Temporada final de "El Marginal": tragedia y reencuentros hacen la despedida de un éxito

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Nicolás Furtado como Diosito en "El Marginal 5". Foto: Julieta Horak / Netflix
El Marginal Temporada 5. Nicolás Furtado as Diosito in El Marginal Temporada 5.Cr. Julieta Horak/Netflix © 2022
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RESEÑA

La serie argentina de Netflix estrenará este miércoles su quinta y última temporada; El País vio cuatro capítulos y te cuenta qué esperar

El tiempo es subjetivo y nunca fue tan fácil decirlo como ahora, después de una pandemia que modificó las rutinas, las casas y la forma de ver la vida. El tiempo es subjetivo y esa sensación nunca fue tan clara como cuando esas cuatro paredes, esa ventana y esos cuadros fueron lo único que hubo para mirar tarde tras tarde tras tarde. El tiempo es subjetivo, es individual y es, también, maleable.

El Marginal, la serie argentina que este miércoles estrenará en Netflix su quinta y última temporada —y de la que El País ya vio cuatro capítulos; tendrá seis—, sabe de eso. Sabe porque su acción ha transcurrido siempre en una cárcel, un círculo de encierro donde todos los días son el mismo día, donde todas las historias son las mismas historias y donde toda la violencia, toda la soledad y todo el cuerpo son la extensión infinita de una condena. El tiempo, a veces, puede ser una prisión.

Y sabe porque la línea cronológica de este drama tumbero ha estado a disposición de un equipo que la ha torcido, la ha doblado, ha vuelto sobre ella para luego estirarla de golpe, como ahora, que se adelanta en el futuro tres años para comenzar, desde allí, el final. El tiempo, en la ficción como en la vida, también es utilitario.

Si Sebastián Ortega y compañía ya habían hecho de la segunda y la tercera temporada precuelas de la primera para luego, con los episodios de la cuarta, retomar la narrativa de los capítulos originales, ahora arriesgan con otra jugada. Retoman brevemente la acción donde se había quedado en el ciclo anterior, para pisar al acelerador a fondo y soltarlo tres años después.

Y ahí están nuestros personajes. Diosito (Nicolás Furtado) ha logrado sostener su libertad clandestina pero sin mantener las manos limpias, mientras que Pastor (Juan Minujín), confinado en Puente Viejo, escribió un libro y se convirtió en una suerte de estrella mediática, en la voz de los que están sumidos en el anonimato; en una referencia para los que quieren, de alguna manera, aspirar a la paz.

Pero el tiempo es subjetivo, y aunque los tres años les dejaron barbas espesas y miradas cada vez más sombrías, no los cambiaron de lugar. No los llevaron hacia ningún lado.

Diosito, que se fugó con la promesa personal de descubrir su verdadero yo, sigue solo, vulnerable y en las sombras. Y Pastor está en la misma: en un lugar de referencia que todavía le queda demasiado incómodo, con nuevos afectos a los que quiere espantar y con un entorno que cuanto más se le acerca, más expuesto está. A su alrededor, la Sub 21 sigue creciendo de cara a un destino que no incluye buenos augurios.

Pastor (Juan Minujín) y César (Abel Ayala) en la temporada 5 de "El Marginal". Foto: Cortesía de Netflix
Pastor (Juan Minujín) y César (Abel Ayala) en la temporada 5 de "El Marginal". Foto: Netflix

Si la cuarta temporada de El Marginal había sido el descenso al infierno personal de unos hombres cada vez menos hombres, menos humanos; la quinta se dedica, en los cuatro episodios que vio El País, a espesar el ambiente para dejar en claro que la salvación es un imposible. Acá la tragedia es una sensación que se impone, inminente y presuntuosa, y que tiene al espectador siempre a la espera de que pase lo peor.

Y pasa, claro, y cuando ocurre no hay mayores sorpresas. Los caminos se transitan de una forma evidente que deviene en un tono que avanza al filo de lo telenovelesco.

La anunciada vuelta de Luna Lunatti (Maite Lanata), aquella adolescente secuestrada en la primera temporada hoy devenida en una abogada con traumas a medio superar, aporta un aire de melodrama y de pretendida intriga que no termina de cuajar con el resto de la historia. Ocupa, con su intento de acercamiento a Pastor, el hueco vacío que dejó Ema (Martina Gusmán) e incluso en alguna escena en la que se la ve de espaldas hay, en el parecido físico, terreno para la confusión.

Maite Lanata en la temporada 5 de "El Marginal". Foto: Netflix
Maite Lanata en la temporada 5 de "El Marginal". Foto: Netflix

La incorporación de María Leal como una jueza con pocas pulgas, más sorpresas en la interna familiar de los Borges, la rotunda caída de Marito (Claudio Rissi) y la forma en la que la religión vuelve a colarse en los argumentos, le dan variaciones a la paleta de colores de la temporada anterior. Lo tumbero y lo agresivo sigue siendo primordial, pero para su despedida El Marginal sale a buscar lo distinto en otros rincones, y en parte tambalea en el camino.

Entre titubeos, aciertos y fórmulas de efectividad probada, la serie argentina más importante de Netflix cierra su cuarto episodio en carne viva, con la emoción a flor de piel. Una conversación entre padre e hijo es el antecedente a otro giro esperable que deja esta historia con un pie en sus dos últimos episodios, que prometen sangre, ruido, impacto y una entrega
hacia lo inevitable.

Porque eso también es el tiempo: la señal de que ya es tarde para tratar de arreglar lo roto, la sensación de que todavía hay margen para construir un futuro, la alerta que dice que la guerra empieza y es momento de decidir.

El tiempo es subjetivo, nunca fue tan fácil decirlo, y el final de El Marginal llega con el aviso de un nuevo comienzo: el de una última batalla que pueda estar a la altura de un hito.

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