Alexis Soloski, The New York Times
Hace un año, en Islandia, sobre un glaciar, en la oscuridad, con temperaturas muy bajo cero, Issa López pensaba para sí misma: “¿Quién escribió esto? ¿Qué le pasa a esta persona?”. López, showrunner y directora de la cuarta temporada de la serie de HBO True Detective, solo podía culparse a sí misma.
Este escalofriante True Detective, subtitulado “Tierra nocturna”, se estrena hoy en HBO (a las 23.00) y HBO Max.
Ambientada en Ennis, una ciudad ficticia en el noroeste de Alaska, está protagonizada por Jodie Foster como la jefa de policía y Kali Reis como una intimidante agente estatal. La temporada de seis episodios, que se abre justo cuando el área cae en meses de oscuridad constante, tiene un entorno helado y una mirada femenina fuertemente distinta de los envíos pasados de la serie.
Creada por Nic Pizzolatto, True Detective debutó hace casi una década como un policial de pantano con Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Sensual, machista y en dos líneas temporales separadas por 17 años, entrelazaba una investigación sobre un asesino serial con una filosofía sudorosa e insinuaciones de lo sobrenatural. Aunque esa primera temporada tuvo críticas, fue una serie inevitable y muy debatida.
La segunda temporada, ambientada en un suburbio poco glamoroso del sur de California y protagonizada por Colin Farrell, Taylor Kitsch, Rachel McAdams y Vince Vaughn, causó un revuelo menor, al igual que la tercera temporada, estelarizada por Mahershala Ali y Stephen Dorff y que ubicaba la acción en los Ozark.
Esa tercera temporada, que se estrenó en enero de 2019, atrajo a muchos menos espectadores. Podría haber significado el final de True Detective.
Pero HBO creía que la franquicia podía continuar. Comenzó a buscar una nueva showrunner, preferiblemente una mujer de color (las temporadas anteriores eran abrumadoramente masculinas y blancas, delante y detrás de cámara). Entre las candidatas estaba López, una cineasta mexicana que había escrito y dirigido largometrajes en español, entre ellos Los tigres no tienen miedo, sobre mujeres y niños desaparecidos y asesinados y que mezclaba crimen, fantasía y terror.
Esa película impresionó a Francesca Orsi, directora de drama de HBO. La esencia de True Detective, dijo Orsi, “es la forma en que el género de terror se encapsula dentro de la narrativa noir”. Confiada en que López podría lograrlo, Orsi la invitó a la nueva temporada.
López había pasado casi 20 años intentando seducir a cadenas y estudios. Entendió que el interés ajeno no garantizaba que un proyecto se realizaría. Y sabía que cuando se trataba de trabajar en inglés, la considerarían un riesgo. Decidió que no había nada de malo en soñar en grande. Y oscuro. Y frío.
Aunque López creció en climas más templados, es fanática de la película de terror de John Carpenter, La cosa, ambientada en la Antártida, y del cómic de vampiros de Alaska, 30 Days of Night. Suponiendo que el proyecto nunca recibiría luz verde, escribió lo que quería ver: un “policial existencial”, como ella dijo, ambientado en los confines helados de Alaska. Para su sorpresa y leve consternación, HBO dijo que sí.
“Fue muy divertido soñar ese mundo”, dijo López. “Pero entonces tuve que ir y filmarlo”.
Esta temporada, la primera sin Pizzolatto —quien mantiene el crédito de productor ejecutivo— puede verse como un negativo de la original. Es más fría que húmeda, más oscura que luminosa; tundra seca en lugar de húmeda. A pesar de flashbacks ocasionales, se limita a una única línea de tiempo. En la primera temporada, las mujeres eran esposas o prostitutas asediadas. Aquí la mirada y las detectives son desafiantemente femeninas.
Orsi a veces dudaba de la conveniencia de entregar una franquicia así a alguien con poca experiencia televisiva, pero las decisiones y la actitud de López la calmaron.
Esa confianza también inspiró a Foster, quien no había hecho un trabajo importante en televisión: “Leí el guion y pensé: esto es hermoso. Había tantas cosas por las que tenía curiosidad y de las que quería aprender. Luego conocí a Issa y eso realmente lo cerró. Me di cuenta de que tenía un espíritu colaborativo”.
El episodio inicial —que va hoy a las 23.00 en HBO, en el servicio básico de los servicios de abonados, y en el streaming HBO Max— encuentra a Liz Danvers (Foster) convocada para investigar la repentina desaparición de los empleados de una estación de investigación del Ártico. El misterio la reúne con Evangeline Navarro (Reis). Excolegas, se pelearon hace años a raíz de un espantoso caso de violencia doméstica.
En los borradores, López escribió a Navarro como latina. Pero después de investigar la región, decidió que el personaje debía tener ascendencia nativa, específicamente Iñupiaq.
Foster pidió otros cambios. Sintió que Danvers, una mujer blanca algo ciega a quien apodó “Alaska Karen”, debería envejecer y ceder el centro de la historia a Navarro.
Como Alaska carecía de la infraestructura para un rodaje de seis meses, la producción tuvo que conformarse con un área fuera de Reikiavik, Islandia, y caribúes y osos polares generados por computadora. El rodaje fue, dijo Foster, una experiencia íntima, con la oscuridad y el frío mitigados por la camaradería y la belleza de la aurora boreal.
Quizás esa belleza suavizó algunos de los elementos del guion. No falta el horror existencial, pero la serie alberga la posibilidad de justicia y la noción de que si otras personas son la fuente del mayor sufrimiento, también pueden brindar consuelo.
Todos estos meses después, López puede recordar la experiencia con calidez. “Aprendí a amar el hielo y el aire frío y ahora lo extraño”, dijo. “Me encantaría volver allí de vacaciones. Pero nunca volveré a filmar ahí”.