ayudante de guiones de otros. Y cuando empezaba a tener puntos de vista distintos a los del guionista principal, se me prendió la chispita de hacer algo. No sé por qué pensé en una serie y no en una película, quizás porque me parecía como menos pretencioso. Y cuando tuve esa idea de que se resolviera un caso en cada episodio, y una historia que la atravesara (la de la familia) ahí me cerró. Lo escribí sin saber a dónde iba ni nada, y eso me permitió trabajar como si escribiera un cuento, con la libertad de no cortarme nada, solo sabiendo que iba a ser algo de bajo presupuesto. Después, cuando la mostré a distintas plataformas, me dijeron que no había manera de que algo así fuera a una plataforma grande. Tiene algunos chistes medio jugados para lo que se puede hacer hoy.
—¿Y entonces?
—Ahí se abrieron dos caminos. Uno era insistir con alguna plataforma, pero si en algún momento ponen plata, también exigen el control desde los actores hasta las decisiones de dirección; de hecho probablemente no lo hubiera podido dirigir yo. Después se fue abriendo otro camino, a través de amigos, que me decían: “Tenés la idea y sabés cosas ya que son muy de dirección (que quiere ser en blanco y negro, que los personajes tengan ese vestuario fijo, que querés usar al bebé como si fuera de teatro), tenés que dirigirlo: vos tenés que saber la historia y tenés que saber transmitirla”. Y ahí como que de a poco me fui animando.
—Y estaba el asunto de financiarla.
—Me asocié con dos cooperativas de acá —Cuenco Cine e Intergalactic— y armamos un plan con la poca guita que yo había logrado juntar y ellos consiguieron los equipos, el crew. La mayoría de la gente participó a mitad de sueldo y mitad de una eventual e incierta ganancia. Ese fue el plan, y después, toda la locura de armar el rodaje. Cuando lo escribía pensé que lo iba a filmar con tres amigos y un celular, pero llegó hasta este nivel intermedio de producción, que para mí era el que tenía que tener.
—No se nota el presupuesto...
—Muchas de esas cosas que son de bajo presupuesto intentamos hacerlas jugar a favor. Por ejemplo, el tema del bebé estaba escrito como para un bebé real, hasta que averiguamos cuánto sale eso para la cantidad de escenas que precisábamos. Y ahí decidimos usar una muñeca porque tiene algo de clase B y de Cha-cha-cha. Era como mostrar los hilos, o estirar un poco esa convención. Si en el teatro tenés un bebé de goma, la gente asume que es un bebé real. Y que los tipos nunca se cambien de ropa termina de darle la atmósfera a la serie, como el encierro de la casa y la luz.
—Y eso hace que toda la serie transcurra en un universo propio, único.
—Hay mucho juego entre qué es ficción y qué es realidad; el propio Ángel confunde una cosa con la otra.
—Ángel como protagonista es, perdón por la expresión, medio pelotudo...
—Y bastante hijo de puta también. Y está en esa disputa de poder constante con el padre, que como que lo odia pero a la vez lo quiere satisfacer todo el tiempo. En la historia que atraviesa toda la serie, quería contar un drama familiar, que es algo que venía haciendo en algunos cuentos.
—Y hay algo generacional ahí. El eslogan de la serie es “una comedia sobre el cambio de siglo”. ¿Por qué eso?
—Al principio, para responder a la pregunta usual: ¿de qué trata la serie? Y un poco lo del cambio de siglo es que está la generación de Terco (el personaje de Garzón) y la de Ángel, que es un poco más la de la mía. Me gustaba mostrar la contradicción en que Terco fuera de izquierda, pero no necesariamente progresista: es un tipo de su época con sus mañas. Y el hijo, que intenta como desvincularse del padre en esas actitudes, también se da cuenta de que tiene cosas de él que las enmascara un poco, que es mucho de las cosas que hacemos hoy. Me gustaba mostrar esos choques morales dentro de la serie.
—La serie tiene, en tono de comedia, referencias sexuales y hasta religiosas. Ese humor que puede chocar a cierto público, ¿es parte de su estilo?
—Lo he hecho en cuentos, también. En el teatro y en la literatura es bastante común esa clase de cosas, pero cuando pasa a una serie, por lo general hay plata de por medio y el que pone esa plata quiere que le guste a la mayor cantidad de gente posible. Con el formato de producción que hicimos, no tuvimos que pensar en eso. Tuvimos como un salvoconducto. Y era la única forma real de poder hacer una serie así. Era muy complicado hacer esto salvo de la forma en que lo hicimos.
—¿Cuál va a ser el camino de Ángel de aquí en más?
—Esa es la contracara de todo lo romántico y lindo de la independencia. A través del fondo de posproducción que ganamos tenemos la pantalla de TV Ciudad, conseguimos pasarla en TCC también para que esté on demand, pero en Argentina, que es como el mercado más lógico para esta serie, está complicado conseguir pantalla porque no hay un intermedio entre Netflix o HBO o ponerla en YouTube. La verdad es que no sé qué va a pasar. Queremos mostrarla acá y ver qué repercusión tiene.
—Después de todo esto, ¿está deseando volver al refugio de lo literario?
—Estos son tiempos mucho más largos que los de la escritura, viste. Empecé a escribir esto hace seis años; el rodaje fue hace dos años y medio, ponele. y la posproducción, con poca plata, es muy lenta. Y necesitaba liberarlo, aunque creo que recién lo voy a terminar de hacer el domingo, cuando se estrene.
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