La vedette cubana a la que "Kanela" comparó con Rosa Luna y sueña con volver a actuar en el Teatro de Verano

Yaima Rodríguez se mudó a Uruguay una década atrás buscando "encaminar su vida". Baila desde los dos años y encontró en el candombe la contención que necesitaba para extrañar menos su tierra. Esta es su historia.

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Yaima Rodríguez  desfilando por Isla de Flores con la comparsa Afrocan durante las Llamadas 2023
Yaima Rodríguez desfilando por Isla de Flores con la comparsa Afrocan durante las Llamadas 2023

Baila desde que aprendió a caminar. Los primeros pasos que probó Yaima Rodríguez (35) fueron de rumba, al son de la percusión que tocaban su abuelo, su papá y su tío en las divertidas reuniones familiares en su Cuba natal. Al ver que tenía talento, gracia y disfrutaba al moverse, sus padres la acercaron a la Casa de la Cultura de Cárdenas, y aprendió nuevos ritmos internacionales. La danza no le era ajena, pero al llegar a Uruguay, diez años atrás, encontró en el candombe una forma de conectar con sus ancestros africanos y de sentirse más cerca de sus raíces:
 
"El candombe fue mi abrigo cuando llegué a Uruguay. Aunque no formaba parte de mi cultura cubana, la conexión africana me ayudó a sanar un poquito la distancia a través del toque y la danza", dice a El País, convencida de que este fenómeno cultural es familia y salud. "Podés tener miles de problemas pero cuando te plantás delante del tambor se te olvida todo, es el momento de danzar, vibrar y nada más", asegura.

En 2023, fue elegida Mejor Vedette del Desfile de Llamadas con Afrocan, la comparsa de Durazno que integra hace cinco años, y donde también es coreógrafa y puestista. Antes salió en Uráfrica (también de Durazno), Samburú Morán (Fray Bentos) y se dio el lujo de subirse al Teatro de Verano con La Carpintera Roh.

Tuvo el privilegio hacer sus primeras Llamadas nada menos que con Tronar de Tambores, junto al legendario Julio "Kanela" Sosa. "Fue una experiencia única, no podía ser un debut mejor", resume sobre aquel febrero de 2015. Desde entonces, no se perdió un desfile por Isla de Flores.

En esta nota, la historia de Yaima Rodríguez, conocida como la vedette cubana del candombe, que emigró a Uruguay para "encaminar su vida", y encontró en la cuerda de tambores un refugio para extrañar un poco menos su tierra.

El tambor en los genes

El abuelo, el papá y el primo de Yaima Rodríguez tocando rumba cubana
El abuelo, el papá y el primo de Yaima Rodríguez tocando rumba cubana

Rodríguez atesora recuerdos hermosos de su infancia en Cuba. Era la niña mimada del hogar, por ser la primogénita y la única nena. Desde chica sintió la influencia cultural de su familia paterna, pero en su casa querían que tuviera un título universitario como respaldo. Así que estudió psicología en la Universidad de Ciencias Médicas de Matanza, porque siempre le había gustado aconsejar a sus amigas.

Tomó la decisión de emigrar con el propósito de conocer otra realidad y "encaminar su vida". Dejar atrás su patria implicó también un fuerte desarraigo que aún le pesa: "Se extraña todo: la familia, los amigos, la cultura, la comida, el clima", expresa.  

Eligió Uruguay porque su novio era de aquí y se instalaron juntos en Flores. "Hoy la situación en Cuba está muchísimo más dura que en 2014. Cuando llegué, la comunidad cubana era súper chica, hoy ha crecido muchísimo", comenta.

Aquí trabaja como instructora de zumba ya que por temas burocráticos no ha podido revalidar su título. En 2016 se separó, tiempo después rearmó su vida, y se mudó a Florida con su nueva pareja.

Cuando optó por Uruguay para vivir, buscó un nexo cultural con el destino e investigó sobre vedettes históricas y contemporáneas. Por eso, el día que se acercó por primera vez al ensayo de Tronar y Kanela le dijo que le hacía acordar a Rosa Luna, quedó en shock: "Ya había leído sobre ella y fue un orgullo".

Esa noche conversaron, le explicó de dónde venía, su interés en saber de la cultura, y el director de la comparsa la recibió de brazos abiertos: "Fue muy cálido, tengo muy buenos recuerdos de él". Y evoca esas primeras Llamadas con Tronar: "Kanela se interesaba en cada uno de los detalles. Él mismo me lo cosió mi traje al cuerpo. Fue un debut soñado".

El candombe como lucha social

Yaima Rodríguez en el Desfile de Llamadas 2021 con la comparsa Afrocan
Yaima Rodríguez en el Desfile de Llamadas 2021 con la comparsa Afrocan

Rodríguez no se perdía una sola actividad organizada por la Casa de la Cultura Afrouruguaya. Así, empezó a hacer varias escapadas de Florida a la capital, metiéndose cada vez más en el ambiente candombero y vinculándose con referentes como Tina Ferreira, Marisol Lemos o Yessy López.

Aprendió a bailar candombe sin asistir a un taller, todo fue visual y autodidacta. Construyó su estilo en base a la observación, mirando videos de distintas figuras, sin descuidar sus raíces cubanas.

"De Rosa Luna me gustaba mucho la fuerza, el contacto con el público, de Lola Acosta esa resistencia adelante del tambor y de Marisol Lemos la sensualidad. Traté de construir mi sello como candombera tomando un poquito de todas", dice.

El rol de la vedette, asegura, va más allá de plantarse delante de una cuerda y usar poca ropa: "Es una lucha de género, de plantarte como mujer ante una multitud de hombres; es también el respeto por la cultura, el tambor, y la defensa del candombe desde donde te toque. Para Rodríguez, el lugar de lucha de la vedette es delante de la cuerda.

El anhelo de volver al Collazo

Hace cuatro años que la gente identifica a Yaima Rodríguez como "la vedette cubana del candombe" y no puede pedir más: "Es demasiado", dice. Y se remonta a una escena de 2018, mientras desfilaba por Isla de Flores con Uráfrica: "Veo en un balcón una bandera cubana y me gritaban que era para mí. Fue muy emocionante".

Conoció Uruguay entero gracias al candombe: donde haya Llamadas, allá va a ella, feliz de poder danzar frente a la cuerda de tambores.

Describe la experiencia en el Teatro de Verano como única y sacrificada: "Cuando salí en Carnaval, vivía en Flores, iba martes y jueves a Montevideo a ensayar y terminaban tardísimo". Sin embargo, la emoción y la adrenalina hicieron que valiera la pena.

"Me gustaría repetir el Teatro de Verano. Por la lejanía me he establecido con comparsas del interior, pero sé que en algún momento volveré a pisar el Collazo", asegura.

Lo que más disfruta es el contacto con la gente y ese calor que abraza a cada componente desde los ensayos. "Saber que las personas están esperando que demos un buen espectáculo, nos da seguridad y mucha responsabilidad, porque estamos transmitiendo la esencia de esa música ancestral", cierra.

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